Un protocolo simple que mejora en un 66% la recuperación en los ictus más graves

Investigación

Rapidez y aplicación de un paquete de cinco medidas sencillas, contra las hemorragias cerebrales

Este accidente presenta una mortalidad del 405 y una elevada tasa de secuelas graves para los afectados

El estudio se ha desarrollado en más de 200 pacientes de ictus

La hemorragia cerebral supone un 15% de los casos de ictus 

LV

La aplicación precoz y coordinada de un modelo integral de atención mejora significativamente la recuperación funcional de los pacientes con hemorragia intracerebral espontánea, una de las formas más agresivas de ictus. Hasta hace pocos años se consideraba que había pocas opciones terapéuticas para los ictus hemorrágicos, por lo que los sanitarios podían adoptar una actitud pasiva antes estos casos, pero ahora un estudio realizado en los hospitales catalanes confirma que esta visión debe cambiar: la puesta en práctica de un paquete de medidas simples ofrece buenos resultados para los afectados.

En Catalunya, más de 13.000 personas al año sufren un ictus, una de las principales causas de muerte y discapacidad. Alrededor del 85% son ictus isquémicos, originados en la obstrucción brusca de una arteria cerebral, generalmente por un coágulo de sangre que interrumpe el flujo sanguíneo a una región del cerebro; y entre un 10 y un 15% son ictus hemorrágicos, causados por la rotura de un vaso sanguíneo y la acumulación de sangre en el interior del cerebro. Se precisan pruebas radiológicas para distinguir entre ambos tipos.

Una investigación del hospital de Sant Pau propone implantar un Código ICH para estandarizar la atención urgente

Durante años, debido en parte a la falta de tratamientos específicos, se ha venido asumiendo que ante una hemorragia cerebral poco había que hacer más allá de las curas básicas. “Se ponían en práctica algunas medidas pero ninguna de ellas de manera aislada había mostrado que fuera efectiva para mejorar la capacidad de recuperación del paciente”, explica la neuróloga Anna Ramos, investigadora del grupo de Enfermedades Cerebrovasculares del instituto de investigación del hospital de Sant Pau, en Barcelona. “Hoy sabemos que hay mucho que hacer”, precisa.

Ramos ha liderado un estudio sobre los 1.800 pacientes que ingresaron con hemorragia cerebral entre el 2000 y el 2022 en los 28 hospitales públicos catalanes integrados en la red de atención al ictus. El trabajo, publicado en Neurology , concluye que la atención rápida y estandarizada es tan determinante en el ictus hemorrágico (que presenta una tasa de mortalidad de más del 40% en los primeros 30 días después del suceso y un elevado índice de secuelas graves) como en el isquémico. 

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Unidad avanzada de diagnóstico y tratamiento del ictus 

Mané Espinosa

Además, el estudio demuestra que la aplicación simultánea de un paquete de cinco medidas simples (denominado care bundle protocol y que incluye el control rápido de la presión arterial, la glucemia, la temperatura corporal, la oxigenación y la reversión del tratamiento anticoagulante cuando procede) mejora notablemente la recuperación funcional.

Los pacientes sujetos por completo a este protocolo en las primeras 24 horas (se consiguió en uno de cada cuatro) presentaron un 66% más de probabilidades de conseguir una vida autónoma, con beneficios mayores en los que llegaron al hospital antes de 8 horas desde los síntomas. La doctora Ramos subraya que son medidas simples, de bajo costa, aplicables por todos los hospitales y con un gran impacto clínico.

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“Este paquete de medidas ya se había mostrado efectivo en un ensayo clínico realizado en China en el 2023, pero no se había probado en países occidentales”, explica la investigadora. Y prosigue: “Hasta ahora se había demostrado que este protocolo es efectivo en las seis primeras horas y superado este periodo ya no se vigilaba que se descontrolara la situación. Nosotros demostramos que si aplicas el paquete de medidas a rajatabla en las primeras 24 horas las posibilidades de mejora del paciente aumentan un 66%”.

A la vista de estos resultados, los investigadores apuntan a la necesidad de implantar un Código ICH que permita activar de manera inmediata los recursos sanitarios y garantizar la aplicación precoz de las intervenciones que salvan el tejido cerebral y disminuyen secuelas.

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