Recorrido fotográfico por las calles vacías de España
Crisis sanitaria
El confinamiento por el Covid-19 ha dejado esta estampa repetida en muchas ciudades
Carmen Calvo, ingresada por infección respiratoria en un hospital de Madrid
Coronavirus en España: Última hora en directo
Despierto. Tampoco hoy se cuelan las voces del colegio que tengo al lado. Es domingo. Las cotorras que colman las palmeras de plaza Nadal dan sus sonoros buenos días. Parece un día normal. Hasta que enciendo la radio y el rosario de cifras siniestras nos sitúa de golpe en la rea-
lidad.
Voy a salir. Cojo lo imprescindible y lo obligado. La cámara, mascarilla, guantes, gel antiséptico y el brazalete de prensa que me abrirá las puertas de la calle. El quiosco de la rambla de Fabra i Puig sigue abierto, cuánto trabajo detrás de todos esos diarios. La gente se deja ver, hacen cola en las panaderías en un aparente orden. Si el enemigo fuera visible nadie estaría por ahí. De la mano de su padre un niño con máscara chuta las piedras del camino.
Avenida de la Diagonal de Barcelona desde Francesc Macià
Anoche me costó mucho aparcar. Multiplico las luces de los pisos por coches y me veo obligado a dejarlo mal estacionado. Al volante llego en un momento al centro de Barcelona. Sin tráfico vaya si funciona la progresión de semáforos que abren a verde. La plaza Catalunya, acordonada, se la disputan palomas y gaviotas que evocan al Hitchcock de Los pájaros. En la Rambla, escojo donde dejo el auto, sin alegría. En condiciones normales me pongo contento cuando aparco bien y gratis, señal de que algo estamos haciendo mal.
La Rambla de Barcelona
En el Pla de la Boqueria, junto al Liceu, se aprecia el paisaje distópico de alguna desgracia colosal. La calle es de la policía. Algún sintecho me sonríe amablemente desde el rincón en que siguen confinados. Unos turistas asiáticos se hacen una selfie ¿Dónde estarán alojados? No he visto ni un hotel abierto en todo el trayecto. Todo está en silencio, la brisa en la copa de los plátanos hace compañía.
En la playa las banderas rojas alertan de algo más porque el mar está en calma. En una estación de bicing no falta ni una. Desde un balcón de la Barceloneta una pareja de turistas me ofrece un brindis. Parecen felices, desde ahí arriba ven una ciudad que nunca vi. Detrás, un indigente se asea medio oculto en uno de los chiringuitos cerrados. Usa garrafas con agua de la fuente. Ese pudor respetuoso es parte de lo que somos.
Estación del Bicing en Diagonal Mar en Barcelona
A las paradas vacías acuden puntuales autobuses sin pasaje. Un conductor me saluda con la complicidad del que entiende el trabajo del otro. Enfilo hacia montaña por Via Laietana. Hay tantas personas como perros. En un semáforo bromeo con el dueño de tres ejemplares.
“Podrías salir tres veces en lugar de una”. Esboza un gesto triste y pisa la palanca del contenedor para lanzar la basura. Paso bajo una residencia de ancianos que me devuelve el recuerdo de viejecitos enfermos, cuatro o cinco por habitación ¿Qué estará pasando ahí dentro? A veces es mejor no saber. Aragó, Urgell, avenida Sarrià y Travessera de Les Corts. Cerca del Camp Nou doy un frenazo. Un marcador encendido es el testigo de un partido que no terminó. Local 10 - Visitante 14. Si era fútbol sala menudo espectáculo. O tal vez jugaban a balonmano.
El Parc d’Atraccions de El Tibidabo de Barcelona
Subo al Tibidabo. Sé que no podré acceder al parque de atracciones. No se puede entrar en ningún lugar, hasta las iglesias remiten a misas televisadas. De pequeño me encantaba ese lugar, siempre lo preferí al parque de Montjuïc. La noria con vistas de vértigo, el avión rojo como un juguete gigante en el que entrar, la sala de espejos distorsionantes en el que aún veo la risa de mi padre ausente. “Aquí no se puede entrar”, me advierte el vigilante, más acostumbrado que la mayoría al confinamiento.
Entre los barrotes encuentro el tiovivo, hay cosas que no cambian porque no deben cambiar.
Vacío el acceso a La Sagrada Familia de Barcelona
La luz se retira más pausadamente de lo normal. Ante la Sagrada Família la iluminación de la fachada del Nacimiento se enciende con puntualidad para ningún espectador. Circulo solo por la calle València. Son las 8 de la tarde y como accionado por un mecanismo visceral el cielo negro se llena de gritos, aplausos, bocinazos y algún cohete que no puedo ver. Toco el claxon con más solidaridad que ritmo. Ese ruido amontonado se torna manzana tras manzana en sonidos y músicas reconocibles. Un joven toca la guitarra en la ventana de un entresuelo, aprecio siluetas en un ático bailando un reguetón de moda a todo volumen. Pienso en lo que me ha contado Mònica, cantante y profesora de música. No sólo añora el abrazo de sus sobrinos. Si algo echa en falta es la posibilidad de escoger ¿Hay libertad entre cuatro paredes y vistas al parque? Quiero llegar a casa. Llamaré a las personas que quiero. Decidme, por favor, que estáis bien. Si no fuera por la tecnología todo esto sería demasiado triste. Un mensaje en el teléfono anuncia que una amiga de Madrid ha muerto por el maldito bicho. Busco la sonrisa de mi hija Laia. Mañana es domingo.
Calles fantasma
La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha llevado a los españoles a confinarse en casa mediante un decreto ley. Mientras las calles, plazas y avenidas de las principales ciudades permanecen desiertas. Calles normalmente abarrotadas, como la céntrica Plaza del Sol, en Madrid, apenas tiene transeúntes y la Gran Vía está desangelada. Las imágenes que deja esta cuarentena forzada, que se acaba de prorrogar otros 15 días, son escalofriantes.
Vista panoramica del passeig de Gràcia de Barcelona
Vista del passeig de Sant Joan en Barcelona
La Via Laietana en Barcelona
La plaza de a Catedral de Barcelona
Vista de la Meridiana de Barcelona
Plaza de Oriente en Madrid
La calle Segovia de Madrid
Un hombre transita la madrileña calle de Fuencarral
El centro de Madrid, vacío durante el Estado de Alarma
La Puerta del Sol durante el Estado de Alarma
El Palacio de Congresos en Madrid
La Calle Mayor de Madrid
La Plaza Mayor de Madrid
El madrileño barrio de Malasaña
València vacía durante el estado de alarma por coronavirus
Puerta del barrio antiguo de Valencia
Un joven pasea a su perro junto a la Catedral de Sevilla
Vista del Puente de Triana en Sevilla
Calle Cuna de Sevilla por la noche, completamente vacía
Plaza de San Francisco de Sevilla
El Paseo de los Tristes en Granada
Una calle vacía que desemboca en la Catedral de Granada
Vista este domingo de varias carreteras de acceso a Málaga
Vista de la Avenida de Castelao en Vigo
Imagen del Museo Guggenheim completamente vacío en Bilbao
Una mujer camina por las calles vacías del centro de Bilbao
Vista del paseo de la Concha de San Sebastián
Una joven carga con su equipaje por las calles de la Parte Vieja de San Sebastián
Un grupo de personas separados entre ellos, esperan realizar la compra en un comercio de la Calle Estafeta de Pamplona
Inusual aspecto sin vehículos de la Avenida de Zaragoza en Pamplona
Vista de este domingo de la plaza de los Juegos Olímpicos, en el barrio ovetense de la Florida
Vista este domingo de la calle hermanos Menéndez Pidal de Oviedo
Las calles del centro de Murcia, vacías durante el estado de alarma
Una mujer con su perro cruza la Gran Vía de Murcia
Hospital del Rosell de Cartagena