A contra reloj, y ya en las laboriosas negociaciones y tras el susto de un incendio en plena cumbre, los delegados que salen en la madrugada de la COP30 en Belém pasan delante de un enorme árbol ceiba -sumauma para los indígenas amazónicos- iluminado por los focos de seguridad. Quien se detenga para mirar hacia arriba comprobará que la copa ha sido cortada, ya que, trasplantado al asfalto de la ciudad, el árbol se enfermó.
Este ejemplar del llamado árbol de la vida -sagrado para muchos pueblos originarios de las Américas- constituye un solitario recuerdo de la deforestación que ha destruido una cuarta parte de la selva amazónica en las últimas décadas, un proceso vertiginoso impulsado por la construcción de nuevas carreteras, la ganadería extensa y los monocultivos que se extienden por el estado de Pará del que Belém es la capital.
De ahí, ante la probabilidad de un acuerdo decepcionante e n la COP30 en el área de combustibles fósiles y financiación para los países en desarrollo, se explica la insistencia del anfitrión brasileño en el acuerdo alcanzado sobre una hoja de ruta para alcanzar la deforestación cero antes del 2030. Esto ya se presenta., junto a otros programas para defender los bosques tropicales, como el principal logro de la COP “de la verdad” en la Amazonia.
“Es la primera COP de clima en la que todos los países están de acuerdo en detener la deforestación antes del 2030; ya no parece que hay países en contra -ni los tropicales,” declara el científico brasileño especializado en la selva amazónica Carlos Nobre. “Eso es un gran progreso, especialmente para los bosques tropicales”, explicó en una entrevista a Guayana Guardian.
Nobre: “Todos los países están de acuerdo en detener la deforestación antes del 2030”
Asimismo, la iniciativa Bosques Tropicales para Siempre, un mecanismo que pretende obtener financiación pública y privada por valor de 25.000 millones para la conservación y restauración de bosques tropicales, “es un lanzamiento muy importante que viene de Brasil”. Si se logra la meta de financiación, los gobiernos podrían contar con cuatro dólares e inversiones privadas y públicas para proteger y restaurar cada hectárea de bosque.
“Los bosques finalmente están en el centro; empezó en 1992 en Brasil ahora ya tenemos 65.000 millones para el proyecto Bosques para Siempre y habrá más y el año que viene se podrá pagar cuatro dólares por hectárea por bosque existente, dijo Marcelo Behar, enviado brasileño a la COP30 para la Bioeconomía.
“Es algo que jamás se había hecho y de por sí es un logro importante (..) Estamos escuchando comunidades tradicionales, iniciativas como el retorno de la bioeconomía van a traer nuevos métodos, nuevos mercados, nueva financiación”.
Meta ya acordada
Todo esto es, sin duda, un logro aunque ya se había acordado la meta de eliminar la deforestación en 2030. Es más, solo a cuatro años de la fecha tope, y con 80.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical destruidos a escala mundial en el 2024, paree una promesa que, como muchas en la COP, será muy difícil de cumplir.
Pero para el objetivo central de las cumbres del clima -la reducción de emisiones de carbono- la hoja de ruta de protección de bosques, por crucial que sea para proteger la biodiversidad, no es ni mucho menos lo más importante.
La reducción de emisiones de gases invernadero correspondientes a la deforestación es solo el 12%. El 75% corresponde a los combustibles fósiles. Pero en el segundo borrador de la declaración final de la COP30 publicado el viernes, se omite cualquier referencia a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles.
El desencanto del segundo borrador de acuerdo
El desencanto es palpable en la cumbre tanto en los cientos de oenegés y grupos activistas que asisten a la cumbre, como en los gobiernos más interesados en una rápida transición energética liderados por la UE, el Reino Unido y Colombia.
“Nuestra bandera es la ambición y esto no es aceptable”, dijo Sara Aagesen, la vicepresidenta Tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica sobre el borrador. “Cómo no vas a estar decepcionado leyendo esto”, dijo Wopke Hoekstra, el comisario de clima de la UE.
Para otros, las expectativas generadas en Belém tras el primer discurso del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, eran injustificadas. Muchos países en desarrollo son muy recelosos a abandonar los subsidios al petróleo y los petroestados como Arabia Saudí ven el asunto con reticencia.
Pese al discurso de Lula al inicio de la cumbre, el propio Brasil es muy ambivalente, dada la importancia del petróleo para su estrategia de crecimiento y desarrollo, al igual que decenas de otros países en desarrollo.
“Los países en desarrollo no están atravesando una sola transición energética; de modo que es imposible que convergen en una única hoja de ruta”, dijo un negociador del sur asiático en declaraciones a los medios. Exigió un “enfoque matizado” en vez de ” retórica.”
La declaración más lapidaria respecto al anuncio del fin de la era fósil llegó de Patricia Espinosa, enviada latinoamericana a la COP30: “No estamos hablando de una hoja de ruta (sobre combustibles fósiles) sino de 190 hojas de ruta”.
Espinosa: “No estamos hablando de una hoja de ruta sino de 190 hojas de ruta”.
Fue el reconocimiento -más allá del eslogan de Mutirão (esfuerzo conjunto) acuñado en Belém- de una cruda realidad: la fragmentación absoluta respecto a las medidas necesarias para combatir la crisis climática en una cumbre donde Estados Unidos brilla por su ausencia.
De ahí la necesidad del anfitrión brasileño de anunciar algo positivo en el cual sí hay acuerdo, concretamente, la necesidad de proteger los bosques, sobre todo los tropicales, y sobre todo los de la Amazonia, del Congo y del sureste asiático.
“Hay una nueva dimensión que es conectividad entre clima, bosque y comunidades y esto será el resultado de haber tenido la COP en una ciudad amazónica en Brasil”, dijo Behar.
La Amazonia brasileña es motivo de esperanza cualificada. La deforestación se ha reducido de forma importante en los últimos años, con una caída por encima del 60% desde 2023. Los incendios provocados -que habían llegado a rebasar a la motosierra como principal instrumento de la deforestación- ha caído gracias a los sistemas de vigilancia del gobierno de Lula. Pero las llamas que asustaron a todos en el recinto de la COP30 -causados con toda probabilidad por un corto circuito- no hicieron sino subrayar los peligros que aún quedan por el camino.
