Jueves por la mañana. Toca pasar el mal trago. Con esquivos “No me consta” no basta: hay que salir vivo –o, mejor aún, sin un rasguño– del Senado, convertido en una suerte de nido de matonismo político. Basta escuchar el tono y la agresividad de las intervenciones para entenderlo. No huele a flores en la sala. Más bien apesta. Caso Koldo, dos ex secretarios de organización del PSOE imputados, un exministro bajo sospecha, supuesta financiación irregular, sobres con dinero, prostitutas… Uf, uf.
Y entonces, ¡las gafas!
Pedro Sanchez, en la comisión Koldo en el Senado, este jueves.
Esta vez no son aquellas otras de sol, tipo Top Gun , las “gafas de puto amo”, como se ironizó en Madrid cuando se le vio fotografiado en el Falcon en junio de 2018. En esta ocasión, se trata de unas Christian Dior Monsieur 2601-30, originales de los años 80, vendidas sin estrenar y fabricadas en Alemania. Muy del estilo sobrio de François Mitterrand. Elegantes. Retro. Por la tarde, sus asesores filtran el precio: 250 euros (sin los cristales graduados, se supone). Montura de acetato rojo jaspeado con detalles dorados en las patillas, forma rectangular, ancha. Nadie puede negar el toque diferenciador que aportan a la imagen de Pedro Sánchez.
Una se imagina a los susurradores de Sánchez, como Rob Lowe en El Ala Oeste, sugiriéndole un plan milimetrado.
–Sácalas del cajón, presidente. Cuanto antes. Ya.
–¿Las que compré hace cinco años en esa tienda vintage del barrio de los Austrias? No sé si me valen todavía… Es que veo mal con ellas y veo mal sin ellas… La presbicia, jolines.
–No importa. Póntelas. Funcionará. ¡Ah! Y si puedes, presidente, levanta de vez en cuando la mirada, por encima de las gafas… que eso suele resultar sexy.
Sí que funcionó. De manual de primer curso de comunicación política: cómo potenciar la imagen de tu líder sin grandes artificios (que el bótox y la cirugía se notan). Cómo despistar al personal, en este mundo tan instagrameable, con una montura molona para que dejen de atender al fondo del debate y pasen a comentar lo accesorio. Lo fútil. Las gafas.
Distrae y vencerás.
Sánchez explota su capital erótico al máximo desde que pisó la Moncloa
El presidente no paró de juguetear con sus Dior en toda su comparecencia. Las subía y bajaba del puente de la nariz, las sostenía mientras hablaba, se las quitaba para mirar directamente a los ojos a su interlocutor. Que el simple gesto de ponerse o quitarse las gafas denote autoridad quizá sea mucho decir. Pero sí que transmite una cierta respetabilidad, justo lo que el PP le reprocha no tener. En un día delicado para su imagen política, Sánchez no dejó nada al azar.
Es el capital erótico, estúpidos.
Pedro Sánchez explota ese capital al máximo desde que pisó el Palacio de la Moncloa en 2018. Mister Handsome, lo bautizó entonces la prensa europea. Ken Sánchez, para los rivales. Y aquí sigue, más madurito, con unas gafas en el cajón para cada una de sus versiones.