Eivissa, la isla que inventó el lujo desmedido y se ha convertido en el paraíso de los excesos, está a un peligroso paso de morir de éxito porque el turismo de lujo no reparte su riqueza y empieza a crear una nueva clase social de trabajadores pobres. En esa isla donde Lionel Messi pasa sus vacaciones en una mansión que vale 11 millones de euros y donde Leonardo di Caprio alquila una villa a razón de 30.000 euros al mes comienza a extenderse un inesperado paisaje de asentamientos de chabolas y de caravanas donde viven trabajadores que cobran una nómina que no les basta para pagar una vivienda.
Es la única opción que tienen muchos de ellos ante la falta de alojamiento asequible en una zona donde los precios del alquiler están disparados
Eivissa no es Brasil, pero las imágenes de estos poblados chabolistas que proliferan en la isla desde hace unos años recuerdan a las de mansiones y favelas separadas solo por un muro o una carretera. Can Rova 2 es uno de estos asentamientos de caravanas y chabolas donde viven trabajadores de temporada que llegan a Eivissa en verano y se van cuando acaba el trabajo, en septiembre.
Se llama Can Rova 2 porque antes hubo un Can Rova 1 pero fue desalojado y rápidamente reconstruido en otro lugar
Se llama Can Rova 2 porque antes hubo un Can Rova 1. Fue desalojado y rápidamente reconstruido en otro lugar. Policía y residentes en estos poblados caravanistas llevan tiempo jugando al gato y al ratón: apenas unos días después del desalojo aparece otro poblado unos kilómetros más allá.
El martes está previsto el desalojo de Can Rova 2 porque las autoridades han comenzado una guerra sin cuartel contra el caravanismo y el chabolismo. Es probable que pronto llegue Can Rova 3.

Rosario, de 28 años, empuja el cochecito de su bebé en el asentamiento improvisado Can Rova 2, donde viven trabajadores con sus familias debido a una grave crisis de vivienda que muchos residentes atribuyen al turismo excesivo en Eivissa
Mucha gente que llegaba a la isla hasta ahora en caravanas las ha utilizado después como alojamiento principal para pasar así la temporada de verano.
El president del Consell d’Eivissa, Vicente Marí, señala que estos asentamientos son un problema, pero precisa que la casuística de quienes viven en los poblados es muy diversa. Entre ellos están quienes trabajan durante la temporada y no pueden pagar el precio de un alquiler que está por las nubes.
Ahora mismo, según un portal inmobiliario, la vivienda más barata que se alquila en Eivissa es un estudio de 45 metros que cuesta 1.300 euros al mes. Cuando se accede a las ofertas de pisos, el propio portal sugiere la posibilidad de alquilar una habitación. La más barata cuesta 600 euros mensuales.
Ahí están quienes trabajan durante la temporada y no pueden pagar el precio de un alquiler que está por las nubes
El president del Consell reconoce que la vivienda es una dificultad añadida para los trabajadores, pero precisa que también hay gente que decide vivir de esta manera para ahorrar al máximo durante la temporada y abandonar la isla cuando acabe el trabajo.
Por ejemplo, los servicios sociales han contabilizado la presencia de unos 700 ciudadanos saharauis que se han instalado de forma temporal en alguno de estos poblados y han normalizado estas condiciones de vida.

Isaías, de 11 años, juega frente al asentamiento improvisado de Can Rova 2
En el caso del Ayuntamiento de Santa Eulàlia, donde hay uno de estos asentamientos, no han podido hacer nada porque el problema no es de exclusión social sino de vivienda.
El alquiler turístico ha causado un auge del precio de la vivienda inasumible para algunos trabajadores
“Queremos evitar a toda costa normalizar esa forma de vida”, asegura el president del Consell. Detalla que las condiciones son “lamentables” para quienes viven allí y añade que es una imagen “fatal y horrorosa” para un destino turístico como Eivissa, cuyo objetivo es apostar por la calidad y no por la cantidad.
Marí añade que los asentamientos son un riesgo para sus habitantes porque no se dan las mínimas condiciones de habitabilidad. Hace unas semanas se originó un incendio en una de las caravanas, que afortunadamente se pudo apagar con rapidez y no provocó heridos ni incidentes.

Richard, de 35 años, trabajador de la construcción de viviendas, se encuentra dentro de su chabola, donde vive su familia en el asentamiento
En los poblados de chabolas y caravanas se mezclan trabajadores precarios con inmigrantes y el Consell quiere saber en qué condiciones vive cada uno de ellos.
“A las personas que viven en chabolas por un problema de exclusión social hay que darles una solución desde los servicios sociales, pero quien está allí porque no quiere pagar una vivienda tendrá que pensar si debe venir a la isla”, señala Marí. “Si no encuentra una vivienda, deberá plantearse si puede seguir en Eivissa en esas condiciones”, añade.
Bajo ningún concepto se puede normalizar vivir en unas condiciones que no son dignas
Marí explica que las instituciones han comenzado a trabajar de manera activa para que no se normalice el hecho de ir a trabajar a Eivissa y vivir en una caravana o en una chabola. “Bajo ningún concepto se puede normalizar vivir en unas condiciones que no son dignas”, añade. “No podemos importar esa forma de vivir para mantener un puesto de trabajo”.
Los sindicatos de han sumado a esta petición y en la Mesa de Diálogo Social han pedido que no se considere normal este modo de vida, ya que afirman que no es más que un retroceso en los derechos de los trabajadores.
En el sustrato del problema vuelve a aparecer de nuevo la dificultad de acceso a la vivienda debido a una oferta que ha menguado mucho por culpa del alquiler turístico, entre otras razones. El Consell ha llegado a un acuerdo con Airbnb para que retire de su página todas las ofertas que no tengan el número de registro legal y la empresa ya ha eliminado cerca de 1.800 anuncios que no cumplían las condiciones, entre ellos la oferta de algunas caravanas.
El Consell de la isla trata de evitar que el chabolismo arraigue y acepta renunciar a seguir creciendo
El año pasado llegó a aparecer el anuncio de una tienda de campaña que estaba ubicada en uno de estos campamentos chabolistas donde vivían mayoritariamente norteafricanos. Costaba 45 euros la noche y se anunciaba como “experiencia de supervivientes”.
El hallazgo se produjo de manera fortuita después de una inspección rutinaria de la Policía Local en la que, para su sorpresa, observaron a dos turistas cuando salían del recinto con sus maletas de ruedas.

Unna mujer observa el interior de su chabola en el asentamiento
En el Consell se han propuesto combatir con todas sus armas este tipo de turismo y los asentamientos que origina el turismo legal. Marí dice que hay voluntad de no seguir creciendo como respuesta al creciente malestar ciudadano por la saturación turística.
“Hay un compromiso de los hoteleros y del sector de la industria turística de Eivissa de renunciar a seguir creciendo”, asegura Marí.
“Todos compartimos la voluntad de erradicar esa forma de vida porque tanto los empresarios como los sindicatos están de acuerdo en que esa no es una manera digna de vivir”, añade en referencia a la vida en chabolas. Cree que Eivissa debe parar, no crecer por encima de sus posibilidades, y evitar que haya trabajadores que tengan que vivir en esa situación. “Si esas son las condiciones, la voluntad es no seguir creciendo”, concluye.
Limitaciones a la entrada de vehículos
El president del Consell de Eivissa, Vicent Marí, habla de “plaga” cuando se refiere a las caravanas. Comenzaron a llegar a la isla como una alternativa de vacaciones baratas. Colonizaron la primera línea de costa, áreas naturales y zonas boscosas de la isla, y de ahí dieron el salto a Airbnb, donde empezaron a alquilarse al precio de habitaciones de hotel de cuatro estrellas. Esos anuncios ahora están prohibidos, pero ir de vacaciones a Eivissa y aparcar la caravana en cualquier lugar se había extendido de tal manera que el Consell ha decidido atajar de raíz la llegada de estos vehículos. Desde el pasado mes de junio solo pueden entrar con caravana a la isla quienes demuestren que tienen una reserva en uno de los cinco campings habilitados.