Las educadoras sociales advierten: “No podemos sostener la profesión sobre la precariedad”

Catalunya

Más del 60% trabaja en servicios públicos externalizados con bajos salarios y una de cada cinco necesita más de un empleo para llegar a fin de mes

Las profesionales que trabajan para la administración perciben casi un 29% más que sus colegas del ámbito privado

Proceso participativo del Plan de adolescencia y juventud (PAJ) 2022-2026.

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Aj. Barcelona

Las educadoras y educadores sociales están presentes (y son necesarios) en múltiples ámbitos de la vida cotidiana, como recuerdan este jueves en un manifiesto con motivo del Día Internacional de la Educación Social. Aunque su labor es imprescindible y transforma realidades, a menudo sigue siendo invisible y carece del reconocimiento que merece. “No podemos continuar sosteniendo nuestra profesión sobre la precariedad y la invisibilidad”, advierten.

Más del 60% de las profesionales trabajan en servicios públicos externalizados con bajos salarios, una de cada cinco necesita más de un empleo para llegar a fin de mes y un tercio ha sufrido acoso o violencia laboral, estos son algunos datos del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales de Catalunya (CEESC). Hablamos en femenino, pues se trata de una profesión altamente feminizada (79%).

Un tercio de las trabajadoras ha sufrido acoso o violencia

“Trabajamos para las personas. Estamos convencidos de que nuestra profesión es necesaria, pero necesitamos que la gente lo sepa”, expresó ayer Xavi Campos, director del equipo de gerencia del CEESC, en un encuentro con periodistas. Lo cierto es que existe un desconocimiento generalizado sobre qué es la educación social y cuál es el alcance real de sus funciones. En el último año, la profesión ha aparecido en la agenda pública vinculada a noticias trágicas y polémicas –como las irregularidades detectadas en la DGAIA y la urgencia de un nuevo sistema de protección o el asesinato de una educadora social por parte de tres menores en un piso tutelado de Badajoz–. 

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Sin embargo, su labor va mucho más allá. Están presentes en el acompañamiento a la infancia y la adolescencia, en la dinamización comunitaria de centros cívicos, en los servicios sociales, en el ámbito sanitario e incluso en centros penitenciarios, donde contribuye a transformar realidades y a construir oportunidades de futuro.

Hasta un 29% de brecha salarial entre el ámbito privado y público

A pesar de su importancia, la profesión atraviesa precariedad, sueldos bajos y falta de reconocimiento profesional. En los últimos tres años, uno de cada tres profesionales ha intentado encontrar estabilidad en la administración pública, y más de la mitad de las bajas en el colegio profesional en Catalunya –que agrupa a unos 2.800 miembros– se debieron al abandono de la profesión. De hecho, un 36,7% afirma que no volvería a estudiar la carrera por la falta de salidas laborales.

De hecho, la brecha salarial entre el sector público y el privado es considerable. Las educadoras que trabajan para la administración perciben casi un 29% más que sus colegas del ámbito privado, según datos del CEESC. Además, estas profesionales dependen de hasta 35 convenios colectivos distintos, lo que refleja la gran diversidad de condiciones laborales en el sector. Aunque el convenio de Acción Social es el mayoritario, con un 43%, sigue sin actualizarse desde el 2018.

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Con todo ello, a la profesión le caracteriza una “alta rotación”,  que impacta directamente en la calidad de la atención, “dificultando la creación de vínculos duraderos”.

Falta plazas estructuradas de educadores en centros escolares

El manifiesto del CEESC refleja la falta de reconocimiento de la profesión en las decisiones políticas y administrativas que “menoscaban” su labor y por la que no se sienten valorados. Así lo ejemplifican en la reducción de plazas de educadores sociales en las escuelas de alta complejidad, que han pasado este curso de 85 a 60, cuando “existe un consenso generalizado” de su necesidad. “A día de hoy, no existen plazas estructuradas para incorporar la figura del educador social en los centros catalanes”, detallan desde el colegio. No obstante, las necesidades se extienden a cualquier centro, pues atraviesan problemáticas comunes como trastornos de salud mental o acoso, entre otros.

“Somos una profesión de 10 y, por eso, reclamamos también un reconocimiento y unas condiciones de 10 [...] para contribuir a la sociedad de 10 que todas y todos merecemos”, concluye el manifiesto, en relación con la transversalidad de sus funciones. Lo que está claro es que el presente y futuro de la sociedad depende también de cómo se valore y sostenga la educación social.

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