Montar en un dragón por una costa escarpada, correr con un batallón de vikingos, pasear en traje de astronauta por la superficie de Marte o galopar a lomos de un unicornio. Cualquier cosa está a nuestro alcance. El límite es la imaginación. Todos esos escenarios y una infinidad en los que podemos vernos a nosotros mismos, son virtuales, creados por el modelo de inteligencia artificial Sora 2 de OpenAI.
Sora 2 puede recrear infinitos mundos y situar en ellos al usuario
Aunque de momento sólo acceden por invitación usuarios de Estados Unidos y Canadá, la compañía de ChatGPT ha creado una especie de TikTok, con una app llamada Sora –por ahora sólo para iPhone– en el que podemos insertarnos en cualquier ambiente real o imaginado. Y con nuestros amigos. Esto sí que es un metaverso y no lo que planteó con poco éxito Mark Zuckerberg hace cuatro años.
OpenAI crea Sora, una especie de TikTok en la que los protagonistas son los usuarios
La jugada de OpenAI consiste en crear la gran red social de vídeos falsos, en la que los protagonistas de lo que ocurre son los propios usuarios, sin necesidad de grabar nada, sólo con unas instrucciones escritas ( prompts ) de gran sencillez. La IA se encarga del resto.
Se pueden crear vídeos con estilo cinemático, de documental, de anime, en blanco y negro, en un desierto. en un oceáno (también buceando) o en plena selva. Todo al alcance de un teclado. Sólo hay que pedir a Sora que nos inserte en un vídeo que le describimos y... !voilà¡ Allá que aparecemos.
Un nuevo mundo virtual se abre a nuestro alcance mediante una app. Para conseguir que eso tenga un enganche afectivo con amigos y conocidos, la aplicación de OpenAI es una red social. Eso de quedar con los amigos para compartir un rato en el que se habla, se bromea, se sube caminando a una montaña o se hacen profundas disertaciones sobre el futuro de nuestro mundo no forma parte del planteamiento. Vamos a vernos en un mundo ficticio.
La situación recuerda un poco a la película Danzad, danzad, malditos , en la que un grupo de personas desesperadas, en plena Gran Depresión de Estados Unidos, bailan sin parar en un concurso por la conquista de un premio en metálico, un techo bajo el que dormir y unos platos de comida. Alrededor de ellos, que son el espectáculo, un público inmisericorde asiste de forma morbosa a un sufrimiento humano que parece no tener fin. .
Personalmente, si quisiera meterme en un vídeo, confieso que me veo en papeles tan heterogéneos como Alejandro Magno en la batalla de Gaugamela, como César a la entrada de Cleopatra en Roma, salvando a la Humanidad de una amenaza mortal bajo la máscara de Spiderman o marcando el gol de la victoria de mi equipo en una final de la Champions. Cada uno tiene sus manías. Si nadie nos pusiera límites, seguro que todos seríamos –seremos– héroes de nosotros mismos.

