Es imposible terminar de ver los vídeos que Montserrat y Pilar guardan en su teléfono con los últimos días de vida de su tía Nieves Ibáñez Gimeno. La hermana de su padre, de 90 años, falleció el pasado 6 de noviembre tras 17 días angustiosos y especialmente dolorosos por las quemaduras de segundo y tercer grado sufridas mientras la bañaban en la residencia Amavir de Vilanova del Camí, donde estaba ingresada desde hacía cinco años. Un juzgado investiga los hechos.
Las sobrinas presentaron el pasado 15 de diciembre una denuncia en los Mossos d’Esquadra de Igualada. Necesitan saber qué pasó aquella mañana y que se investigue si, como sospechan, hubo una actuación negligente por parte de la dirección y el personal de la residencia, que en un primer momento, sostienen, “minimizaron” las heridas.
El agua caliente del baño le produjo quemaduras de segundo y tercer grado en la cara y el cuello
Cuando las sobrinas acudieron a denunciar a la policía, el caso ya se estaba investigando por orden de un juzgado de Barcelona y tras recibir un informe del hospital de la Vall d’Hebron, donde la anciana fue tratada en un primer momento, con medio cuerpo escaldado con quemaduras de segundo y tercer grado, principalmente en cara y cuello.
Los médicos que la atendieron enviaron el escrito al juzgado de guardia advirtiendo de que las explicaciones que habían recibido de la procedencia de las lesiones no se correspondían con la gravedad de las mismas. El juzgado requirió a la policía catalana el historial médico y los últimos informes de Nieves, con el fin de reconstruir esos últimos días y que un forense determine las causas de su muerte y si tienen o no relación directa con el incidente sufrido en el baño.
El juzgado está a la espera de ese informe forense para decidir si mantiene abierta la investigación y pide a los mossos nuevas diligencias, como por ejemplo, la toma de declaración del personal que atendió a Nieves aquella mañana.
La mujer llevaba cinco años en la residencia. Con sus achaques, aseguran sus sobrinas, su mal genio, un cuadro depresivo propio de la edad, osteoporosis y problemas de movilidad por una fractura de fémur. Pero suficientemente lúcida como para bromear, mantener charlas, discutir y “disfrutar como una niña” con cualquier pastelito o dulce que le llevaran las sobrinas o su hijo Pedro Luis, que la visitaban con frecuencia.
El pasado 19 de octubre, a primera hora de la mañana, Montserrat recibió una llamada de la residencia advirtiendo de que su tía había sufrido “un pequeño percance” y que la trasladaban al hospital de Igualada. La mujer alertó al hijo de Nieves, que se acercó hasta el centro médico para acompañarla. “Nos llamó fuera de sí, gritando que a su madre la habían quemado viva”, recuerdan. Tanto es así, que los médicos de Igualada la derivaron a la Vall d’Hebron, donde permaneció dos días en la unidad de quemados, a la que regresó varios días para hacerse curas.
Las sobrinas y el hijo no se separaron de la mujer los siguientes días. “Fue una tortura, resultaba insoportable verla gritar de dolor, con la cara y el cuello quemados, y una infección cada vez mayor que empapaba las sábanas de pus”.
A Nieves le costaba respirar y fue trasladada nuevamente al hospital de Igualada, donde falleció. La dirección de la residencia Amavir abrió un expediente disciplinario al enfermero que bañó a la anciana y que dejó voluntariamente el trabajo.
“Seguimos sin saber qué pasó en el baño. Necesitaba ayuda para asearse. La debió dejar en la ducha, abrió el agua y se fue, sin saber, vete tú a saber, que salía el agua hirviendo”. Tampoco tienen buenas palabras para la alcaldesa socialista de Vilanova del Camí, Noemí Trucharte. “Nos ha demostrado lo poco que le preocupan las personas mayores del pueblo. Un mensaje de voz con el pésame y poco más”, lamentan.



