Mariona Borrás, ingeniera de montes: “Hemos de aprender a protegernos individual y colectivamente de los incendios”

Más y peores fuegos en España

Expertos en gestión y prevención de incendios forestales denuncian la escasez de planes de autoprotección y la insuficiente coordinación entre administraciones

RESTOS QUEMADOS Y TODAVÍA HUMEANTES DE INFRAESTRUCTURAS AGRÍCOLAS EN EL INCENDIO DE LA COMARCA DE LA SEGARRRA, PROVINCIA DE LLEIDA

El incendio que ocurrió la semana pasada en la comarca de la Segarra, en la provincia de Lleida, calcinó diversas infraestructuras agrícolas, como se ve en la imagen 

MARC CARNICE / SIRERAFOTO

Los incendios forestales van a ser una realidad cada vez más frecuente y destructiva. El cambio climático -materializado en forma de más etapas de sequía hídrica, de sequía térmica, de subida de las temperaturas medias y extremas y de cambios en las condiciones de las capas altas de la atmósfera- está influyendo en la propagación de los fuegos y haciendo más difícil su extinción.

A los incendios forestales más o menos amplios y virulentos que se producían el siglo pasado se han ido sumando los que los expertos denominan de cuarta, quinta o sexta generación, que pueden poner en jaque no solo a los servicios de extinción sino a toda la sociedad porque las condiciones de algunos de ellos los sitúan fuera de la capacidad de extinción. Es decir, que por muchos bomberos e hidroaviones que se destinen no pueden apagarse hasta que no cambian la meteorología o la zona y el tipo de combustible que arde.

Así lo han explicado Cristina Montiel Molina, directora del grupo de investigación Geografía, Política y Socioeconomía Forestal en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y Mariona Borràs, ingeniera de montes y responsable del área de base social y comunidad de la Fundació Pau Costa (dedicada a la gestión prevención de incendios y la promoción de paisajes y sociedades resilientes), durante una jornada informativa organizada por SMC España sobre los incendios de sexta generación (aquellos de intensidad tal que alteran la dinámica de las capas altas de la atmosfera y generan vientos difíciles de modelar que impiden predecir el comportamiento del fuego).

La principal hipótesis sobre el origen del primer gran incendio forestal que ha afectado unas 5.300 hectáreas, según los últimos datos facilitados, y que provocó la muerte de dos personas, apunta a una causa accidental. El inicio del incendio se sitúa en el núcleo de Patamolls de Granollers, en el municipio de Torrefeta i Florejacs en La Segarra. Según los investigadores, todo habría comenzado con una chispa que salió despedida de una máquina cosechadora. 

El agricultor que estaba trabajando con la máquina había seguido los trámites establecidos y había informado de la actividad. No en vano, por las condiciones climatológicas, ayer se estableció el nivel 3 del Plan Alfa lo que implica peligro muy alto de incendio forestal, lo que obliga a informar de este tipo de actividades. Según los investigadores, la máquina máquina cosechadora era nueva y cumplía con la normativa. El incendio habría comenzado alrededor de las 17 horas y el propio agricultor dio la alerta. Las llamas avanzaron hacia Agramunt.

La principal hipótesis sobre el origen del incendio de La Segarra apunta a una chispa que salió despedida de una máquina cosechadora 

Archivo/agencias

El primer incendio de este tipo registrado en España fue el que la semana pasada arrasó con extrema virulencia tierras de cultivo en la comarca de la Segarra (Lleida). “No es que estemos en una nueva etapa, pero sí ante una evolución que exige tomar medidas para muchos y nuevos tipos de incendios y eso significa también que hemos de aprender a convivir con ellos y a protegernos de esos incendios tanto a nivel individual como colectivo”, aseguró Borràs. 

”Hemos de preparar el territorio para reducir la vulnerabilidad (ante un incendio) y las medidas que se han tomado o se están tomando son mínimas: no hay suficientes planes de autoprotección ni suficiente coordinación entre administraciones, y hay 17 modelos diferentes de planificación y ordenación del territorio”, se lamentó Montiel. 

Toda la sociedad ha de corresponsabilizarse: desde las comunidades de vecinos hasta los ayuntamientos

Cristina MontielInvestigadora Geografía, Política y Socioeconomía Forestal UCM

Pero también subrayó que la gestión y prevención de incendios no es solo cosa de los políticos ni de los bomberos, sino que “toda la sociedad ha de estar preparada para corresponsabilizarse: desde las comunidades de vecinos de las urbanizaciones hasta los ayuntamientos, pasando por los responsables de urbanismo, de medioambiente o los propietarios de los terrenos han de corresponsabilizarse de la gestión del riesgo de incendio”.

En este sentido, Montiel cree que “el incendio de Lleida se gestionó bien desde el punto de vista de la corresponsabilidad gracias a que hubo una buena comunicación, a que se dieron mensajes claros” a los afectados.

Todos queremos que haya espacios protegidos, pero hemos de hablar de cómo los gestionamos

Mariona BorràsIngeniera de Montes, Fundación Pau Costa

En esta línea de compartir responsabilidades para evitar los incendios y sus dramáticas consecuencias, ambas especialistas reivindicaron la necesidad de integrar la protección de la naturaleza y de la biodiversidad con la gestión del riesgo de incendios. “La existencia de espacios protegidos no es una amenaza para el riesgo de incendios sino todo lo contrario; lo que hay que ver es cómo se gestionan”, afirmó la catedrática de Análisis Geográfico Regional de la UCM.

 ”Todos queremos preservar la biodiversidad y que haya espacios naturales protegidos, pero hemos de hablar de cómo planificamos y gestionamos esos espacios, establecer prioridades y valorar el coste de la preservación; porque si para preservar la biodiversidad se van a acabar quemando equis número de hectáreas y se van a comprometer equis ecosistemas, igual no vale la pena; hay que hablar de todo ello”, apuntó Borràs. 

Horizontal

Un helicóptero trabaja en la extinción del incendio que se inició ayer en Paüls (Tarragona) y que afecta a más de 3.137 hectáreas, un tercio dentro del Parque Natural de Els Ports 

Quique García / EFE

Montiel también reivindicó la necesidad de invertir más en investigar sobre el comportamiento de los megaincendios y los incendios de sexta generación para crear nuevos modelos y herramientas fiables para los equipos de extinción. “Se necesita más ciencia sobre el tema; hay poco conocimiento sobre algo que está cambiando de forma permanente y es difícil tener capacidad de gestión en la incertidumbre, porque ahora los equipos de extinción van un poco a ciegas de cómo pueden comportarse esos fuegos y la atmósfera que generan”, comentó la investigadora.

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