Un 32% de los jóvenes catalanes ha tenido ideas suicidas y un 11% ha intentado materializarlas, según datos preliminares del proyecto Prosia-Y, que analiza los factores de riesgo y protección de las conductas suicidas en jóvenes en Catalunya. Un 26% se ha autolesionado.
Los datos se debatieron ayer en la jornada sobre jóvenes y salud mental Mood On: ¿Qué les pasa a los jóvenes?, que el Parque Sanitario Sant Joan de Déu organizó este lunes en Barcelona en el marco de la Semana de la Salud Mental 2025, del 6 al 10 de octubre.
Las personas inmigrantes o con orientaciones no heterosexuales presentan mayores prevalencias
Entre las chicas la cifra de intentos de suicidio asciende al 20%, y un 40% se ha autolesionado. Los expertos consideran estos datos “alarmantes” y defienden que los centros educativos deben ser “un pilar clave” en la prevención y atención precoz.
Según pone de manifiesto el estudio, las personas inmigrantes o con orientaciones no heterosexuales presentan mayores prevalencias en las conductas suicidas. Factores como el trauma infantil, el abuso de sustancias, el bajo apoyo social o la sintomatología depresiva y ansiosa son determinantes.
Además, el uso de las redes sociales como vía para aliviar el malestar emocional se ha identificado como un significativo predictor de conductas suicidas, aunque el uso abusivo siempre va asociado a algún otro trastorno mental, añade la investigación.
En paralelo, el Barómetro de Salud Mental en Jóvenes de Barcelona del 2023 indica que cuatro de cada seis jóvenes refieren vivir malestar emocional, mientras que la encuesta de Factores de Riesgo en Estudiantes de Secundaria (FRESC) del 2021 apunta que la salud mental de la población adolescente empeora, sobre todo en las chicas y en los barrios. Si en el 2016 un 10% de ellas presentaba riesgo de mala salud mental, en el 2021 el porcentaje era del 20%.
En este contexto, los expertos subrayaron que la prevención en los centros educativos con talleres, protocolos y formación para docentes es un elemento “crucial”, puesto que constituye una vía eficaz para la detección temprana.
“La mayoría de trastornos mentales se inician en edades tempranas, por lo que es fundamental implementar servicios de atención y prevención directamente en los centros educativos”, subrayó Arnau Carmona, investigador del proyecto PROSIA-Y del Parque Sanitario Sant Joan de Déu.
Integrar en el currículo habilidades como la empatía, la resiliencia o la asertividad
En el mismo sentido, los expertos remarcaron la “necesidad” de dotar a los centros de recursos estructurales, como por ejemplo incorporar la figura del psicólogo clínico. Esto permitiría “obtener una radiografía actual de la salud mental en el centro, monitorizar su evolución y orientar las estrategias de intervención, al tiempo que se facilita la detección precoz y la derivación cuando sea necesario”, apuntó Carmona.
Destacaron también la importancia de fomentar “habilidades socioemocionales como la empatía, la resiliencia y la asertividad” en el aula con “una integración curricular real, no como un complemento”.


