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El Papa retoma el legado de Francisco y denuncia “el imperio del dinero”

En defensa de los pobres

En su primera exhortación, León XIV invita a luchar contra las desigualdades

Papa León XIV, aclamado ayer a su paso en la plaza de San Pedro

ANGELO CARCONI / EFE

Esta economía mata, “hay que resolver las causas estructurales de la pobreza” y “cada migrante rechazado es Cristo que llama a la puerta”. Cuando se difundió el documento, alguien quiso comprobar la firma: “esto es Francisco”. Sin embargo, al final de la exhortación apostólica publicada ayer figura el nombre de León XIV.

No es casual que surgiera la duda: el extenso texto dirigido a los creyentes era un proyecto que Jorge Mario Bergoglio tenía en mente desde hace tiempo, pero que no pudo concluir. Su sucesor, Robert Francis Prevost, se ha encargado de completarlo: un texto en defensa de los pobres, que no se limita a una denuncia genérica, sino que busca las causas profundas de las desigualdades, arraigadas en el actual sistema económico.

En el nuevo documento pastoral, el Pontífice critica a las “élites de ricos que viven en una burbuja”

Así nació el primer escrito oficial del nuevo pontificado, Dilexi te (“Te he amado”), una exhortación que aborda algunas de las grandes cuestiones de nuestro tiempo.

La exhortación apostólica es un texto de carácter pastoral dirigido a los fieles, sin el alcance doctrinal de las encíclicas. Por ello, su lenguaje es menos solemne y más directo. Ya la primera frase lo deja claro: “La condición de los pobres representa un grito que, a lo largo de la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos y, no en último lugar, también a la Iglesia”.

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Ya en la elección de su nombre, el Papa estadounidense había mostrado interés por estos temas. León XIII fue el autor de la Rerum Novarum , la base de la doctrina social de la Iglesia, y León XIV cree que es hora de actualizar aquellas tesis, invocando a los “movimientos populares”: “La solidaridad también consiste en luchar contra las raíces profundas de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, y la negación de los derechos sociales y laborales. Es hacer frente a los efectos destructivos del imperio del dinero”.

El tono es inequívoco cuando el Pontífice recuerda que la pobreza concierne también a nuestras sociedades y no solo a “los últimos de la Tierra”: “En un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente vemos crecer también a ciertas élites de ricos que viven en una burbuja de condiciones muy confortables y lujosas, casi en otro mundo respecto a la gente común”.

Críticas a sus hermanos de fe

Y, al igual que su predecesor, Prevost no ahorra críticas a sus propios hermanos de fe: “También los cristianos, en muchas ocasiones, se dejan contagiar por actitudes marcadas por ideologías mundanas o por orientaciones políticas y económicas que conducen a generalizaciones injustas y a conclusiones engañosas”, escribe.

La paz, insiste León XIV, no se construye con armas ni con alianzas económicas, sino con la dignidad compartida. El Papa se tomó su tiempo, también durante sus estancias en la residencia de Castel Gandolfo, para redactar el texto, continuando la senda trazada por su predecesor.

La paz solo es posible cuando los más vulnerables dejan de estar en los márgenes”

En un día en que la palabra “paz” resonó con fuerza, el Pontífice aportó su contribución, cerrando así la exhortación: “La paz solo es posible cuando los más vulnerables dejan de estar en los márgenes y se sitúan en el centro del corazón de Dios y de la historia de los hombres”.

¿Dirán ahora también que Prevost es comunista? –preguntó alguien durante la rueda de prensa en el Vaticano–. “Entonces habrá que acusar también a Cristo”, respondió el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio y bergogliano convencido. Desde ayer, también prevostiano.