El Consejo Europeo, reunido en Barcelona en 2002, ya instó a los gobiernos a impulsar en las escuelas el aprendizaje de, al menos, dos lenguas extranjeras “desde una edad muy temprana” con la idea de que los jóvenes puedan estudiar, formarse o trabajar en otros estados miembros. Éste es un objetivo recurrente en los informes de educación. No obstante, según el último boletín de Eurostat, publicado ayer, España no se ha puesto las pilas y se sitúa entre los países de la cola de Europa, tanto en los alumnos de secundaria como los de formación profesional (FP).
Así, Eurostat recoge que el 60 % de estudiantes de secundaria superior (4º de ESO y bachillerato) de Europa estudian dos lenguas extranjeras, generalmente inglés y español. En España, sólo lo hace el 22,4%.
En centros de FP el aprendizaje de dos lenguas es menor en Europa (34%) e inexistente en España (0,1%)
España es el tercer país por la cola en aprendizajes de lenguas en el centro educativo. Es cierto que la situación es peor en Portugal (6,7 %) e Irlanda (10,4 %) y únicamente algo mejor en Italia y Lituania (no llegan al 40%), pero no tiene comparación al resto de estados miembros con tasas mucho más altas.
En realidad, la brecha es importante. En nueve países de la UE, más del 90 % de adolescentes de 15 a 18 años estudia dos o más lenguas extranjeras. Así lo establecen los planes de estudio de estas administraciones para secundaria y bachillerato. Los porcentajes más altos se encuentran en Francia (99,8 %), Rumanía (99,1 %) y Chequia (98,5 %). También en los países bálticos (Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia) y Luxemburgo (francés y alemán se enseñan como lenguas extranjeras, aunque sean oficiales).
El objetivo de las universidades
De hecho, a pesar de que España ha mejorado en el aprendizaje de una primera lengua extranjera y los jóvenes se desenvuelven mejor en inglés, el nivel sigue sin ser suficientemente alto. Ejemplo de ello es que las universidades catalanas tuvieron que anular la exigencia de los estudiantes de demostrar un certificado de B2 (nivel conversacional básico) de una lengua extranjera para obtener el título, como habían establecido, ante la falta de alumnos que lo conseguían. Esta obligación se estableció en 2013 para los estudiantes que se graduaran en 2017, se prorrogó cuatro años más y en 2021 se desistió de exigir una certificación oficial. A cambio, los campus se comprometieron a evaluar por otros medios la competencia lingüística. Según la Comisión Europea, una mayor competencia multilingüe permite a las personas aprovechar más las oportunidades que ofrece el mercado interior, como la libre circulación de trabajadores, así como tomar decisiones más informadas sobre las oportunidades en otros países de la UE.
Inglés sigue siendo la lengua común. En 2023, fue el idioma que sonó en las aulas en un 96% de los centros educativos europeos.
El español ocupó el segundo lugar (27,1 %), seguido del alemán (21,2 %), el francés (20,8 %) y el italiano (3,2 %).
Formación profesional
Si en España el 22,4% de estudiantes de bachillerato aprenden dos lenguas extranjeras, en los centros de formación profesional es prácticamente inexistente: sólo lo hacen en el 0,1% de institutos. Esta cifra es la misma que en Grecia y sólo supera a Malta (0%).
En general, en la Unión Europea, se estudian pocos idiomas en los centros de FP. La tasa no alcanza al 35% del total.
Rumanía fue el único país donde casi todos los estudiantes (97,2 %) estudiaron dos o más idiomas extranjeros en 2023, seguido de Finlandia (85,0 %) y Polonia (78,0 %).
Curiosamente en Italia, los estudiantes de FP aprenden dos lenguas extranjeras en mayor medida que los de bachillerato (más del 40%).
En la FP, el idioma alemán ocupó el segundo lugar (18,1%), seguido del francés (14,1%), el español (6,6%) y el ruso (2,3%).
Esta dificultad por mejorar en la competencia de lenguas contrasta con la actitud muy positiva de los europeos respecto al multilingüismo. En el Eurobarómetro sobre lenguas publicado en 2024, se observa que el 86 % de los encuestados considera que todo el mundo debe hablar al menos otra lengua distinta de su lengua materna y el 69 % dice más de una lengua. El 76 % cree que la mejora de las competencias lingüísticas debe ser una prioridad política. En este estudio se ve una gran diferencia entre la capacidad de hablar lenguas extranjeras por parte de los adultos y la de los jóvenes, a favor de estos últimos.
Tres de cada cinco europeos pueden mantener una conversación en una lengua distinta de su lengua materna, lo que supone un aumento de 3 puntos porcentuales desde 2012.
La proporción aumenta a cuatro de cada cinco entre los jóvenes europeos (79 % entre 15 y 24 años), con un aumento de 5 puntos porcentuales