“¡Papa León, asómate al balcón!”. El grito repetido por los treinta mil jóvenes españoles que llenaron la plaza de San Pedro no tuvo el efecto deseado. Las ventanas de los palacios sagrados permanecieron cerradas, pero nada logró detener la fiesta de los chicos llegados de toda la península para el Jubileo de los Jóvenes, que concluye hoy en Roma.
El viernes fue el gran día de los españoles, la segunda nacionalidad más numerosa en este evento, solo por detrás de los italianos. Por toda Roma se han visto estos días camisetas verdes con la palabra ‘Confío’, distribuidas por la Conferencia Episcopal a los miles de participantes que llegaron a la capital italiana por todos los medios posibles. Una movilización que, como se espera en secreto dentro de la Iglesia española, podría llevar a León XIV a escoger este país como uno de los primeros destinos de un viaje apostólico.
El momento culminante del Jubileo llegó la noche del sábado al domingo, cuando jóvenes de todo el mundo
–alrededor de un millón, según los primeros cálculos de las autoridades italianas– durmieron sobre el césped de Tor Vergata, en la periferia este de Roma, bajo un monumento diseñado por Santiago Calatrava. Allí, esta mañana a las 9, el Papa celebrará una misa.
Las lecturas de la misa presidida por el arzobispo Argüello se proclamaron en castellano, catalán, euskera y gallego
Para la Iglesia española, el viernes fue una jornada histórica. “Es la primera vez que se produce un acontecimiento de esta magnitud, y por lo tanto estamos ilusionados y emocionados”, explicó Raúl Tinajero, director de la Subcomisión para la Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal. Las cifras hablan por sí solas: 500 voluntarios, unos 50 obispos y 700 sacerdotes llegados desde España. La mayoría se sentó en las primeras filas del atrio vaticano, frente a una imagen de la Inmaculada joven.
Tras recorrer el centro de Roma, los grupos se reunieron hacia las 18 horas en la plaza para una velada con testimonios de fe, actuaciones de música y danza, con orquesta, coro y un grupo de bailarines contemporáneos. Entre la multitud, destacaban las banderas españolas y de muchas comunidades autónomas. A las 20 se celebró una misa presidida por el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, junto a su predecesor y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el cardenal José Cobo. Las lecturas se proclamaron en castellano, catalán, euskera y gallego.
“Todo el mundo está abierto a conocer gente, a cantar, a todo. Es increíble”, afirmó Sofía, una joven de Cambrils.
Según Argüello, la institución quiere ser “una tienda de acogida, una escuela de unidad y reconciliación”, y destacó que “es llamativo cómo los chicos están valorando el sacramento de la confesión”, porque, según precisó, “sin perdón no hay unidad, sin perdón no hay paz”. Como toda peregrinación, “es un viaje arduo, con lugares duros y escasos recursos, pero tiene la característica de ser un viaje santo, que permite expresar lo mejor de nosotros mismos, desde la conciencia de ser cristianos, miembros de esta comunidad universal, y vivir la catolicidad en comunión con todos”.
Argüello, que en las últimas semanas se había atrevido a pedir elecciones anticipadas en España, evitó cualquier referencia política, pero recordó que “es la hora del amor, de la unidad y de la paz”, y subrayó que con este encuentro quieren ser “signo e instrumento de reconciliación” en un momento marcado “especialmente por la polarización y las dificultades para el diálogo y la convivencia”.