La falta de tiempo y los horarios laborales se han convertido en uno de los principales enemigos de la alimentación saludable en España. Más de la mitad de los trabajadores españoles asegura que no dispone de tiempo suficiente para preparar comidas saludables y el 25% admite que improvisa qué comer a diario, sin planificación previa alguna sobre su dieta.
Además, dos de cada tres empleados reconoce que recurre a la alimentación emocional, es decir, que come para gestionar el estrés o la ansiedad durante su jornada laboral. Y casi la mitad relata que, cuando trabaja bajo presión, tiende a comer más rápido, a elegir opciones poco saludables e incluso a saltarse comidas.
Este último comportamiento tiene bastante que ver con las exigencias laborales. Entre los directivos de grandes y medianas empresas, prácticamente siete de cada diez reconoce que, en muchas ocasiones, acaba saltándose comidas por la carta de trabajo o la acumulación de reuniones.
Estas son algunas de las realidades que describe el estudio Hábitos alimentarios en el entorno laboral que hoy ha presentado Cigna Healthcare España -compañía especializada en seguros de salud- y que son síntoma de un problema más profundo: la dificultad de conciliar la vida laboral con unos hábitos de vida saludables.

Un 1,8% de los trabajadores encuestados asegura seguir una dieta vegana
Porque, según los expertos en nutrición, la improvisación a la hora de comer suele traducirse en elecciones menos equilibradas, con un mayor recurso a platos preparados, comida rápida o tentempiés poco nutritivos que, a medio y largo plazo, pueden impactar en la salud. En cambio, enfatizan los autores del informe, una buena dieta no sólo repercute en el bienestar físico y emocional sino que refuerza la concentración y la capacidad de afrontar el estrés, lo que repercute en la eficiencia profesional.
La encuesta de Cigna también permite constatar cuáles son los patrones alimentarios de los españoles. Un 83% de los empleados consultados dice llevar una dieta variada. En concreto, un 55% asegura seguir la dieta mediterránea (61% entre los mayores de 55 años), un 3% se declara vegetariano, un 1,8% vegano y un 1,9% sigue una dieta sin gluten.
Respecto a la calidad de los alimentos que ingieren, solo una cuarta parte de los trabajadores dice que más de la mitad de lo que ingiere son productos frescos, mientras que la mitad estima este consumo entre el 25% y el 50%.
Otros datos que revela el informe son que casi la mitad organiza sus comidas con antelación y un 42% se lleva el táper preparado de casa a la oficina, aunque la falta de tiempo hace que no siempre sean regulares en sus hábitos y eso repercute en su alimentación. Así lo aseguran el 64% de los menores de 34 años y el 55,6% de las mujeres.
El impacto del teletrabajo
Otro factor que condiciona los hábitos alimentarios es el teletrabajo. Seis de cada diez empleados que lo practica dice que su dieta ha mejorado y que, por ejemplo, ahora consumen más frutas y verduras. Y el porcentaje es superior entre los más jóvenes. A ello contribuye el hecho de disponer de más tiempo (evitan desplazamientos) y poder acceder a una cocina durante la jornada laboral. La contrapartida es que trabajar desde casa también aumenta la tentación de picar entre horas. Un 46% de quienes teletrabajan admiten que desde que lo hace pica más, y también son muchos los que reconocen que al no tener que ir a la oficina se mueven menos, son más sedentarios.