“No solo los invidentes tienen perros de asistencia: ¿qué pasa con el mío?”
La mejor alianza
Bela es indispensable para una trabajadora de RTVE con discapacidad auditiva
Inmaculada Vicente, con Bela, en un parque cercano a su lugar de trabajo
Nunca conoceremos el pasado de Bela, una perrita mestiza de cinco años, cruce de beagle y bodeguero. ¿Abandonada? ¿Perdida? Vagó por bosques de Catalunya y recaló en varias protectoras, a la espera de una adopción que no se produjo hasta que llegó a Help Guau, en Argentona. Allí se enamoró de ella Óscar Reixach, de la asociación Áskal, cuyo lema es: “No solo adiestramos perros, formamos compañeros de vida”.
Pero sí conocemos el presente y el futuro de Bela: ayudar en su vida diaria a Inmaculada Vicente Luque, una trabajadora de RTVE con una deficiencia auditiva (la operaron del oído derecho con 18 años y durante la pandemia sufrió en el izquierdo un colesteatoma, un tumor no canceroso, pero que puede afectar a la audición). Inmaculada, que lleva dos audífonos, tiene incluso así dificultades para detectar la procedencia de según qué sonidos.
Inmaculada y su perrita guía
Óscar tuvo a Bela en su casa varios meses para socializarla antes de entregársela a Inmaculada y darle pautas para que ambas formaran una unidad, un complemento perfecto. Si a Inmaculada se le caen las llaves o la cartera, Bela la avisa y señala el lugar (por eso a esta clase de perros de asistencia se les llama perros señal). Y lo mismo cuando pita la olla a presión o suena el interfono o el timbre de casa.
Bela es ahora una trabajadora más de RTVE, porque donde está Inmaculada está ella o debería estar ella. Sabe distinguir hasta el sonido del teléfono particular de su compañera humana. “Solo el del particular, el del trabajo no, porque lo tengo también en modo vibración y me llaman tantas veces que se volvería loca, pobre”. Pero Bela tiene un problema: es pequeñita, solo pesa siete kilos y no es un golden ni un labrador.
La mayoría de las personas asocian estas razas (tan comunes en la Fundación ONCE) a los perros guía. Y también creen que los solo los perros guía son perros de asistencia, los únicos autorizados, por lo tanto, para ir en transportes públicos sin necesidad de bozal y con permiso para entrar en restaurantes o comercios, incluso de comestibles. Pero hay otros ejemplares incluidos en esta categoría, tengan el aspecto que tengan.
Algunos, por ejemplo, avisan con antelación a personas con epilepsia de que van a tener una crisis. Otros, como Bela, se han convertido en el sexto sentido de sus propietarios. Pese a ello, Inmaculada debe dar a menudo toda clase de explicaciones a conductores de autobús incrédulos o a comerciantes que la toman por una farsante: “No solo los invidentes tienen perros de asistencia: ¿qué pasa con el mío?”.
Un restaurante que solo da “la bienvenida” a perros guía
Además de tener todos los requisitos veterinarios y de estar muy bien enseñada (pasea sin tensar la correa y sabe cuándo, dónde y cómo hacer sus necesidades), Bela tiene una capa y una chapa identificativa como perrita de asistencia, así como un carnet acreditativo de la Generalitat y otro de Assistance Dogs International, entre otros documentos. “Señora, si quiere subir, métala en un transportín”, le dicen algunos conductores.
“Aún hay mucho desconocimiento”, explica el adiestrador de Bela, Óscar Reixach, que también entrena perros de asistencia psiquiátrica, preparados para apoyar a pacientes con trastornos psiquiátricos o emocionales. La asociación Áskal, para la que trabaja y que forma parte de Assistance Dogs International, admite que pronto habrá tres ejemplares más como Bela (uno en Catalunya y los otros, en Andalucía y el País Vasco).
La denuncia pública de la propietaria de Bela
El caso de Bela refleja además que los perros de asistencia no han de ser de raza. Inmaculada, que también tiene un problema que le impide levantar grandes pesos, necesitaba una compañera ligera, que pudiera llevar fácilmente en brazos si le ocurría alguna cosa. Cuando Óscar la descubrió en la protectora de Argentona (su mirada despierta, el tamaño ideal, deseosa de tener por fin un hogar), pensó: “Puede servir”.
Y no se equivocó. Hoy una trabajadora de RTVE con una discapacidad auditiva vive más tranquila, a pesar de que tiene en casa y en la oficina una sombra, una compañera que no le quita el ojo de encima. Incluso cuando parece que duerme, está pendiente de sus más mínimos movimientos. Y, si Inmaculada se levanta, se alza de repente y se le queda mirando con sus ojos pacíficos, como diciendo: “Aquí estoy para lo que necesites”.