Mujeres a los cincuenta, sexo y feniletilamina

“No quiero un amante. Yo lo quiero es volverme a enamorar. Es más complicado. Lo es todo. Que llevamos 25 años con Víctor. Pero ya no hay ‘eso’”.

“Eso”...

Estás en el cine un domingo. El día lleva unas horas flirteando con el otoño. Hasta que, por fin, la lluvia. Granizo. Arrastras a una de tus hijas contigo, porque te da un pelín de vergüenza reconocer que no solo a las de la generación Zeta les van las comedias románticas baratas. De vez en cuando, un poco de almíbar no sienta mal. 

La sala está llenísima (que te den, Netflix) y pienso para mi que la culpa la tiene Toni Vall. El crítico poco conformista de RAC1 se apunta un viernes, con la misma euforia que mostró Carlos Boyero en las vísperas, a la película Mi amiga Eva y nos deja de buena mañana con la miel en los labios. De su mano nos lleva a una sesión de tarde. Sostienen ambos, Vall y Boyero, que esta vez Cesc Gay lo borda porque consigue tocar la fibra sensible sin que al espectador le dé un coma diabético. 

El mérito, coinciden los dos críticos, es construir un personaje protagonista veraz. Eva, interpretada con mucho gancho por Nora Navas. Una mujer cómodamente casada con un señor estupendo -mucha rutina y dos hijos en común- a la que la crisis de la mediana edad le pasa por encima como un bulldozer.

Por mediana edad léase: los 50 años y subiendo.

Àgata Roca, Nora Navas y Fernanda Orazi en Mi amiga Eva

Àgata Roca, Nora Navas y Fernanda Orazi en 'Mi amiga Eva'. 

Filmax

Y en verdad que Cesc Gay logra esa verosimilitud pues lo que vive Eva, lo que siente, piensa, experimenta, acaba siendo reconocible en otras mujeres del entorno de las espectadoras, cuando no en sí mismas.

En ‘Mi amiga Eva’: “Quiero volverme a enamorar. Con Víctor, ya no hay ‘eso’”

Cómo se explica un sentimiento. Cómo se retrata el deseo, la duda, la fatiga amorosa, el tsunami hormonal. Cómo se describe qué es el desgaste emocional. Cómo se pone en imágenes la atracción silenciosa por una persona. 

Cesc Gay da instrucciones a Nora Navas durante el rodaje de 'Mi amiga Eva'

Cesc Gay da instrucciones a Nora Navas durante el rodaje. 

Sophie Koehler/Otras Fuentes

Todas estas preguntas las plantea Toni Vall y quedan resueltas en esta comedia, que en ningún caso y pese a la gravedad de algunas situaciones se enreda en los topicazos bobos de la media naranja o en un romanticismo empalagoso y cursi. En cambio, aborda cuestiones existenciales propias de la edad, de un cambio de etapa. Con qué te quedas y qué sueltas. Cumples 50, muy bien, y entonces te cae encima como ese granizo de final del verano la pregunta del millón: ¿Qué quiero hacer con lo que me queda de vida?

Hay algo abismal y al mismo tiempo excitante en esa reflexión, por lo que tiene de locura... O acaso de cordura.

Ain’t no cure for love . Suena de fondo Leonard Cohen, oh maravilla.

[No haré espóiler. Es aquí cuando les pido, lectores, que vuelvan al primer párrafo de este artículo, donde se reproduce la literalidad de un diálogo de Eva con su grupo de amigas, anonadadas.]

Decisión. Esa es la gran palabra en la madurez de una mujer –el guion gira entorno a ella, no a ellos–. Pero hay otras, como deseo. Y libido. Y sexo, y juego, y mariposas en el estómago, y hacer el pino puente por alguien. “Eso”. Era eso. Nada que la feniletilamina, ni inyectada en vena, pueda reemplazar.

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Cesc Gay, director de 'Mi amiga Eva'
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