Las relaciones sexoafectivas en la etapa sénior están experimentando una auténtica revolución, marcada por un aumento significativo de divorcios y separaciones en edades avanzadas. Rosanna Carceller, coordinadora del canal Longevity de La Vanguardia, explica que este fenómeno responde a un cambio demográfico y social profundo. “La última etapa vital se plantea como una oportunidad para vivir la sexoafectividad con más libertad y con muchas oportunidades”, destaca. Este nuevo contexto incluye mayores esperanzas de vida saludable y un fenómeno social de independencia económica especialmente en mujeres, que antes no se planteaban el divorcio tras los 60 años.
El llamado “divorcio gris” refleja ese cambio radical: en la última década, los divorcios a partir de los 50 años han subido un 40%. Carceller detalla que “la edad no es una barrera, los hijos están criados y hay una estabilidad laboral que permite replantear cómo queremos pasar la madurez”. Esta tendencia también abre paso a nuevas configuraciones familiares, como segundas parejas o segundas nupcias, fenómeno que va en aumento. En España, las bodas de personas mayores de 60 años se han duplicado en apenas diez años, mostrando un cambio social en la forma de concebir el amor y la pareja en esta etapa.
Además, la diversidad en las relaciones se observa en la variedad de opciones que eligen las personas, desde volver a casarse hasta decidir no convivir en pareja. Carceller subraya que “muchísima gente tiene segundas relaciones después de divorciarse, enviudar o separarse, y algunas deciden vivir sin convivir, siendo este otro fenómeno creciente”. También menciona la opción de los “singles” sénior, lo que refleja la aceptación de nuevas formas de vivir la afectividad más allá de los modelos tradicionales.
Un aspecto que rompe tabúes es la prevalencia creciente de enfermedades de transmisión sexual en esta etapa, que han triplicado sus cifras en los últimos diez años entre mayores de 60. Según Carceller, “el tabú de hablar de sexualidad sénior todavía existe, pero se va desmontando poco a poco”. Explica que la baja utilización del preservativo es un factor clave, dado que no hay riesgo de embarazo, pero esto y el “edadismo en la consulta médica” dificultan la prevención y educación sanitaria adecuada para este grupo etario.
Rosanna Carceller finaliza recordando que este cambio en las relaciones sexoafectivas es solo el principio de una transformación más amplia en la madurez. “Vamos hacia una nueva manera de concebir estas relaciones maduras”, recalca. En el canal Longevity, La Vanguardia profundiza en este apasionante mundo donde salud, deseo y afectividad encuentran nuevas formas de expresarse.