Mark Zuckerberg tiene mala suerte con las demos. La presentación de la última generación de visores de realidad mixta, las gafas Meta Ray-Ban Display, fue un despropósito para una compañía que ha invertido 70.000 millones de dólares en los últimos 5 años para desarrollar estos productos. Zuckerberg quiere acabar con los smartphones, pero si quería convencer al público de que, llevando sus gafas, no iba a necesitar un móvil, consiguió justo el efecto contrario.
La convocatoria Meta Connect en la sede de la compañía, en Menlo Park (California) debía servir para anunciar la segunda generación de las gafas Ray-Ban Meta, las Oakley Meta Vanguard y las Meta Ray-Ban Display, que llevan una pantalla a un lado de uno de los ojos para ofrecer información y se maneja con la voz y una pulsera que interpreta movimientos de los dedos. En el evento, Meta intentó incluso insuflar algo de aire al desinflado metaverso. Pero el efecto demo, esa maldición del mundo de la tecnología por el que en las demostraciones en directo se producen fallos calamitosos, arruinó la velada.
Zuckerberg subió al escenario para presentar estos modelos de gafas con cámaras que identifican el entorno del usuario cuando recibió desde una pantalla en el escenario una petición de ayuda del youtuber Jack Mancuso, que hace vídeos sobre comida y que, aunque firma como Chef Cuso, reconoce que no es un chef.
En un diálogo guionizado, el fundador de Meta propuso a Mancuso que preparase, con ayuda de las gafas, una salsa para un sándwich de carne al estilo coreano. “Sí, probémoslo. No es algo que haya hecho antes, así que sin duda me vendría bien la ayuda”, comentó.
La IA de Meta debía escanear la mesa frente a Mancuso en la que estaban (¡oh casualidad!) los ingredientes de la salsa coreana para la carne. Alguien se había encargado de que la IA pudiera identificar mejor los elementos pegando etiquetas en las que se podía leer “aceite de soja” y “aceite de sésamo”.

Zuckerberg durante el evento Meta Connect en Menlo Park (California)
Para iniciar la demostración, Mancuso activó la IA con las palabras: “Hola Meta. Inicia Live AI”. Una voz robótica tardó unos segundos en advertir “iniciando Live AI”. Nuevo silencio incómodo antes de que la inteligencia artificial arrancara jovial: “me encanta esta combinación que tienes aquí, con salsa de soja y otros ingredientes. ¿En qué puedo ayudarte?”.
Mancuso respiró aliviado, aunque no sabía que lo peor estaba por llegar: “hola, ¿podrías ayudarme a preparar una salsa para mi sándwich de carne al estilo coreano?”. La IA respondió: “puedes preparar una salsa para carne de inspiración coreana con salsa de soja, aceite de sésamo...”. En ese punto, fue interrumpida por Mancuso: “¿Qué hago primero?”. Silencio más incómodo todavía y alguna risa nerviosa entre el público.
Después de unos segundos, Mancuso repitió la pregunta elevando el volumen de voz y expresando ya preocupación. La IA respondió de forma absurda “ya has mezclado los ingredientes básicos, así que ahora ralla una pera para añadirla a la salsa”. Estupor en Mancuso, que repitió la pregunta.
La inteligencia artificial también decidió mantener la respuesta con algún matiz: “ya has mezclado los ingredientes básicos, así que ahora ralla la pera y mézclala suavemente con la salsa base”. Mancuso ya no encontró salida posible y renunció: “muy bien, creo que el wifi no funciona bien. Lo siento, te devuelvo la palabra, Mark”.
El fundador de la compañía acusa falsamente al wifi del fiasco de una IA que no funcionó como debía
Las carcajadas del público ya eran atronadoras. Zuckerberg intentó surfear la ola, pero no sabía que la siguiente era mayor. “¡No pasa nada!”, aseguró ante uno de esos fiascos de los que se paga en forma de pérdidas económicas, porque quedó claro que es más fácil y rápido consultar a Google en el móvil. “Lo irónico de todo esto es que pasas años creando tecnología y luego el wifi del día te... pilla”, se justificó. Evidentemente no era un problema con el wifi.
Para intentar hacer olvidar el fallo, Zuckerberg iba a demostrar cómo se podía contestar una llamada telefónica con las gafas y una pulsera que detecta los movimientos de los dedos. Una gran pantalla mostraba al público el punto de vista del consejero delegado de Meta y la pantalla lateral que las gafas proyectaban ante sus ojos. Recibió en ese momento un mensaje de texto del director técnico de Meta, Andrew Bosworth.
Después de eso, Bosworth intentó iniciar una videollamada de WhatsApp con Zuckerberg pero, aunque sonaba la entrada, las gafas no descolgaban. Entretanto, el fundador de Meta forcejeaba mirando a todas partes y haciendo gestos desesperados con sus dedos. Después de varios intentos, finalmente se rindió. “Practicas estas cosas cientos de veces y luego nunca sabes lo que va a pasar”, se lamentó.
Por eso nadie hace hoy en día demostraciones en directo de este tipo. Las compañías tecnológicas aprendieron durante la pandemia que un vídeo montado con todos sus anuncios es tan efectivo o más que sus directivos subidos al escenario intentando hacer funcionar una novedad tecnológica que siempre puede fallar por el efecto demo.
Las Meta Ray-Ban Display cuestan 800 dólares y se venderán en Estados Unidos a partir del 30 de septiembre, aunque difícilmente a quien haya visto un vídeo de la presentación.