Familias y maestros están advirtiendo de que el plan anti-bullying diseñado por el grupo de investigación CREA no fomenta la escuela inclusiva, es segregador para los alumnos y potencialmente dañino. La metodología crea un lenguaje propio para los miembros de la comunidad de aprendizaje y exige aplicar prácticas que, llevadas a rajatabla, pueden ser perjudiciales para el desarrollo de los niños, sostienen familias afectadas.
Las comunidades de aprendizaje fueron creadas por el grupo de investigación CREA, controvertido en el sector académico por su hermetismo, y ahora mismo en el ojo del huracán, después de que un grupo de mujeres denunciaran a la UB a su fundador, Ramon Flecha, por acoso sexual.
Tras el reportaje de RTVE y Ràdio 4 publicado el miércoles sobre el plan antibullying de CREA un grupo de padres de una escuela de Mataró, se puso en contacto con La Vanguardia para relatar su experiencia que ha llevado a familias a sacar a sus hijos del centro y a maestros a pedir traslados. La rigidez del método no permite críticas, señalan.
La Comunidad de Aprendizaje fue implementada hace unos ocho años en este centro. “Al principio, te fías de lo que te dicen porque te explican algo que está bien, pero poco a poco te vas dando cuenta que esto no está bien”, señala el padre de dos niños en esta escuela que, como el resto, teme dar su nombre por las represalias de la dirección. “Si no les gusta lo que dices, te castigan”.
La metodología implanta un consenso en la comunidad por la que los miembros aíslan al niño que pega, insulta o grita. “Los compañeros corren lo que se llama ‘cortina mágica’ y lo dejan de lado. No pueden ni hablar ni jugar hasta que el grupo vuelve a aceptarlo”, explica una madre de una alumna de primaria. Según su relato, esto puede suceder no por una cuestión de un acoso (una agresión continuada en el tiempo y con visibilidad para un grupo) sino por cualquier pequeña mal comportamiento, como un conflicto entre dos niños por un juguete.
Centros con las comunidades de aprendizaje señalan que se quiere dañar el honor de Flecha
A su juicio esto sería como enviar al niño al rincón de pensar solo que no un rato sino por un tiempo establecido: media jornada en infantil y un día en primaria. El retorno se produce si el grupo, junto a su maestro, vuelve a aceptarlo tras la disculpa del menor. O bien se le vuelve a introducir si hace una buena acción. Mientras esto no sucede, se descuelga la foto del alumno del mural llamado El club de los valientes. CREA justifica esta actuación sosteniendo un alumno no debe estar en el grupo si mantiene comportamientos agresivos y que con este método los niños aprenden a defender a las víctimas y aislar al agresor.
“La diversidad en el aula es enorme”, explica una madre. “Hay niños muy movidos que están medio curso expulsados sin poder jugar con los demás en el patio ni en el parque, porque estas prácticas continúan después del colegio”. Los padres se preguntan qué ocurre con los niños que no están pasando una buena racha y su comportamiento es fruto del malestar. “Quizás lo que necesitan es un abrazo”.
Cuando los padres ponen en cuestión estas prácticas, la dirección muestra artículos
del grupo CREA
Cuando las familias ponen en cuestión estas prácticas tan poco en línea con la escuela inclusiva que se impulsa desde la administración, la dirección de este centro “echa una cortina mágica” y envía artículos publicados en revistas científicas o en diarios del grupo CREA, firmados por alguno de sus miembros, avalando la supuesta efectividad del método. “Esto es como Juan Palomo, yo hago, yo valido y yo me aplaudo”, critica una madre.
Las comunidades de aprendizaje están asentadas en cientos de escuelas de Catalunya, España y Latinoamérica. Muchos centros y profesores, algunos consultados por este diario, las defienden en cuanto proporciona métodos como “las tertulias dialógicas” para resolver conflictos y consideran que las explicaciones de padres como las del centro de Mataró están fuera de contexto y pretenden desprestigiar al grupo y a su fundador por asuntos, como el presunto acoso sexual o las prácticas sectarias del grupo, que no tienen que ver con la difusión de la metodología educativa.
El pasado mes de julio la UB abrió una investigación después de que 11 mujeres acusaran en los medios de comunicación de supuesta coerción sexual, abuso de poder y control emocional a Ramón Flecha, catedrático emérito de 73 años e impulsor de CREA, vinculado inicialmente con la UB. Este grupo estuvo investigado en 2004 y 2016.