Mañana domingo volveremos a dar un salto en el tiempo (en el que marcan los relojes) y las dos de la madrugada se convertirán en las tres para entrar en el horario de verano. Se trata de un ajuste de tan solo 60 minutos pero que cada año da pie a horas y horas de debate sobre su necesidad (o no), su impacto social y fisiológico para las personas y la conveniencia (o no) de acabar con él. Y no son únicamente debates de sobremesa o de redes sociales. Las ventajas y desventajas del cambio de hora estacional -y en especial cuando se trata de aplicar el horario de verano- son objeto también de debate científico porque no hay consenso académico al respecto.
Los físicos Jorge Mira Pérez y José María Martín Olalla han alentado esta discusión con un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science (RSOS) que analiza cuál es la mejor hora para arrancar el día considerando la variación en la salida del sol y del que se desprende que los problemas que se atribuyen al actual sistema de cambio horario se han exagerado y, en realidad, se trata de un mecanismo adaptativo necesario al que ya recurrían las sociedades preindustriales para ajustar la actividad a la hora del amanecer.
En 1810, cuando no existían husos horarios, las sesiones de las Cortes de Cádiz ya empezaban una hora antes de mayo a septiembre
“El cambio de hora puede resultarnos un incordio pero tiene razón de ser en determinadas latitudes porque hay una diferencia enorme en la hora de salida y puesta del sol según las estaciones y necesitamos acompasar la actividad con la luz ambiental”, explica Martín-Olalla, profesor e investigador de la Universidad de Sevilla especialista en Física de la Materia Condensada. Y subraya que ya se modificaban horarios en verano e invierno en las sociedades preindustriales, mucho antes de que se estableciera la convención del cambio oficial de hora.
“En 1810, cuando no existían husos horarios ni nada parecido, las sesiones de las Cortes de Cádiz ya empezaban una hora antes de mayo a septiembre (a las 9) que de octubre a abril (a las 10), porque la vida social y la actividad laboral siempre se ha reorganizado para acompasarse mejor con la luz ambiental, y la mayor duración del día en verano permite hacer las cosas por la mañana antes que en invierno”, subraya Martín Olalla.

En Barcelona, el sol sale pasadas las ocho de la mañana en diciembre y antes de las 6 y media en junio )
“Si vives en Quito, junto a la línea ecuatorial, te levantas a la misma hora todo el día, pero si vives en Barcelona, te levantas más temprano en verano que en invierno: lo hace la abeja, la paloma y cualquier bicho viviente, incluidos los humanos que vivían ahí hace doscientos o mil años, de modo que siempre se ha hecho el cambio de hora estacional, antes por la vía de levantarse con el sol y desde el siglo XX en base al consenso que es el adelanto de la hora en verano”, justifica Jorge Mira, catedrático de Electromagnetismo del departamento de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela.
Y es esa constatación de que es algo que se ha venido haciendo durante siglos lo que lleva a ambos a dudar de que el impacto de este cambio de hora sobre la salud sea muy grande y a cuestionar algunos de los argumentos y estudios que sirven de base a quienes critican que se haga.
Se invoca un efecto del 5% más de accidentes de tráfico cuando el error estadístico es superior, del 15%
Por ejemplo, explican que hay un estudio de Estados Unidos que informa de un aumento del 5% en los accidentes de tráfico en la semana posterior al adelanto de la hora en primavera pero sin tener en cuenta que la cifra de accidentes en una misma semana del año fluctúa un 15% de un año a otro. “Se invoca un efecto del 5% para echar la culpa al cambio de hora en un asunto en el que el error estadístico de año en año es del 15%”, enfatiza Mira.
Por lo que respecta al impacto sobre la salud, Martín Olalla admite que el momento de la transición del horario de invierno al de verano conlleva un pequeño impacto en los biorritmos inevitable al adelantar la jornada matinal, pero cree que no hay evidencias suficientes para relacionar el cambio de hora con problemas crónicos de sueño, cardiovasculares o mayor predisposición al cáncer.
En verano se duerme 20 minutos menos pero no sabemos si es por el cambio horario o porque el día es más largo
“Hay estudios que aseguran que con la hora de verano se duerme 20 minutos menos de media, pero en realidad no sabemos si es por el cambio horario o porque el día es más largo que en invierno, ya que las mediciones se hicieron en Alemania”, comenta el físico.
Porque, según los datos que han analizado Mira y Martín Olalla para el estudio que acaban de publicar, lo que sincroniza la actividad diaria es la salida del sol. En su informe toman como ejemplo las ciudades de Bogotá y Nueva York, ubicadas en el mismo meridiano (tienen la misma hora) pero a diferentes latitudes, de modo que en la primera el sol sale alrededor de las 6 todos los días independientemente de la fecha del calendario mientras que en la segunda el amanecer se retrasa una hora y media en invierno.
“Eso retrasa la vida en Nueva York durante el invierno (con respecto a la jornada de Bogotá) pero en primavera ese retraso en el amanecer ha desaparecido y la actividad puede comenzar antes, así que adelantar los relojes facilita esa adaptación”, afirma Mira.

Un estudio constata que en Portugal el inicio de los desplazamientos para ir al trabajo se retrasa en invierno en una proporción similar a lo que lo hace la salida del sol
Y recogen más estudios que muestranque la actividad va ligada a la hora del amanecer. El análisis de los patrones de desplazamiento matutino entre casa y el trabajo a partir de datos de teléfonos móviles en Portugal y Costa de Marfil (que al igual que Bogotá y Nueva York comparten zona horaria) muestran un retraso en el inicio de los desplazamientos en Portugal en comparación con los valores de Costa de Marfil que coincide con el retraso en la hora de salida del sol en ambos países. Y la comparación de los ritmos de actividad diaria de 2.000 personas en Ghana, Seychelles, Jamaica, Sudáfrica y un suburbio de Chicago (Estados Unidos) muestra un retraso en el momento del pico de actividad aproximadamente igual a lo que se retrasa el amanecer.
“Por razones sociales hemos entrado en una dinámica en que se culpa al cambio de hora de todo lo que te pase en las fechas siguientes al mismo, pero debería respetarse más el proceso científico, porque la Tierra tiene un desalineamiento con el sol de 23 grados y medio y eso nos ha obligado siempre a adaptar nuestros ritmos circadianos y nuestra actividad al cambio de estaciones; así que el cambio de hora es una convención para conservar una adaptación natural que ya teníamos”, subraya el investigador de la Universidad de Santiago de Compostela.
Sin cambio de hora, habrá que entrar antes al trabajo en invierno o más tarde en verano, y las dos opciones van en contra de la fisiología humana
Por eso, tanto él como su colega de la Universidad de Sevilla creen que la eliminación del cambio de hora obligaría a elegir entre adelantar la hora de entrar el trabajo en invierno, cuando el sol sale más tarde, o retrasarla en verano, que el sol sale antes y enseguida hace más calor. “Cualquiera de las dos opciones va en contra de la fisiología humana”, dice Martín-Olalla, que cree que por eso resulta difícil acabar con el cambio de hora tanto en Europa como en América.
Por ello opinan que es mucho mejor mantenerlo y sugieren que los momentos más idóneos para aplicarlo serían los primeros fines de semana de abril y de octubre. Y como es inevitable tener que adaptarse al cambio estacional, apuntan que una buena opción para quienes más notan los efectos es hacer una transición más gradual, anticiparse e ir adelantando gradualmente el despertar durante las semanas previas a que se adelanten los relojes.
Con la referencia del amanecer, los ritmos diario de Italia y España son calcados
Advierten que si triunfan las tesis de algunos grupos de presión para suprimir esta práctica o incluso cambiar de huso horario habría muchas zonas de España donde estaría amaneciendo entre las 4 y las 5 de la mañana varios meses al año.
“Se habla mucho de acogernos al horario de Portugal para anticipar la actividad laboral, las comidas y cenas e incluso el prime time de la televisión argumentado que en Italia, por ejemplo, todo eso se hace una hora antes; pero quienes lo plantean no tienen en cuenta que el sol también pasa por Italia una hora antes, y que nuestra sincronización no es con el reloj, sino con la luz solar, con el amanecer, y con esa referencia los ritmos diarios de Italia y España son calcados”, concluye Mira.
Con todo, la Time Use Iniciative, l'Aliança Internacional pel Temps Natural y otras organizaciones continúan insistiendo y buscando el apoyo de los parlamentarios europeos para que la Comisión Europea y el Consejo de la UE aprueben la eliminación del cambio de hora para el 2026.
Y se apoyan en estudios de expertos contrarios al cambio de hora, como Darío Acuña, del departamento de Fisiología de la Universidad de Granada, que argumenta que las variaciones de luz a lo largo de las estaciones son suficientemente suaves para permitir la adaptación humana sin tocar los relojes y que el horario de invierno evita el exceso de luz por la tarde-noche, algo que resulta perjudicial para la salud porque altera el mecanismo de sincronización interna y trastoca el sueño.