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La venta legal de golosinas de cannabis aumenta el consumo de porros y alcohol

Nuevo estudio

La experiencia de Canadá alerta del impacto de la legalización de los comestibles de marihuana en adolescentes

La oferta de golosinas de cannabis es variada: chupachups, galletas, chicles, gominolas, chocolatinas...

Xavi Jurio/Archivo

La legalización de comestibles y extractos de cannabis en presentaciones atractivas para jóvenes aumenta su consumo y también el de porros (cannabis fumado) y el de alcohol entre los adolescentes. Así lo asegura un estudio transversal publicado en Jama Network Open que analiza los cambios en el consumo de tabaco, alcohol y drogas de los estudiantes de entre 15 y 17 años de Canadá después de que se legalizara el cannabis seco en 2018 y los comestibles y extractos en 2019 en todas las provincias del país excepto Quebec.

Los autores del estudio –con 106.032 adolescentes– aseguran que la legalización se asocia con un aumento del 26% en la frecuencia de consumo de cannabis, del 43% en el consumo de comestibles de cannabis (chocolates, chicles, chuches, postres, refrescos...), del 34% en el de cannabis fumado y del 28% en el combinado de cannabis y alcohol.

La legalización de comestibles se asocia a un 34% más consumo de cannabis fumado, según el informe

Tras comparar los resultados de las encuestas canadienses sobre tabaco, alcohol y drogas de 2018-2019 y 2021-2022 y los datos en las provincias que legalizaron las golosinas y extractos de cannabis con los de Quebec (que prohibe también los productos de vapeo de cannabis para jóvenes)– dicen que la autorización administrativa se tradujo en una menor percepción de los daños del cannabis por parte de los adolescentes, que normalizan su uso.

Explican que los comestibles de cannabis resultan especialmente atractivos para los adolescentes no sólo por su sabor sino también porque pueden consumirse de forma discreta. De hecho, son la forma de consumo de cannabis elegida por aquellos que no quieren fumar o que otros sepan que consumen cannabis.

Menos percepción de riesgo, más sobredosis

Por otra parte, los investigadores apuntan que estas presentaciones también tienen mayor riesgo de sobredosis debido a sus efectos retardados y a que, como imitan productos comunes como dulces, refrescos y chocolatinas, es más difícil que los adolescentes tengan conciencia de la presencia de THC (el principal compuesto psicoactivo del cannabis) o puedan calcular la dosis adecuada.

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Los autores del estudio –los economistas de la salud Shweta Mital y Hai Van Nguyen– muestran además su preocupación por cómo la legalización y el mayor uso del cannabis se relaciona también con un mayor consumo de alcohol por parte de los adolescentes. Y destacan que los comestibles y vapeadores parecen seducir más a los jóvenes que el cannabis seco porque se perciben como opciones más “seguras”. Por ello consideran fundamental “educar a los adolescentes antes de que prueben estos productos y se conviertan en consumidores regulares”.

Una mujer fuma un cigarro de marihuana en una fiesta para celebrar la legalización del cannabis para uso recreativo en Ontario, en 2018  

AFP

Curiosamente, uno de los objetivos con los que se planteó la legalización del cannabis en Canadá era prevenir el consumo en adolescentes, una realidad bien distinta de los hallazgos de este estudio. Claro que entonces muchos profesionales de la salud ya advirtieron que facilitar su comercialización podría representar un riesgo grave para la salud juvenil porque aumentaba “la posibilidad de trastornos psiquiátricos, problemas cognitivos y bajo rendimiento académico”.