¿Por qué se suicidan algunas víctimas de ‘bullying’?

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¿Por qué se suicidan algunas víctimas de ‘bullying’?
Psicoanalista y coautor de ‘Bullying. Una falsa salida para los adolescentes’

En la escena del bullying no solo participan la víctima y sus acosadores. También –y a menudo los más decisivos– el público que asiste y alienta el espectáculo: los compañeros que observan, callan o celebran esa obra cruel. Con su silencio o su jaleo, dan cobertura a los victimarios. A ese trío habría que añadir un cuarto elemento: padres y docentes que, a veces, no son conscientes de la representación sádica en la cual intervienen sus hijos y alumnos. No siempre es fácil anticiparse, porque el bullying se representa en los límites de lo visible. Opera como algunas empresas off shore: en lavabos, pasillos, puertas del colegio, redes sociales. Lugares donde la mirada adulta raramente llega.

Todos sienten, en algún momento, las consecuencias de esa falsa salida al embrollo adolescente que los perturba. Los testigos padecen el temor de ser ellos los siguientes o la culpa por no hacer nada. Como una paciente que me explicó que, cada día, al terminar las clases, enviaba mensajes de apoyo por WhatsApp a su amiga, víctima de acoso. No lo hacía cuando ocurría por miedo a ser ella la próxima.

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Los acosadores también son víctimas de su violencia. No es inhabitual que algunos de ellos hayan sido, en cursos anteriores, acosados en la escuela o humillados en su familia. Eso no les quita un ápice de responsabilidad, pero cualquier abordaje serio sabe que hay que ayudarles también a rectificar –previa sanción y reparación– esa falsa salida.

Sin embargo, las secuelas más graves recaen sobre quienes han sido humillados hasta el extremo de sentirse deshumanizados. Una joven me explicaba cómo se sentía cuando, día tras día, sus compañeras le quitaban la ropa en el vestuario y la obligaban a ir a buscarla desnuda, expuesta a la mirada de todos. “Como esa toalla –me dijo– que tiras al suelo del baño cuando te has secado y antes de llevarla al cubo de la ropa sucia. Así me sentía, ese trapo que todos pisan, ya sin valor.”

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César Rangel / Archivo

Cuando alguien vive, durante un tiempo, esa degradación, siente que solo desapareciendo puede detener el dolor. Para algunos, el suicidio se presenta –trágicamente– como la única forma de recuperar una dignidad arrebatada.

Casos como el de Sandra de Sevilla nos interpelan a todos. El bullying es mucho más que dos personajes en un escenario. El público y lo que se teja entre bambalinas cuenta, y mucho.

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