La Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) propone un cambio en el abordaje farmacológico de este trastorno, centrado en la mejora de la salud y la reducción de complicaciones más que en la pérdida de peso. Un panel de expertos, en el que participa el hospital del Vall d’Hebron, ha desarrollado el primer algoritmo europeo para guiar a los profesionales sanitarios en el tratamiento personalizado, según la situación clínica de cada paciente, que recomienda semaglutida (comercializada bajo marcas como Ozempic, Wegovy o Rybelsus) y tirzepatida (Mounjaro) como terapia de primera línea para la obesidad y la mayoría de sus complicaciones.
El trabajo, publicado en dos artículos en la revista Nature Medicine , muestra los beneficios de abordar la obesidad como una enfermedad crónica y multifactorial con múltiples manifestaciones y complicaciones asociadas. Pretende ayudar al personal médico a orientar el tratamiento, teniendo en cuenta el historial de cada paciente y los perfiles de acción de los medicamentos disponibles. “Este algoritmo representa un cambio de paradigma: no pensamos en la pérdida de kilos sino que nos centramos en la mejora de la salud real del paciente y la prevención o remisión de las complicaciones asociadas”, explica Andreea Ciudin, coordinadora de la guía e investigadora principal del grupo de Diabetes y Metabolismo del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR).
Un algoritmo ayudará al personal médico a definir un tratamiento individualizado según la historia del paciente
Como punto de partida para un abordaje individualizado, el documento distingue entre dos grandes situaciones clínicas, en las que el objetivo terapéutico es diferente. Por una parte, los pacientes con un exceso de grasa que provoca complicaciones mecánicas como artrosis de rodilla o apnea del sueño. Por otro lado, los pacientes que presentan problemas metabólicos como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares o hígado graso. El objetivo es prevenir la aplicación de complicaciones en los órganos no adiposos (corazón, hígado, riñón, y eso no siempre tiene que ver con la pérdida de un número de kilos determinado.
Andrea Ciudin ha coordinado el desarrollo de la nueva guía
Según Josefa García Barrado, profesora e investigadora del grupo Neuroendocrinología y Obesidad de la Universidad de Salamanca, al analizar las ventajas y limitaciones de cada fármaco y establecer cuáles son las mejores indicaciones en cada caso, el estudio sienta las bases para que las agencias reguladoras de medicamentos de España (Aemps), Europa (EMA) y Estados Unidos (FDA) modifiquen sus posicionamientos terapéuticos en el tratamiento de la obesidad con o sin complicaciones. “Hay que tener en cuenta que estos tratamientos resultan caros y suelen tener una cobertura limitada, lo que los hace menos asequibles para muchas personas. En concreto, en España la financiación del Sistema Nacional de Salud no cubre el tratamiento con tirzepatida y para semaglutida sus indicaciones están muy limitadas”, precisa en declaraciones a SMC España.
El poder de los fármacos
La aparición de fármacos como Ozempic, Wegoby o Mounjaro, que acreditan pérdidas de peso de hasta el 23%, ha revolucionado el abordaje de la obesidad y ha disparado exponencialmente el beneficio de las farmacéuticas. Para los expertos, superar el umbral del 10% en pérdida de peso era un sueño, un nivel solo al alcance de la cirugía bariátrica. Wegoby actúa como antagonista de una de las hormonas implicadas en la saciedad. Mounjaro incide en dos de estas hormonas (los receptores de GIP y GLP-1). Se han identificado al menos siete. Un laboratorio está a punto de concluir ensayos clínicos en fase 3 de un medicamento que afecta a tres de las hormonas, con resultados que pueden llegar hasta un 35% de pérdida de peso, casi todo en grasas. Los fármacos se aben camino rápidamente, con el único inconveniente del precio de los tratamientos, que suelen ser de por vida.
Sin embargo, los autores de la guía apuntan que, a pesar de que implica una inversión en terapias farmacológicas, el nuevo modelo de tratamiento representa a largo plazo una reducción significativa del coste sanitario asociado a las complicaciones de la obesidad y contribuye a prevenir la evolución hacia enfermedades graves o crónicas.
El nuevo planteamiento de la EASO supone cambiar la visión clásica centrada en la pérdida de peso o el índice de masa corporal. Es desterrar el “que el gordo cierre la boca, que tiene que perder tantos kilos”, en expresión de Ciudin. Y prácticamente implica a todos los profesionales de la sanidad. “Desde EASO estamos diseñando un plan de implementación en diversos países que incluye también educación, explicar por qué hay que hacerlo así –explica la doctora–. Una de las causas de la alta prevalencia de la obesidad es que se ha ido dejando de lado y no se ha cribado correctamente. Nos hemos limitado a crear un montón de planes nacionales de salud en todos los países para enfermedad cardiovascular, para diabetes, para todo lo que son complicaciones en vez de ir a lo que sería el origen”.


