Gran parte del público general la ve ahora como una de las presencias más desinhibidas de Gran Hermano 20, pero su trayectoria televisiva viene de atrás. Edurne González, barcelonesa de 28 años, se mueve por la nueva casa de Tres Cantos con la seguridad que ya mostraba en su vídeo de presentación. Abierta, sincera y directa. Además, los últimos días la conversación ha girado en torno a la química que mantiene con Íñigo, otro de los participantes, con quien ha pasado de las bromas picantes a un cierto repliegue. Tan cercano es su vínculo que hubo un instante en el que ella le preguntó, tumbados en la cama, si en ese terreno era “un torito bravo”. Él alegó que era “bravo y sensible”.
Ese vaivén emocional ha marcado una entrada potente en el relato del concurso. No obstante, la catalana advertía en las primeras jornadas de convivencia a su compañera Patricia de que necesitaba estar “muy segura” para avanzar con cualquier idilio. Eso sí, dejó claro que la atracción era real, así como que toda contención nacía del propósito de no perder la amistad que se había formado en el casting. Y en el marco de esa conversación, las dudas sobre su romance incipiente abría paso a algo más profundo. Una confesión que tenía pendiente y que proyecta una parte clave de su historia, aunque en realidad ya habló sobre ese asunto en otro espacio televisivo hace una década.
Nunca fue tema tabú
Su experiencia sirvió de ejemplo en ‘Hermano Mayor’
Su aterrizaje en el formato de Mediaset ha hecho circular un episodio poco conocido de su pasado televisivo por las redes. Y es que, antes de ser 'gran hermana', González apareció en 2014 en Hermano Mayor, en Cuatro. No lo hizo como una joven en conflicto ayudada por Pedro García Aguado, sino como colaboradora en un programa dedicado a otra chica trans, Lorena, cuyo entorno tenía dificultades para comprender su proceso. La producción ideó una actividad de baile con Pilar, la abuela de la protagonista, y la entonces futura concursante se implicó a fondo.
Edurne ayudó a Pilar a comprender la realidad de su nieta transexual en 'Hermano Mayor'.
Durante la clase de danza hubo naturalidad y cero prejuicios, hasta que llegó el momento de la revelación. Aquel instante quedó marcado por una frase de Edurne al descubrir que la nieta de Pilar era transexual: “Mira, pues ya tenemos una cosa en común, yo también soy transexual”. Ante la atónita mirada de la abuela de Lorena, la joven relataba cómo su propia familia, con dudas iniciales, acabó apoyándola: “Cuando yo a mi madre le dije que quería ser una mujer no dijo ‘pues qué bien’. A mi abuela también le costó mucho, pero lo consiguió”.
Su intervención que sirvió para ayudar a la otra familia y, de paso, a la par que dejó constancia de una convicción que mantiene intacta. La de mostrarse tal como es. A fin de cuentas, su testimonio en el programa resumen bien su papel. Por un lado, su empeño en normalizar lo que vivía: “Tu nieta va a ser igual que yo si la apoyáis”. Por otro, la calma con la que explicaba su propio camino.
“Yo antes era un chico”
La reciente revelación de su realidad en el reality de Telecinco
La conversación con Patricia dentro de la casa, registrada hace apenas unos días, fue el punto de inflexión. “Hay cosas de mi vida que falta que salgan aquí, yo antes era un chico”, admitió frente a la participante. Añadió que “no decirlo es como que yo me avergüenzo y no me avergüenzo”. Y en ese instante marcó una frontera. Quería compartirlo de forma abierta, sin convertirlo en un peso que condicionara sus relaciones en el concurso.
En los primeros días, Edurne se sinceró con Patricia sobre su transición.
Todo con la particularidad de que la revelación coincidía con el movimiento de su historia con Íñigo. Poco después, mientras dormían juntos, ella deslizó un “esto puede salir muy mal”. Él la animaba a sincerarse, pero ella prefería esperar. Poco después hablaron y optaron por frenar, priorizando la amistad. “Lo que haga lo quiero hacer con cabeza, un calentón lo puedo aguantar”, le dijo ella. Él asentó. No tenía prisa, y ambos quedaron en avanzar despacio.
Un pacto que resume el clima actual entre los dos. Él le confesaría que le daba miedo “tirarse a la piscina” y luego verla como una amiga. Ella coincidía. Hablaron de límites, de expectativas y de cómo mantener el equilibrio. La catalana reconocía que no sabe “qué tiene que sentir o no” si cruza esa línea. Por eso van poco a poco. Así, en medio de esa tensión prudente, su relato personal emerge como un eje central. El de un capítulo que ya contó en televisión, que ahora retoma y que vuelve a colocarla en primer plano.
