El sueño es uno de los pilares fundamentales de la salud y el bienestar, junto con la alimentación saludable y la actividad física. Pero mientras estas dos últimas se han incorporado claramente en las rutinas de los ciudadanos, la falta de sueño se considera algo sin importancia, tanto que es el primer sacrificado a la hora de estudiar o trabajar.
España es de los países en los que la población tiene más problemas de sueño (el 43% tiene síntomas de insomnio) por unos horarios poco racionales y una cultura que promueve el no dormir. Tanto es así, que los españoles ostentan el dudoso título del ser el mayor consumidor de benzodiacepinas, un medicamento incluido dentro del grupo de hipnosedantes que, a menudo, se receta para dormir mejor por su efecto ansiolítico, hipnótico y relajante muscular y que genera dependencia y provoca un deterioro del desarrollo cognitivo, aumentando el riesgo de accidentes o caídas, y fomentando el insomnio crónico a largo plazo.
La escasa percepción negativa de la falta de sueño unido al “enganche” que decenas de miles de ciudadanos tiene de las benzodiacepinas ha llevado a las sociedades científicas a elaborar una pirámide para tener una buena higiene del sueño (ver recuadro) y a pedir al Ministerio de Sanidad que financie los nuevos fármacos que actúan contra la vigilia sin generar dependencia.
Los antagonistas de las orexinas suponen alternativas seguras para manejar el insomnio crónico
Se trata de los antagonistas de las orexinas que suponen alternativas más seguras para manejar el insomnio crónico que, sin embargo, aún no están financiados en España. “Necesitamos contar con ellos lo antes posible”, pidió Lorenzo Armenteros, miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Estos antagonistas de las orexinas se han demostrado muy efectivos para el insomnio crónico, que es aquel que se prolonga más de tres meses y afecta a la vida diaria. En los últimos 20 años, el porcentaje de personas con insomnio crónico se ha duplicado y ya alcanza el 15%.
Pirámide del sueño
1. RUTINAS. Horario regular para levantarse y acostarse, y cenar pronto.
2. HÁBITOS. Comer de manera saludable, evitar líquidos antes de dormir, hacer ejercicio –como mínimo dos o tres horas antes de acostarse– o hacer siestas cortas (de 15 a 30 minutos).
3. HABITACIÓN. Poca luz, sin ruidos, sin pantallas, con la temperatura adecuada.
4. CAMA. Sólo para dormir o tener relaciones sexuales. Y, si hay que leer, libros en papel. No discuta, ni trabaje en la habitación. Si no puede dormir, levántese.
En la misma línea se pronunciaron miembros de la Alianza por el Sueño, el Foro Español de Pacientes (FEP), el Consejo General de la Psicología en España (COP) y la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), que son los que han elaborado la primera pirámide que organiza hábitos cotidianos en cuatro niveles con el objetivo de establecer rutinas que ayuden a dormir más y mejor sin recurrir de manera inmediata a los somníferos en el país líder en el consumo de tranquilizantes.
Hay que cambiar el concepto del sueño. Decir “llevo días sin dormir por terminar un proyecto” no sólo no está mal visto, sino que además revela dedicación y esfuerzo. “Y no es así. La falta de sueño implica menos concentración, menos memoria, más irritabilidad, menos productividad, en definitiva”, señala Armenteros.
El sueño “no es un proceso pasivo”, pues durante el mismo se consolidan la memoria y el aprendizaje, se refuerza el sistema inmunitario y se limpian sustancias tóxicas del cerebro, insiste.