El envejecimiento de la población española pasará una factura importante en términos laborales. Si ya existe escasez de electricistas, fontaneros, carpinteros, paletas, agricultores, ganaderos, industriales, profesores, médicos, o, como se ha visto este verano, agentes forestales, la falta de profesionales en la mayoría de actividades económicas será enorme en diez o quince años vista cuando el grueso de la población española pase a la jubilación. Ello puede comprometer la sostenibilidad de muchas empresas.
“Hay un verdadero incendio demográfico”, describe con un símil de la actualidad la investigadora Mónica Moso, “solo que no es imprevisto, lo hemos visto prender y extenderse”, advierte la autora del último informe del Observatorio de la Formación Profesional de CaixaBank Dualiza y Orkestra Instituto Vasco de Competitividad.
“Hay un verdadero incendio demográfico y no lo apagamos”, sostiene la investigadora Mónica Moso
Demográficamente, el déficit de jóvenes se ha doblado en los últimos diez años. Si comparamos la franja poblacional por edades, se observa que el grueso de la población española mayor de 50 años, la que se jubilará en la próxima etapa, es 3,5 millones más numerosa que la franja que tiene menos de 30 años. Ese es el déficit de jóvenes para compensar el relevo laboral de los próximos años. El informe admite que cierta brecha generacional es esperable ya que los jóvenes se forman durante más tiempo y retrasan el acceso al mercado laboral, “quizás para evitar la precariedad laboral”.
Asturias, Galicia, Castilla y León y Cantabria, las comunidades con mayor población envejecida
En todo caso, este desajuste afecta a todos los sectores productivos, todos los niveles educativos, con especial énfasis en Formación Profesional (FP) porque ya hay un déficit de técnicos en el presente y se prevé que aumente. Eso sucede en todo el mapa español. Por áreas geográficas, es mayor en las autonomías del noroeste de la Península, precisamente las que han sufrido los incendios este verano. En Asturias por cada 100 jóvenes menores de 30 años hay 257 mayores de 65 años. En Galicia y Castilla y León, superan los 220.
Estas comunidades presentan, además de un grave problema de despoblación, de falta de atracción a las actividades económicas que sustentan el territorio: pescadores, ganaderos, agricultores, agentes forestales.
El informe, que analiza el peso de las oportunidades de empleo que se estima se van a producir por reemplazo generacional, calcula que sólo habrá un joven en estas actividades por cada cuatro mayores que se jubilen. “Estas actividades son fundamentales porque tendremos que comer”. Estas comunidades carecen, además, de un flujo menor de la migración que en otras áreas geográficas ayudan al rejuvenecimiento de la población y a la economía.
No obstante, en números absolutos, donde más se va a notar la ausencia de mano de obra será en aquellas comunidades más industrializadas y con mayor oferta de trabajo: Catalunya (con un agujero de 454.896 personas para el relevo), Madrid (473.396) y Andalucía (551.721), además de la Comunidad Valenciana (365.543).
Catalunya tiene un agujero generacional de casi 455.000 personas; Madrid, 473.400; y Andalucía, 551.700
Los jóvenes parecen sentirse menos atraídos por los empleos vinculados a la industria y la administración. Optan por formarse en ocio, cultura y hostelería, tres actividades donde no hay brecha generacional. En cambio, sólo hay un joven por cada tres mayores en oficios de artesanos, industriales, oficios de la construcción, administrativos.
En el grupo de artesanos y trabajadores cualificados de las industria (oficios y profesiones de tipo tradicional en la industria y la construcción), falta medio millón de personas jóvenes. Otras 414.00 en trabajos de tipo doméstico, cuidados personales, restauración, seguridad y comercio.
En el año 2024, el déficit era más pronunciado en sectores de gran tamaño como la administración pública (más de medio millón de personas), la industria (474.000) o el comercio y reparación de vehículos (367.096).
El estudio indica que hay actividades económicas que van a crecer como resultado del envejecimiento y que tienen una vinculación estrecha con la FP, como es el caso del mundo de los cuidados.
Para Moso, España tiene un reto estructural: “nos faltan jóvenes, algunos se van fuera, y los que tenemos inactivos no les sacamos las chispas”, lamenta. Hay un 20% de paro juvenil, jóvenes que ni estudian ni trabajan, personas con experiencia no cualificadas, y una entrada de migrantes para formar. En el otro lado, apunta, hay ciclos formaticos de grado medio (industria, agricultura, construcción) con una enorme necesidad de encontrar empleados. “La FP dual conecta directamente con la empresa”.
“Una sociedad que envejece es más vulnerable, es menos innovadora, menos creativa y más dependiente”, concluye. A su juicio, la formación es la clave tanto para aprovechar todo el talento como para arraigar a personas jóvenes al territorio, especialmente en zonas rurales.