Oír a su madre desde la incubadora favorece el desarrollo neuronal de los bebés prematuros y les ayuda a madurar antes las áreas del cerebro relacionadas con el lenguaje. Así lo demuestra un estudio dirigido por la Universidad de Stanford -y publicado hoy en la revista Frontiers in Human Neuroscience-, que, por primera vez, aporta evidencia causal de que la exposición temprana a la voz materna acelera la maduración del cerebro en las vías vinculadas al procesamiento del habla.
El trabajo, realizado con 46 bebés nacidos más de ocho semanas antes del plazo previsto, muestra que aquellos prematuros que escucharon regularmente grabaciones de sus madres leyendo cuentos mientras estaban hospitalizados tenían, al cabo de unas semanas, una mayor madurez en el fascículo arqueado izquierdo (una estructura cerebral clave para el desarrollo del lenguaje) que los prematuros de un grupo de control que no escuchó las grabaciones.
“Es la primera demostración de que una experiencia auditiva contribuye directamente al desarrollo cerebral a una edad tan temprana”, explicó la autora principal, Katherine Travis, convencida de que este hallazgo va a transformar el cuidado neonatal con el objetivo de mejorar los resultados lingüísticos en niños prematuros.
Es la demostración de que una experiencia auditiva contribuye al desarrollo cerebral a una edad tan temprana
Porque los bebés que nacen antes de tiempo pasan semanas o meses hospitalizados y escuchan el habla materna mucho menos que si hubiesen continuado su desarrollo intrauterino, ya que los padres normalmente no pueden permanecer en el hospital las 24 horas del día. Y, fruto de esa carencia auditiva, los prematuros corren el riesgo de sufrir retrasos en el lenguaje respecto a los niños que nacen tras completar los nueve meses de embarazo.
Para compensar esa menor exposición temprana a los sonidos del habla, los investigadores diseñaron una intervención sencilla: reproducir grabaciones de las madres hablando durante un total de 2 horas y 40 minutos al día durante algunas semanas de su hospitalización.
Los bebés se incorporaron al estudio cuando estaban médicamente estables y ya habían pasado de la unidad de cuidados intensivos neonatales a la unidad de cuidados intermedios, y fueron asignados aleatoriamente al grupo de tratamiento (que escuchó las grabaciones de las madres) o al grupo de control. Y las grabaciones se reprodujeron por la noche para evitar que los padres supieran en qué grupo estaba su bebé y ello afectara a su comportamiento y a los resultados.
Luego, antes de darles el alta hospitalaria, los bebés fueron sometidos a una resonancia magnética y los investigadores detectaron diferencias estructurales significativas en su cerebro: el fascículo arqueado izquierdo —implicado en la comprensión y producción del habla— mostraba una maduración más avanzada en los bebés expuestos a la voz materna.
Es impactante que algo relativamente pequeño parezca marcar una gran diferencia
“Los bebés estuvieron expuestos a esta intervención durante un periodo relativamente corto y, a pesar de ello, observamos diferencias muy mensurables en sus tractos lingüísticos; es impactante que algo relativamente pequeño parezca marcar una gran diferencia”, aseguró la neonatóloga y coautora del estudio Melissa Scala al presentar los resultados.
El oído fetal comienza a desarrollarse podo después del ecuador del embarazo, hacia la semana 24 de gestación. A medida que el feto crece, el útero se expande, la pared uterina se adelgaza y el feto recibe más sonidos, incluidas las conversaciones de la madre, lo que permite que los recién nacidos reconozcan la voz de esta y prefieran los sonidos de la lengua materna a otros idiomas, según han constatado otras investigaciones previas.
Todo eso, explican los investigadores, ya sugiere que escuchar la voz de la madre contribuye a la maduración del cerebro durante la segunda mitad de un embarazo a término. “El cuerpo no desarrollaría el oído tan pronto si no fuera para cumplir una función esencial en la programación del cerebro”, afirmó Scala.
Por ello pensaron que si complementaban los sonidos que los prematuros escuchan en el hospital con los que habrían escuchado en el útero, como la voz de la madre, podían mejorar el desarrollo del cerebro en esa etapa de la vida.
“Me sorprendió la fuerza del efecto; que lo que estamos haciendo en el hospital sea tan importante y que la exposición al habla (materna) influya así en el desarrollo cerebral”, dijo Travis.
Impacto emocional en los padres
Pero, según las autoras del estudio, el hallazgo no solo tiene implicaciones científicas, sino también emocionales, porque muchos padres de bebés prematuros sufren estrés y sentimiento de culpa por no poder pasar tanto tiempo como quisieran con ellos durante la hospitalización. Subrayan que esos padres ahora sabrán que pueden complementar sus visitas en persona con grabaciones de voz con la certeza de que el bebé les escucha, sabe que están ahí y contribuyen a su desarrollo cerebral.
En este sentido, las investigadoras planean ahora ampliar los ensayos para comprobar si esos beneficios se mantienen en niños con complicaciones médicas y también estudian cómo personalizar los sonidos del entorno hospitalario para estimular el cerebro de los prematuros de la manera más saludable posible.


