Antonio Pampliega: “No vuelvo a la guerra porque tengo una niña que mañana cumple cinco años”

El 1 de septiembre, a las 22:50 h

Secuestrado diez meses por Al Qaeda, ha visto más horror que la inmensa mayoría de nosotros. Ahora regresa a televisión con el programa de investigación ‘Territorio Pampliega’ (Cuatro)

El periodista y escritor Antonio Pampliega habla de su nueva novela 'Cowboys en el infierno'

El periodista y escritor Antonio Pampliega ha publicado este año 'Cowboys en el infierno', que trata sobre la precariedad de los reporteros de guerra. 

JUAN BARBOSA / Europa Press

Antonio Pampliega (Madrid, 1982) pasó diez meses secuestrado en Siria por yihadistas de Al Qaeda. Resistió. Como sus compañeros Marc Marginedas, Javier Espinosa, Ángel Sastre, José Manuel López y Ricardo García Vilanova, que sufrieron similar cautiverio, se cuenta entre ese afortunado puñado de periodistas que pudieron volver a casa y contar su experiencia. Tocados, con secuelas, pesadillas y distintos a quienes eran. Pero vivos. Además de en Siria, Pampliega –liberado por sus captores en 2015– ha trabajado como reportero de guerra en Afganistán, Irak, Somalia y Sudán, entre otros lugares, y realizado documentales en lugares tan complicados como Líbano, Haití y Hondura. A sus 43 años ha visto más horror que la inmensa mayoría de nosotros.

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Antonio Pampliega en Bashiqa.

Terceros

Sobre los sicarios

Su primer invitado es Alejo Vidal-Quadras como testimonio en primera persona de un intento de asesinato

En 2019 presentó Pasaporte Pampliega (Cuatro) y a continuación, el podcast sobre narcotráfico Costa Nostra. Tras Flores para AriadnaEn la oscuridad y El quinto nombre, esta primavera publicó Cowboys en el infierno. Sus libros están relacionados con el reporterismo de guerra y beben de su propia y durísima experiencia. Ahora regresa a televisión con el programa de investigación Territorio Pampliega, cuyas seis primeras entregas tratarán cuestiones tan ásperas como sicarios, ‘mocro mafia’, maras hondureñas, fugitivos, okupas y el narcotráfico en nuestro país. El lunes 1 de septiembre, a las 22:50 horas, en Cuatro.

¿Por qué Alejo Vidal-Quadras como primer invitado?

Lo escogimos porque el primer programa trata sobre cómo actúan los sicarios en España. Hemos hablado con dos latinoamericanos que operan en nuestro país, tratado diferentes casos y Alejo es de las pocas personas que ha sobrevivido a un sicariato. Nada que ver con política. Cuenta cómo fue su experiencia, cómo se salvo de morir porque giró la cara…

¿Cómo contacta un periodista con gente tan al margen de la ley como un sicario?

En mi caso, porque tengo conocidos que a su vez conocen gente que han contactado con sicarios. Un periodista tiene que buscarse las castañas. No usamos la deep web sino contactos e intermediarios. Llegamos a ellos con una persona involucrada en bandas latinas y moviendo hilos encontró a dos sicarios.

Pampliega, durante un momento de la grabación del programa.

Pampliega, durante un momento de la grabación del programa.

A. P.

¿Cuánto vale tu agenda?

(Risas) Ya sabes que la agenda es lo más preciado para un periodista y estos últimos años reconozco que la mía ha ido creciendo en contactos en los bajos fondos.

Antes, ejecutaban y se iban. Ahora existen las denominadas ‘oficinas de cobro’: personas intermediarias que contratan al sicario

Antonio PampliegaPeriodista

¿Hay sicarios funcionando en España como un negocio estable?

Por lo que hemos investigado y lo que nos cuentan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, antes los sicarios eran contratados para un servicio, lo ejecutaban y se marchaban. Ahora existen las denominadas ‘oficinas de cobro’: personas intermediarias que contratan al sicario. En su mayoría eran latinos y de Europa del Este pero sube con fuerza una nueva vertiente, el alquiler de sicarios. Y esto es la forma de trabajar de la ‘mocro mafia’: dos sicarios contratados por el régimen iraní. Así, su testimonio nos lleva al segundo capítulo, la ‘mocro mafia’, un importante grupo delincuencial que integran holandeses y belgas de segunda y tercera generación de origen argelino y marroquí. 

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LARGO

Cuatro

Estuviste secuestrado por Al Qaeda casi un año. Imagino que tras esa experiencia, el miedo que puedas sentir va a ser para siempre una sensación muy distinta a la del común de los mortales…

Lo medimos mucho, mucho. Y no porque mi concepto del miedo sea mejor diferente al tuyo, sino porque tengo una niña que cumple cinco años mañana. De hecho, hemos hecho un capítulo en Honduras con las maras Barrio 18 y Salvatrucha y exigí llevar una escolta armada. Es la primera vez en mi vida que llevo una escolta armada. ¿Por qué? Pues porque ya he pasado esa época de hacer el capullo. Descubrimos cómo el ‘efecto Bukele’ [la durísima política contra las pandillas del presidente salvadoreño] ha entrado de lleno en Honduras: yo estuve viviendo allí en 2013 y era un sindiós. Mira, estuvimos grabando en San Pedro Sula y en una semana solamente encontramos un muerto por cruce de disparos entre ellos. En 2013 era la ciudad más peligrosa del mundo y muy bien los muertos hubieran llegado a 50.

Me preocupa si el segundo capítulo mosquea a la ‘mocro mafia’: estuvimos en Holanda y allí les tienen auténtico pavor

¿Y los dos sicarios del primer capítulo no son peligrosos?

Sí, pero se trata de un testimonio pactado y grabado en España. Si fuera Colombia, donde lo hice tiempo atrás, o en México, la cosa cambia porque estás en su terreno. Aquí, muy mal se tiene que dar para que la cosa se tuerza. Sí me preocupa si el segundo capítulo mosquea a la ‘mocro mafia’: estuvimos en Holanda y allí les tienen auténtico pavor, nadie quería hablar con nosotros, no conseguimos que ningún periodista nos hablase ni siquiera dando la espalda y con la voz distorsionada. Nos atendió el presidente del Colegio de Periodistas de Holanda pero que es un abogado. De veras que están muy asustados.

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CORTO

Cuéntame acerca del narco.

Cubrimos la zona del estrecho y le hemos llamado El síndrome del sur haciendo un paralelismo con 'el síndrome del norte' en la época de ETA. Se nos prohibió acercarnos a Policía y Guardia Civil y solamente nos hablan desde los sindicatos y de espaldas: se trata de un tema vetado para la prensa desde el Ministerio de Interior. Hemos estado también con funcionarios de Aduanas dentro de una embarcación persiguiendo narcolanchas y hablamos con un narcotraficante que opera con hachís en el sur de España. Y está mal decirlo pero el tipo habla como Dios: explica cómo funciona, cómo mete el hachís, cuánto vale, cuáles son las rutas, cómo incluso hay agentes que están pagados…

Sabes que esto va a levantar ampollas, ¿verdad?

Soy consciente.

El narco nos explica cómo mete el hachís, cómo incluso hay agentes que están pagados...

Antonio, con el equipo de 'Territorio Pampliega'.

Antonio, con el equipo de 'Territorio Pampliega'.

A. P.

Fugitivos, sicarios, narcos… Si un periodista consigue acceder a fuentes de formación que se trata de delincuentes peligrosos, el telespectador se pregunta cómo la Policía no los localiza y detiene.

Después de estar trabajando con la localización de fugitivos, puedo asegurarte que tienen tanto trabajo, pero tanto, que es imposible seguir todas las pistas. Puede que sean solamente 12 personas para localizar fugitivos nacionales y extranjeros y puede haber cerca de 900 fugitivos en busca y captura. Y el narcotraficante que yo entrevisté estaba en la lista de fugitivos. Es muy complicado. Y este tipo, una vez se quita la máscara, es una persona completamente normal, iba en su coche normal y pasa totalmente desapercibido. 

Su último libro es una trepidante novela sobre la Guerra de Siria.

Su último libro es una trepidante novela sobre la Guerra de Siria.

Editorial Diéresis

Este mismo año has publicado Cowboys en el infierno (Editorial Diéresis), donde denuncias la precariedad en que vivís los reporteros de guerra. ¿Crees que la cosa puede mejorar o irá a peor?

Va a ir a peor. Y ya está bastante mal; desde luego, mejorar no va a mejorar, eso seguro, sobre todo para los freelance. Va a haber cada vez menos espacio en los medios de comunicación, la pieza la pagarán peor todavía y llegará un momento en que los chavales se preguntarán si esto merece la pena o no. Cuando vas cumpliendo años y te acercas al momento de tener familia, dices hasta aquí que hemos llegado. Mi carrera como corresponsal de guerra terminó: tengo una niña, debemos pagar una hipoteca y… En fin, ya está bien de hacer el imbécil. Como dice mi padre, no tienes una profesión, tienes un hobby muy caro.

Cuando vas cumpliendo años y te acercas al momento de tener familia, dices hasta aquí que hemos llegado

Para terminar, hace apenas unos días Israel asesinó a cinco periodistas en Gaza. Ser corresponsal de guerra hoy es mucho más peligroso que hace diez o veinte años. El telespectador también se pregunta por qué aún hay compañeros que arriesgan su vida hasta ese punto. ¿Tú, que estuviste diez meses secuestrado por Al Qaeda, qué responderías?

Que ese tipo de periodismo es una especie de veneno, una especie de veneno que te corre por la sangre y no desaparece nunca. Mira, te estoy diciendo que tengo una niña, pero si hay segunda temporada apretaré a la cadena para viajar a Haití. Porque al final somos lo que somos y eso no se puede cambiar. ¿Me iría a hacer una guerra? Ahora mismo no es el momento, porque estoy con tratamiento psiquiátrico postraumático y porque ser padre te cambia por completo: veo imágenes que colegas cuelgan en las redes y, buf, se me hace muy difícil soportar el sufrimiento de los niños. Mi hija me acompañó a una entrevista en la radio para promocionar el libro y se puso a llorar en directo porque no quería que su padre hablase de la guerra. No quiere saber nada de la guerra. Nada. En mi despacho está lleno de fotografías, sabe que ha perdido varios amigos y… A veces llora, por qué no te buscas un trabajo en Antequera –nosotros vivimos en Málaga– y se te rompe el alma. No, esa época de mi vida ya pasó.

¿Qué pulseras llevas en tu muñeca derecha? ¿Crees en la suerte?

Cuando comencé en esto, en 2007, comencé a llevar pulseras que me hacía mi madre y partir de ahí, mi familia me las va regalando. Siempre llevo siete: soy muy supersticioso y mi número de las suerte es el siete: nací el siete de marzo y me liberaron el siete de mayo. Llama mucha la atención, sobre todo en países, donde más he estado, y la tradición es que yo regalase. La última pulsera que se ha unido a la colección me la ha hecho mi hija. Esa es la más importante y no la voy a regalar, claro. 

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