El hotel de la viajera Mati Muñoz en Indonesia: de segunda casa a trampa mortal

Crimen en  Lombok

Su sobrino cree que aparte de los dos asesinos confesos, empleados del hotel, “caerá más gente”

El hotel de la viajera Mati Muñoz en Indonesia: de segunda casa a trampa mortal
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El sobrino de la víctima y portavoz de la familia, Agustín Vilariño, cree que “irá cayendo más gente”.

Ayer sábado fue hallado en una playa el cadáver de la viajera española Matilde Muñoz, desaparecida en Indonesia dos meses atrás. Ahora todas las miradas están puestas en el hotel que había convertido en su hogar intermitente en la isla de Lombok. No solo porque se convirtió en su insospechada trampa mortal, sino también porque sus asesinos confesos, ambos de 34 años,  trabajaban o habían trabajado en dicho establecimiento. 

El sobrino de la víctima y portavoz de la familia, Agustín  Vilariño, cree que “irá cayendo más gente”. “A medida que eso suceda, iremos dando más nombres, pero ahora no es posible”. Considera que para desentrañar el desenlace, por trágico que sea, “ha sido determinante la presión, sobre todo de las amigas de mi tía. No de la policía”. 

Días felices de Matilde Muñoz en Lombok, Indonesia, en enero pasado (Daisy)

Días felices de Matilde Muñoz en Lombok, Indonesia, en enero pasado (Daisy)

Los agentes indonesios, sin embargo, han hecho grandes progresos en las últimas veinticuatro horas, a medida que avanzaba el interrogatorio. Sobre todo, porque habrían logrado revelar incongruencias y que los sospechosos se acusen mutuamente. Así, habrían renunciado ya a la coartada del “accidente”: La inquilina se había quejado del volumen de la música, la discusión terminó en un empujón y este en un golpe fatal en la cabeza. 

Ahora se sabe que el dúo -un empleado y un exempleado del hotel- habrían entrado en su bungalow por la ventana y que la habrían matado -probablemente estrangulándola- por dinero. Luego la enterraron en un vertedero. También habrían confesado que, cuando arreció la presión por el caso, decidieron arrojar sus pertenencias al basurero de su hotel y desenterrarla para volverla a enterrar -a las 3 de la madrugada- a un kilómetro de este, en la playa más cercana, al fondo de un barranco. 

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Entrada y alrededores del hotel Bumi Aditya, cerca de la playa de Senggigi, en la isla de Lombok en Indonesia, el día 15. 

IWAN SURYADI / EFE

Quien recuerda muy bien el lugar del crimen, su modesto bungalow del hotel Bumi Aditya, es su amiga Daisy, británica. Esta lanzó una campaña online para recabar información sobre su paradero hace semanas, mientras las autoridades policiales indonesias y las autoridades consulares españolas permanecían aletargadas. “En enero visité a Mati [como la llaman todos] en Lombok y pasamos una semana fenomenal. El hotel estaba en mal estado y no paraban de decir que querían vendérselo, por los problemas financieros que atravesaba desde que se integró en OYO [una cadena india de reserva de habitaciones]. Además, la vegetación campaba a sus anchas y estaba bastante desierto, pero Matilde conocía a todo el mundo y era feliz allí”, asegura. 

Daisy, unos 25 años más joven, responde desde la orilla del lago de Pushkar, en India, otro de los lugares favoritos de Mati,  vegetariana y practicante diaria de yoga y meditación. 

“Quien más puede hablar es su amigo Anton”, aconseja Daisy -porque tenían mucha relación y ella iba cada día a su agencia de viajes para enseñar castellano a sus trabajadores. También se dejaba caer por allí para charlar después de la puesta de sol, que cada atardecer contemplaba en una playa distinta. Es el hombre que le alquiló la moto y quien mejor conocía sus planes y rutinas”. 

Sin embargo, Anton responde a esta diario de manera escueta, a la mañana siguiente del descubrimiento del cadáver de su amiga en la playa de Batu Bolong. Claramente, no es el tipo de noticias que conviene a una agencia de viajes de una isla musulmana que además está viviendo un año negro de accidente mortales entre turistas y que tiene que competir con el mayor atractivo de su vecina hindú, Bali, y con las playas cristalinas de las diminutas islas Gili, todavía más cerca. Aunque en realidad, para muchos extranjeros Lombok no pasa de ser un complemento a Bali o el trampolín hacia las Gili. No era este el caso de Mati, enamorada propagandista de Lombok -como antes de Sumatra- lo que hace todavía más aborrecible el crimen. 

Mati Muñoz en la agencia de viajes a la que acudía a diario por amistad y en la que daba clases de castellano a los guía

Mati Muñoz en la agencia de viajes a la que acudía a diario por amistad y en la que daba clases de castellano a los guías

cedida

“He oído decir que el propietario del hotel es chino y que tiene otros cinco o seis hoteles”, asegura Anton. Aunque OYO es una empresa india, con una participación japonesa (Softbank) muy importante, permanentemente a la bronca con los propietarios, como describe Daisy. “Colocan a los hoteles al borde de la ruina, con precios tirados y luego ellos o sus intermediarios ofrecen comprarlos a precio de ganga. Mati y yo tuvimos una larga conversación con el propietario y nos animaba a buscarle un comprador o ¡a comprarlo nosotras! Así que pensaban que teníamos dinero”.

A pesar de que un bungalow como el de Mati cuesta en su web, al cambio, menos de cinco euros por noche. El desayuno, menos de uno, aunque ella acostumbraba a tomarlo en otro sitio. ”Era una mujer muy especial, muy cálida y generosa, a la que mucha gente echará de menos”, resume Daisy, a quien esta experiencia, por otro lado, también ha abierto los ojos sobre la desprotección de los extranjeros en Asia. 

Otra amiga de Mati, en este caso “desde hace más de treinta años”, es Rosa María Muñoz. “El último contacto fue en junio, en un audio que me mandó para contarme sus planes para julio”. El silencio total de la locuaz exazafata a partir del 1 de julio es lo que levantó las peores sospechas de su círculo de amistades. Esta amiga, como las demás, se deshace en elogios: “La vida de Mati es la de un espíritu libre, sin convenciones de ningún tipo. Políglota, muy ordenada, muy austera y una absoluta aventurera. Tenía pocos apegos materiales y solo gastaba en viajes, no por falta de medios sino por su forma de estar en el mundo”. 

Mati en Lombok con Daisy, su amiga británica de numerosas visitas a Pushkar (India)

Mati en Lombok con Daisy, su amiga británica de numerosas visitas a Pushkar. La exazafata, “jubilada” en Asia desde hace casi una década, habría cumplido 73 años en septiembre (India)

El caso Mati ha atraído escasa atención en Indonesia, absorbida por sus problemas internos. Esta semana se han desbordado las protestas contra el estamento político, que, tras el atropello mortal de un manifestante por la policía, han degenerado en incendios incontrolados de autobuses y edificios públicos más allá de Yakarta. A consecuencia de ellos han fallecido cuatro personas, entre ellas tres funcionarios. 

La escala nacional de los disturbios ha llevado al presidente, Prabowo Subianto, a renunciar a su viaje a China de este fin de semana, donde debía acudir a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. En momentos así de la historia de Indonesia, la tensión puede convertirse rápidamente en pogromos antichinos y la embajada de China ya ha llamado a sus ciudadanos a evitar las multitudes. Asimismo, TikTok ha suspendido las retransmisiones en directo para no alentar la extensión de la violencia. 

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