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Las chicas no quieren ser monjas (Rosalía tampoco)

Estos días se han vertido ríos de tinta sobre lo que significa el hype cristiano de Rosalía a cuenta de su nuevo álbum. Lux, pura dinamita, por cierto. ¿El misticismo de la de Sant Esteve Sesrovires busca provocar o es que la artista intenta surfear en la ola del péndulo social que se avecina? En esas estábamos cuando, de repente, llegó Los domingos.

Cartel de Los Domingos, de Alauda Ruiz.

ELLAS COMUNICACIÓN / Europa Press

La cineasta vasca Alauda Ruiz de Azúa ha obrado un milagro con una de esas raras piezas capaces de sacudirte por dentro solo con imágenes y silencios. Sin maniqueísmos. Aquí la fe no se caricaturiza: se interroga. Abre preguntas, excava en los límites, confía en la inteligencia del espectador. Tan elocuente en sus matices. Tan dolorosa, tremenda y a la vez hermosa.

‘Los domingos’ y ‘Lux’ siguen una corriente de fondo que se confunde con cierto rebrote católico

Los domingos cuenta la historia de una chica de 17 años que no encaja en el mundo. Una desencantada, que diría Max Weber, por unas tristes circunstancias: la muerte de la madre, un padre ausente, el torbellino pubescente, el dinero, la religión.

Ainara sueña con el silencio. Anhela entrar en un convento de clausura, aunque el cacao mental que arrastra deja la duda de si su decisión nace de una verdadera vocación –“una llamada de Dios”, según ella– o de la necesidad de huir. 

La batalla emocional que libra la joven consigo misma es descomunal. Cualquier gesto cotidiano -una comida, una visita, un abrazo- se transforma en un detonador. En este guirigay, no podían faltar la priora y un cura joven, muy enrollado, que enseña a Ainara la diferencia entre el “amor” (a Dios) y el “apetito” (sexual) hacia un hombre.

Luego está su tía. Qué papel más fascinante y cómo nos interpela, aunque parezca improbable estar en su piel. Si tu hija adolescente quisiera hacerse monja, ¿intentarías convencerla de lo contrario, haciéndole ver todo lo que aún le queda por vivir? ¿O la dejarías marchar? 

La película responde con complejidad y con respeto a esas preguntas sin dar la razón ni a ateos ni a creyentes; ni a los que desprecian la fe desde su escepticismo, ni a los que la convierten en mercancía espiritual. Hay más mensaje en la trama, uno muy potente y central: ¡Cuidado con lo que hacéis con vuestros hijos si se sienten solos!, parece decirnos.

Escena de la película 'Los domingos', de Alauda Ruiz de Azúa, con la postulante Ainara en el convento de clausura.

LV

Personalmente, no creo que Los domingos sea un acto de fe en Dios, como tampoco lo es el último hit de Rosalía. Llámenlo arte. Sí que coinciden ambos trabajos en reabrir la conversación sobre lo trascendente. Como si la espiritualidad se hubiera puesto de moda y se haya perdido el rubor a exhibirla en público, donde sea, en la calle, en un concierto, en un centro de culto, en TikTok...

En este sentido, se suman a una corriente de fondo que recorre a los jóvenes en España. No se trata (o no solo) de un rebrote católico –ese que, muy minoritario, asoma ahora impulsado en gran parte por los hispanoamericanos–. No veremos de pronto las iglesias llenas o una explosión de vocaciones tempranas. Es otra cosa. El conflicto es existencial. Desde orillas distintas, Rosalía y Alauda hablan de lo mismo: de una generación que duda y que necesita creer en algo para driblar su desesperanza.

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