El papa León XIV nombraba esta semana al barcelonés Daniel Palau Valero como nuevo obispo de la diócesis de Lleida, en sustitución de Salvador Giménez, en el cargo desde 2015. En su primera toma de contacto con la diócesis, que dirigirá a partir del 19 de julio -cuando sea ordenado en la Catedral de Lleida- Palau no tuvo reparos en reconocer, en un ejercicio de humildad y sinceridad, que necesitará algo de tiempo para hacerse suya la diócesis leridana. Palau fue nombrado este mes de enero decano de la Facultad de Teología de Catalunya, cargo que dejará al finalizar el curso, y ejercía como rector de las parroquias de Santa Maria y Sant Antoni Abat, de Corbera de Llobregat.
Con 52 años será, de momento, el obispo titular más joven de Catalunya. Le podría superar pronto el obispo coadjutor de Urgell, Josep Lluís Serrano Pentinat, que tiene 48 y que está llamado a tomar el relevo del arzobispo de Urgell, Joan-Enric Vives. Palau valoraba así que León XIV haya elegido a un obispo joven. “Hago un lectura positiva, ya que lo que se reclama es una Iglesia joven”.
Conocer la realidad de los temporeros y la falta de vocaciones, en la agenda del futuro prelado
En su primera comparecencia ante los medios, el pasado jueves, Palau reiteró, como ya había hecho el día antes tras conocerse su nombramiento, su voluntad de conocer la realidad de los temporeros, que llegan sin papeles, que no tienen una vivienda digna o que socialmente “están muy heridos en su dignidad”.
También se pronunció sobre aspectos de rabiosa actualidad como la propuesta de Junts de prohibir el velo en la escuela. Sin entrar en el planteamiento de la formación política, señaló que, en términos generales, “todos los símbolos religiosos, siempre y cuando sean símbolos vividos, no desde la agresividad, sino desde la fe y desde la paz deben ser compartidos y deben ser expresados con normalidad, sin agresividad, pero también con el deseo de integrarse en esta sociedad que es una sociedad europea”.
Todos los símbolos religiosos, siempre y cuando sean símbolos vividos, no desde la agresividad, sino desde la fe y desde la paz deben ser compartidos y deben ser expresados con normalidad
Una de las patatas calientes de la diócesis de Lleida es el conflicto del arte sacro con Aragón, un litigio que se remonta a 1995, cuando la Santa Sede segregó parroquias aragonesas del obispado de Lleida que pasaron a la nueva diócesis de Barbastro-Monzón. Un caso que ha enfrentado en los tribunales a los obispados de Lleida y Huesca. Palau reconoció que no tiene suficiente conocimiento sobre el litigio, que todavía tiene recorrido. El Consorcio del Museo de Lleida interpuso hace unas semanas un recurso de casación en el Tribunal Supremo contra la sentencia de la Audiencia de Huesca que ratificó que las 111 piezas de arte originarias de la Franja, que estaban en el Museo de Lleida son propiedad de las parroquias de las diócesis de Barbastro-Monzón.
Durante su obispado, Palau Valero vivirá de cerca otras realidades como la falta de vocaciones, un problema común en todas las diócesis. Actualmente no hay ningún seminarista en Lleida. Reconoce que los jóvenes que están pensando en ser sacerdotes “necesitan gente que les escuche y que puedan dialogar abiertamente, pero también tiempo y paciencia para construir su historia y su vida”. Historia como la que escribió él en 2003, cuando se ordenó sacerdote con 30 años. Dice que quiso ser cura para ser feliz. “He sido feliz sirviendo y amando a todo el mundo, con respeto y comprensión y cariño”, explicaba este jueves en declaraciones a La Vanguardia . Tarea que seguirá ejerciendo ahora en un rol superior.