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Dudas sobre la seguridad del recinto de la COP30 tras un incendio que pudo provocar un desastre

Pánico en la Zona Azul de la Cumbre de clima en Belém

Los bomberos advierten sobre la elevada  inflamabilidad del edificio hecho de lona y plástico

Bomberos desplegados el jueves en el Hangar donde se celebra la COP30 de Belém 

Las Naciones Unidas y el gobierno brasileño se emplearon a fondo en la noche del jueves para tranquilizar a las decenas de miles de participantes en la cumbre del cambio climático de Belém, COP30, tras las extraordinarias escenas de incendio y evacuación en el centro de convenciones conocido como el Hangar.

Mañana, viernes, regresará el business as usual de la mega cumbre convocada para prevenir una catástrofe climática. “Tras una evaluación exhaustiva de la seguridad, confirmamos que el recinto ha sido inspeccionado minuciosamente y se considera totalmente seguro”, se comunicó en un informe la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCC). 

La Zona Azul, foco del incendio en el Hangar donde se sitúan  los pabellones de los  más de 190 países participantes en la cumbre, “ha recuperado su pleno funcionamiento desde las 20.40 horas del jueves”, prosiguió el comunicado.

La COP30 se reanudará el viernes, el último día de la cumbre de dos semanas, y los ministros de casi 200 países, junto a peces gordos como el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y António Guterres, secretario general de la ONU, realizarán una ronda frenética de negociaciones sobre las medidas necesarias para reducir emisiones de CO₂ y ayudar a los países en desarrollo a financiar la transición energética. 

“Todos los participantes acreditados en la COP pueden ahora acceder al recinto de la COP30, como de costumbre”, aseguraban los organizadores del evento.

UNFCC: “Los participantes pueden acceder al recinto de la COP30, como de costumbre”

Pero, aunque el incendio fue extinguido en cuestión de minutos y nadie sufrió lesiones, perdura el susto para quienes -delegados, políticos, funcionarios y periodistas- se encontraban en los pabellones de los países del este africano en la Zona Azul. Solo la rápida actuación de algunos participantes en la cumbre que usaron rápidamente extinguidores para apagar las llamas y, después, de los bomberos, evitó un probable desastre.

Se confirmaron las sospechas que muchos participantes ya  albergaban sobre la seguridad de un edificio que se asemejaba a una gigantesca carpa. Aunque el ministro de Turismo brasileño, Celso Sabino, entrevistado por Guayana Guardian, rechazara que hubiera problemas con la seguridad de las instalaciones, el riesgo de incendio no era difícil de prever para quienes se fijaban en los materiales, lona y plástico, usados para construir  Hangar, montado, en seis meses, en el parque de la ciudad de Belém para alojar a los 60.000 participantes en el evento. 

Respondiendo a una pregunta de este periódico de si el incendio pudo ser provocado, Sabino dijo: “Hay peritos de los bomberos trabajando en la zona para averiguar qué pasó”.

Añadió que la probable causa fue un cortocircuito. Eso fue corroborado por los bomberos, que citaron como la causa más probable un cortocircuito por la sobrecarga de energía. “Miles  de personas usaron adaptadores, lo que aumentó el riesgo de cortocircuito”, dijo una bombera, citada en el periódico local O Liberal.

Si esta generaba dudas sobre la infraestructura  eléctrica de la cumbre, lo  que puede generar problemas para el Gobierno brasileño y las autoridades en el estado de Pará fueron comentarios del servicio de bomberos sobre la elevada inflamabilidad de los materiales usados en la construcción del Hangar, obra de la constructora brasileña DMDL especializada en infraestructura temporal que diseñó estructuras para los Juegos Olímpicos del 2016.

Según la bombera citada, las lonas plásticas  desplegables, y los ornamentos, eran altamente inflamables. Desprendieron una humareda tóxica debido a la quema de materiales hechos de espuma, cableado, lona y componentes plásticos. Las decoraciones instaladas para adornar  los pabellones “contribuyeron mucho para que las llamas se propagasen rápidamente”, dijo.

Aunque, durante la primera semana de la cumbre, toda la atención mediática se centró en los problemas de seguridad provocados cuando una manifestación de indígenas irrumpió en la Zona Azul, los riesgos logísticos del complejo ya eran obvios para todos los participantes. 

El secretario ejecutivo de la UNFCCC, Simon Stiell, había firmado un documento en la primera semana de la cumbre exigiendo que se reforzase la protección y se resolvieran problemas como las inundaciones y las altas temperaturas.

Los periodistas instalados en la sala de prensa ya bromeaban de que el Hangar parecía el  escenario idóneo para una cumbre cuyo objetivo es prevenir la catástrofe climática. 

El Hangar parecía el escenario idóneo para una cumbre sobre  el riesgo climático

Bajo el techo de lona, el complejo de salas y pasillos se convirtió en una caja de resonancia para los estruendosos chaparrones tropicales que caen todas las tardes en esta ciudad, en la desembocadura del Amazonas. El martes pasó una auténtica tormenta eléctrica y los truenos añadidos a cacofonía de la lluvia crearon una  auténtica banda sonora para una  cumbre, que como insistía Lula, diría la “verdad sobre la crisis”.

En la sala de prensa había mesas donde no se podía sentar debido a las goteras durante las tormentas. Pero quienes buscaban zonas secas al fondo de la sala tenían que lidiar con el viento gélido y el zumbido ensordecedor generado por los aparatos de aire acondicionado.  Hubo murmullos entre los periodistas, pero para todos se resignaron a exponerse a la fuerza de la naturaleza tropical en solidaridad con los países más vulnerables. Pocos querían dar la razón al canciller alemán Friedrich Merz que,  con soberbia europea, había comentado  lo agradecido que se sentía de abandonar Belém para volver a Alemania.

El estoicismo en la sala de prensa se convirtió en pánico, sin embargo, en la tarde del jueves cuando empezaron a oírse la palabra “¡Fuego!” En 20 idiomas distintos. La evacuación comenzó y todos los salieron  al patio de atrás. Pero siendo periodistas en busca de noticias, muchos volvieron en seguida al hangar. Allí se encontraron con la contundencia de las evacuaciones brasileñas. Una barrera de guardias en el pasillo de seguridad fue avanzando para forzar a todos los que se quedaban en el edificio a abandonarlo. Algunos periodistas intrépidos se empeñaron en seguir grabando con cámaras el avance de la seguridad y algunos se cayeron al suelo. Tras los incendios que han arrasado la Amazonia brasileña en años anteriores y sobre todo en el devastado estado de Pará, era  difícil no ver las escenas como una metáfora.