¿Ruido o tradición? Es el debate eterno cada vez que salta un conflicto por el tañido de las campanas de iglesias reconvertidas en relojes que no dejan de marcar las horas por la noche. En este caso, para os que cuentan los toques, son 146 (día y noche) más 24 por una campanada a la media. Cada jornada, 170 tañidos; 62.050 al año.
Una vecina de un Matute, un pequeño pueblo de La Rioja (100 empadronados, pero solo 50 habitantes fijos) acaba de ganar la última batalla judicial conocida contra uno de esos campanarios-reloj. Ha conseguido, a pesar de ser la única vecina de esa pequeña localidad que protesta por contaminación acústica, que las campanas no marquen las horas de noche. Lo que no ha hecho ninguna gracia al resto de vecinos para los que ese tañido es tradición y no ruido.
Es un conflicto que se arrastra desde 2022 y que lejos de acabar, con la última sentencia, sigue vivo con un nuevo recurso
El conflicto en Matute se arrastra desde 2022. Esa vecina molesta por el ruido de las campanas durante la noche presentó una denuncia judicial al mismo tiempo que llevaba su caso al Defensor del Pueblo. El caso ha llegado al Tribunal Superior de Justicia de la Rioja, que acaba de ratificar dos sentencias anteriores: las campanas tienen que estar calladas de noche.
Pero hay más, el último fallo condena al consistorio al pago de costas y a indemnizar a esa vecina con 3.000 euros por daños morales por “estrés acústico”. Se estima que ese ruido vulnera su derecho al descanso.
Lo que más duele al alcalde es que la justicia obligue a indemnizar con 3.000 euros a la denunciante: “es una cantidad exagerada”
¿Se acaba aquí el conflicto? Ni de lejos. El alcalde de Matute, Jacinto Clemente, confirma a La Vanguardia que el Ayuntamiento ha recurrido la última sentencia. Se acata, pero no se comparte. Eso sí, mientras dure el proceso las campanas no marcarán las horas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana. Esa decisión se adoptó hace un año tras la sentencia anterior al fallo del Superior de Justicia.
Jacinto Clemente afirma que lo único que está haciendo el Ayuntamiento, con el recurso a esta última resolución judicial, “es cumplir con la voluntad de la práctica totalidad de vecinos de Matute”.
Esos habitantes, que son mayoría, ya han dejado clara su postura con concentraciones convocadas los últimos días para pedir que las campanas vuelven a marcar las horas durante la noche. “Ahí estaban también (en esas protestas) los habitantes que viven pegados al campanario y a los que no les molesta el ruido de los tañidos que marcan las horas”, recalca el edil. La vecina que ha denunciado vive mucho más lejos; su casa se levanta a 350 metros del campanario.
La armonía de ese pequeño pueblo riojano, con 50 habitantes fijos todo el año, se ha visto alterada por este conflicto
En toda esta historia hay una cosa que le duele especialmente al alcalde. Considera “exagerada” la indemnización de 3.000 euros fijada para esa vecina por las molestias y secuelas provocadas por el ruido. “Es una cantidad que estimamos desproporcionada para un caso como este y también para un consistorio tan pequeño como el nuestro”. De momento no han pagado; van a esperar a la resolución del recurso.
Jacinto Clemente estima injusto que una sola vecina pueda vetar algo que todo un pueblo quiere. Y es que en Matute, donde la población se dispara en verano hasta pasar de los 400 habitantes, “nadie más, ni los vecinos de toda la vida, veraneantes o recién llegados, han protestado jamás por el ruido de las campanas”.
Suenan en ese pequeño pueblo de La Rioja desde hace décadas y para la mayoría de la población “ese tañido forma parte de la tradición y también un símbolo de su identidad”, reitera el alcalde. ¿Volverán a sonar otra vez de noche? La justicia tiene la última palabra.
