Las fuerzas de seguridad liberaron en España durante el año pasado a 1.794 personas que eran explotadas sexual o laboralmente. Esta cifra es un 22% más que el año anterior y muestra una realidad oculta en nuestra sociedad que proporciona un gran negocio económico a las redes de explotación.
Este miércoles se ha conmemorado el Día Mundial contra el Tráfico de Personas, una lacra social que en nuestro país detectan las oenegés como Cruz Roja o Fiet porque es donde acuden algunas de las víctimas que consiguen escapar de la explotación. Celeste López, redactora jefe de La Vanguardia, detalla los entresijos de estas redes en el vídeo que precede a este texto. En conversación con Enric Sierra, vicedirector del diario, López describe el perfil de los esclavos modernos liberados en España.
La captación de estas personas se realiza en los países de origen, preferentemente en Colombia, Venezuela, Paraguay, Nigeria y Camerún. Las redes de explotación se aprovechan de la situación de vulnerabilidad y de las cargas familiares que tienen sus víctimas para traerlas a España con la falsa promesa de un trabajo y acaban sometidas a la prostitución o a empleos en ámbitos como la agricultura o tareas domésticas.
Celeste López explica que el número de liberaciones que ha realizado la policía es solo la punta de un iceberg porque existen muchos casos que no salen a luz. “Es muy difícil salir del círculo vicioso en el que quedan atrapadas las víctimas”, asegura López.
Por su parte, los Tribunales españoles, según su base de datos, dictaron durante el año 2024 un total de 42 sentencias por el delito de trata de seres humanos, 38 de las cuales lo fueron en procedimientos seguidos por trata con fines de explotación sexual y 4, por trata con fines de explotación laboral. Treinta de esas sentencias fueron condenatorias.