“Seré tu papá”: agredida sexualmente de los 10 a los 19 años

Una historia de terror

Las violaciones pueden causar estrés, amnesia, fobia al sexo e irritabilidad, entre otras secuelas

28 - 10 - 2024 / Ripollet / Foto de dibuixos de la fundació Fundació Concepció Juvanteny que fan nois víctimes d'abusos sexuals - Presidenta Emilia / foto: Llibert Teixidó - AIDA

Dibujo realizado por una niña víctima de abusos sexuales en su entorno familiar 

Llibert Teixidó

La mayoría de noticias judiciales sobre agresiones sexuales ponen el acento en los autores, en las pruebas condenatorias y en los años de pena. Pocas sentencias, sin embargo, recuerdan el terrible peaje que han de pagar las víctimas, en especial las que comenzaron a sufrir las agresiones cuando eran menores de edad. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra acaba de hacer algo poco habitual: hablar primero de la víctima.

Y no una víctima cualquiera. La llamaremos Amina, una niña de Pamplona que a los diez años vio como su madre iniciaba una nueva relación con otro hombre. Su padrastro. Este lobo con piel de cordero se quitaba el disfraz en cuanto se quedaba a solas con ella en casa. Primero, recuerdan los magistrados, fueron “tocamientos y agresiones sexuales sin penetración”. Así hasta que la joven cumplió 18 años, una fecha que no olvidará.

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A partir de ese momento, el acusado “dio un paso más”. Es fácil imaginar cuál. Como consecuencia de esos nueve años de torturas, la víctima padece hoy “estrés traumático, con un nivel extremo de intrusión”. Los síntomas de intrusión, explican los expertos, son por ejemplo recuerdos, sueños o escenas retrospectivas involuntarias. Muchas personas intentan olvidar ciertos hechos traumáticos de su vida con amnesia disociativa.

Estos pacientes pueden desarrollar patrones de pensamiento negativos y llegar a sentirse separados o distanciados de los demás. E, incluso, culparse de cosas que no hicieron. O vivir en un permanente estado de hipervigilancia, es decir, evaluando constantemente todo lo que pueda representar una amenaza, en una tormenta caracterizada por la irritabilidad, la dificultad para concentrarse y los trastornos del sueño.

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Es el caso de Amina, con “pesadillas muy frecuentes y recuerdos angustiosos que aparecen de forma involuntaria y que le han llegado a provocar impulsos autolesivos”. La sentencia insiste en que esta joven, que solo se atrevió a denunciar cuando tenía 19 años y que ahora debería estar descubriendo el mundo, presenta un malestar extremo ante todo lo que tenga que ver con el sexo”. También tiene “niveles muy elevados de síntomas de evitación”.

Se entenderá muy bien qué son estos síntomas de evitación si se explican algunas de sus consecuencias: a Amina no le gustan las camas y le cuesta mucho dormir en la suya. La evita. Es una joven con “una alta hiperactividad y muy proclive al aislamiento social. Tiene una imagen muy negativa de sí misma, desconfía de las intenciones ajenas y trata de evitar las relaciones personales. Está de baja y en tratamiento médico y psicológico.

El condenado tiene 53 años y nacionalidad española, aunque nació en Marruecos. El Tribunal Superior de Justicia ha confirmado la sentencia que le impuso la Audiencia de Navarra: 14 años de prisión por un delito continuado de agresión sexual con penetración y agravante de prevalimiento (cuando un delincuente se aprovecha de su superioridad respecto a la víctima para cometer el delito “de manera más fácil y exitosa”).

Tanto el tribunal de la sentencia de referencia como los magistrados que la han ratificado ahora conceden a la denunciante una total verosimilitud. Su testimonio, dicen, resulta muy creíble y coherente; y en su narración de las sevicias se mostró en todo momento “sincera, segura y firme”, sin nada que hiciera pensar en una fabulación, como confirmaron los testigos y el informe pericial psicológico.

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Otro dibujo hecho por un menor víctima de abusos 

Llibert Teixidó

La defensa del agresor, que reclamó en vano la absolución, trató de recalcar las contradicciones en las que, a su parecer, incurrió la víctima y en el hecho de que diera explicaciones “de manera genérica”. No puede ignorarse, han replicado los jueces, la edad de la denunciante “cuando comenzaron los abusos y las agresiones” ni “la reiteración y el considerable número de delitos, así como el tiempo transcurrido”.

Una vez salga de prisión, el reo deberá permanecer en libertad vigilada 10 años y durante 24 no podrá comunicarse con la víctima ni acercársele a menos de 300 metros. Aunque parece poco probable que lo haga, también debería indemnizarla con 60.000 euros por el “daño moral”. Cuando se casó con su madre y llegó a la vida de la menor, le dijo: “Me gustaría que me llamaras papá porque eso seré para ti: un padre”. Eso dijo.

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