El primero de noviembre conserva su carga simbólica, pero su significado ha cambiado. El Día de Todos los Santos sigue siendo una de las festividades más arraigadas en la cultura española, aunque la manera de vivirla ya no es la misma. Según la encuesta El Día de Todos los Santos, elaborada por Ipsos para Mémora, seis de cada diez españoles mantienen la costumbre de conmemorar este día, una cifra que demuestra la vigencia de la tradición en una sociedad que, sin embargo, transforma sus rituales y resignifica el vínculo con la memoria de los que se fueron.
El estudio revela que el 58% de la población celebra el Día de Todos los Santos cada año, con especial arraigo en el sur de España –Andalucía y Extremadura alcanzan un 71% de participación–, mientras que Catalunya (52%) y Madrid (53%) registran los índices más bajos. La diferencia territorial no oculta, sin embargo, una coincidencia de fondo: el deseo de preservar una fecha que conecta a las familias con su historia y con los afectos perdidos. De hecho, el 84% de los encuestados considera importante mantener viva esta tradición.
 
            
Cambios en las tradiciones
El estudio de Ipsos confirma que el Día de Todos los Santos se mantiene vivo. La religión ha cedido espacio a la emoción y el cementerio a la memoria compartida. El 1 de noviembre es, para muchos, un punto de encuentro entre generaciones.
En palabras de Xavi Munt, gerente de Serveis Funeraris de Barcelona (SFB) – Mémora, “el recuerdo forma parte de la vida, y las nuevas formas de homenaje muestran que la sociedad busca mantener ese vínculo de manera constante”. La tradiciónse adapta sin perder su esencia: recordar para seguir sintiendo cerca a quienes nos precedieron.
El Día de Todos los Santos ya no se entiende solo como una jornada religiosa. Para más de la mitad de los españoles (55%), representa una ocasión para honrar la memoria de los seres queridos. Los jóvenes lo interpretan, en mayor medida, como una costumbre cultural y no estrictamente religiosa (28%), lo que evidencia una evolución generacional en la forma de entender el duelo.
Esta transformación no implica una pérdida de sentido, sino una reinterpretación del recuerdo. El homenaje se ha vuelto más íntimo, más personal, más adaptado a los tiempos. Los cementerios siguen ocupando un lugar relevante –el 48% de la población los visita el 1 de noviembre–, pero nuevos rituales ganan terreno: un 30% opta por reuniones familiares y un 24% deja flores o lleva a cabo gestos simbólicos en lugares significativos. En conjunto, ocho de cada diez españoles realizan algún tipo de homenaje durante esta fecha, lo que muestra que el acto de recordar sigue siendo universal, aunque se exprese de maneras distintas.
 
            Tanatorio de Les Corts
Más formas de decir adiós
Mémora, compañía líder en servicios funerarios en España, también detecta esta tendencia en su actividad cotidiana. La empresa observa que, actualmente, las familias buscan ceremonias más acordes con su sensibilidad y espacios más abiertos al diálogo entre generaciones. En sus centros de Barcelona como el Tanatorio Sancho de Ávila, Les Corts, Sant Gervasi y Collserola, entre otros, la incineración representa ya el 59% de los servicios, un dato que confirma el cambio de mentalidad respecto a décadas anteriores. El duelo se expresa ahora con mayor libertad, y los homenajes se adaptan a las necesidades de cada familia, aunque ocho de cada diez optan por realizar algún tipo de ceremonia.
El duelo se expresa ahora con mayor libertad, y los homenajes se adaptan a las necesidades de cada familia
Aunque el 1 de noviembre sigue siendo una jornada simbólica, el recuerdo se ha desvinculado del calendario. Según el estudio El Día de Todos los Santos, el 43% de los españoles visita a sus difuntos varias veces al año, mientras que solo un 6% lo hace exclusivamente el 1 de noviembre. En cambio, un 27% nunca acude a los cementerios, lo que refleja una sociedad que gestiona la ausencia de modos muy diversos. Los jóvenes tienden a concentrar su visita en una única ocasión anual, mientras que los mayores mantienen una relación más continuada con los lugares de memoria.
 
            (Infografía Clariana)
Esta pluralidad de prácticas sugiere que el duelo se ha convertido en un proceso más libre y personalizado, menos sujeto a ritos colectivos. Las familias recuerdan en casa, en la naturaleza o en lugares cargados de significado personal. Algunas preparan comidas familiares para evocar a quienes ya no están; otros encienden una vela o conservan un objeto que simboliza el vínculo. Son formas diferentes de mantener la presencia del ausente en la vida cotidiana.
 
            