Karen lleva 8 años trabajando en el sector de la hostelería, y durante todo ese tiempo se ha sentido como en una “montaña rusa” en la búsqueda de una estabilidad laboral y emocional que no llegaba. Después de pasar por distintos locales en los que sentía que no terminaba de encajar, se le han abierto las puertas del restaurante 73 finestres de la Fundación Prodis, dónde ha encontrado al “equipo unido” y “familiar” que necesitaba.
Por suerte para Karen existen entidades como la Fundación Prodis (Prodiscapacitados Fundación Privada Terrasenca) con el apoyo de la Fundación La Caixa, que llevan desde 1996 ayudando a la promoción y formación integral de adultos con discapacidad intelectual, trastorno mental, parálisis cerebral o con espectro autista. Durante este proceso de formación, al trabajador se le enseña los conocimientos básicos de cocina y restaurante, además de ofrecerle un contrato laboral remunerado. Hay que tener en cuenta que estos trabajadores desarrollan su actividad en unas condiciones adaptadas a sus capacidades, pero que el objetivo final es que den el salto al mercado laboral común.
Nos dio una emoción inmensa cuándo Karen dijo que por primera vez en su vida se sentía realizada
Desde la Fundación Prodis se ha hecho una apuesta muy fuerte por la hostelería en estos últimos cuatro años para formar a trabajadores con distintas discapacidades para que entren y se adapten a un entorno de alta exigencia como la restauración. Durante estos años han trabajado en proyectos como La Cocteleria del Principal, La Coral de Prodis y el restaurante Els Telers, todos ellos locales en funcionamiento y gestionados por la propia fundación. También han dado espacio a la creación de El Coro Vell, un proyecto de cafetería inclusiva destinado a que las personas de Prodis puedan desarrollar y mejorar sus habilidades comunicativas de cara al público.
Todos estos años de actividad de la fundación culminaron en 2024 en la creación del restaurante 73 finestres (Terrasa) que da la oportunidad a decenas de “prodis” de participar en un proyecto ambicioso y “de gran calidad gastronómica”, según asegura Dani Jorquera, gerente de Prodis.
Jonquera destaca la “gran preparación y servicio” que ofrecen estos trabajadores en el restaurante y explica que todos acuden a los distintos servicios del 73 finestres con una gran ilusión. “El día de la inauguración, sin yo decirles nada, vinieron todos con el pelo recién cortado para el primer día de trabajo”, confiesa. Incluso a más de uno le sobrepasó la emoción del momento: “Ese día se nos mareó un camarero de la presión que sentía”, comenta entre risas.
Uno de esos camareros era Karen, de 27 años. Pese a su experiencia en el sector, el día de la inauguración los nervios estaban a “flor de piel” y la exigencia era máxima. Para Karen es importante el reconocimiento y la visibilidad que se hace de su trabajo y le emociona que se le dé la importancia que merece.
Las personas con discapacidad somos invisibles
“Me puse a llorar el primer día que un cliente me felicito por mi trabajo”, confiesa nerviosa. También destaca el gran trabajo que se está haciendo desde la fundación Prodis y reivindica los derechos de las personas con discapacidad: “Somos invisibles y gracias a estos proyectos en los últimos años cada vez lo somos menos”.
Además, todos los trabajadores del 73 finestres están bajo la revisión periódica de una psicóloga del equipo multidisciplinar de Prodis que facilita la adaptación de personas como Karen a su puesto de trabajo dando un resultado “maravilloso”, dicho por el mismo gerente de la fundación, y con un servicio del “más alto nivel”. Gracias a estos proyectos solidarios, Karen puede decir que está en su “mejor momento profesional”, y que el 73 finestres le ha “cambiado la vida”.