Los “amigos del trabajo” están en recesión (y eso no es bueno para las empresas)
Tendencias sociales
La menor relevancia vital que se da al empleo, el teletrabajo y las interacciones mediadas por tecnología cambian las relaciones en el entorno laboral
Un empleado aprovecha la pausa de la comida para revisar mensajes en su móvil
Los amigos del colegio, los del barrio... y los del trabajo. Durante siglos, las oficinas, los comercios y las fábricas han sido espacios en los que se forjaban vínculos significativos, donde se gestaban amistades sólidas que sobrepasaban el ámbito laboral, con las que se compartían comidas, bodas o vacaciones. Pero esa camaradería está desapareciendo de los lugares de trabajo y, hoy, la de “amigos del trabajo” es una categoría en recesión.
En Estados Unidos, solo dos de cada diez empleados afirman tener un “gran amigo” en el trabajo, según una encuesta de Gallup, tres puntos porcentuales menos que antes de la pandemia. Y solo uno de cada cinco fomenta activamente ese tipo de relaciones. En España, no se dispone de estadísticas sobre la evolución de las amistades en el trabajo, pero tanto los especialistas en recursos humanos como los psicólogos y sociólogos consultados aseguran que la tendencia es la misma, que se asiste a ese mismo declive.
En Estados Unidos, solo dos de cada diez empleados afirman tener un “gran amigo” en el trabajo
¿Por qué? El primer impulso es echar la culpa a la pandemia, al teletrabajo y a la generalización de las comunicaciones digitales. Pero hay bastantes más razones y cambios en las dinámicas laborales y personales que dificultan cada vez más la creación de estos vínculos. Porque las amistades no surgen por sí solas, sino que requieren de experiencias compartidas, conversaciones e interacciones informales repetidas a lo largo del tiempo.
Un estudio publicado a finales del año pasado en la revista de negocios de Harvard (a partir de una encuesta a un millar de empleados en 20 sectores diferentes en Estados Unidos) reveló que había poca diferencia en términos de soledad laboral entre quienes trabajan en la oficina a tiempo completo y quienes lo hacen de forma híbrida, con parte de la jornada en remoto. Prueba de ello es el elevado número de personas que desarrolla su jornada con auriculares y la evolución de las ventas de los cascos inhibidores del ruido ambiental.
Si podemos, cada vez pasamos menos horas en el lugar de trabajo y allí vamos a tope, porque nuestro interés está fuera
“Hay un cambio de tendencia en la relación que se tiene con el trabajo; si podemos, cada vez pasamos menos horas en el lugar de trabajo y queremos que esas horas allí sean más productivas, vamos a tope”, explica la psicóloga y profesora de la UOC Mireia Cabero. Y detalla que ese cambio conceptual del trabajo “como un lugar donde voy a ofrecer mis servicios y mi talento pero de donde salgo en cuanto puedo porque mi interés y mi desarrollo personal está fuera” modifica la forma de relacionarse con el trabajo y con las personas con quienes se comparte empresa y proyecto.
Y ese cambio es más acusado entre los más jóvenes, para quienes su empleo no es el centro de su vida sino solo una parte, de modo que van, hacen sus horas y se marchan. Eso no significa que no den importancia a hacer amigos, al contrario. Sociólogos y psicólogos explican que son generaciones en las que el vínculo de amistad tiene más relevancia que en otras anteriores, solo que no lo buscan en el trabajo.
Hoy hay muchas opciones de conocer gente; el entorno laboral no es la única fuente de relaciones sociales
“Hoy hay tantas aplicaciones y actividades que permiten conocer gente que el entorno laboral no es la única fuente de relaciones sociales; en cambio, hace 25 años la gente no sólo daba mucha más importancia al trabajo sino que, a menudo, pasaba allí todo el día, hasta las diez de la noche, así que su mundo era su profesión y ahí era donde se relacionaba y hacía grandes amigos”, justifica Cabero.
Y recuerda cómo las propias empresas promovían que los empleados se vincularan con actividades, encuentros, o centros vacacionales. “Antes parte de la vida personal de los trabajadores dependía de las empresas; ahora hemos dejado esa vida de colonia industrial y la gente tiene vidas estupendas fuera de la organización para la que trabaja, a la que otorga solo una pequeña parcela vital porque, si mañana le ofrecen otro proyecto interesante, se va; para tener esa libertad ha de sentirse cómodo rompiendo el vínculo, y eso cambia el papel que se concede a los compañeros”, justifica la psicóloga.
Hoy existen muchas oportunidades de establecer relaciones sociales más allá del entorno laboral, por ejemplo a través de la práctica deportiva
Ello no quiere decir que las nuevas generaciones no se vinculen con su equipo de trabajo. “Estamos en la época del liderazgo colaborativo, en la que el equipo tiene una fuerza superior al individuo, pero se ve ese equipo como medio para conseguir objetivos profesionales, no para buscar relaciones sociales”, dice. “Ahora bien, eso no significa que, si aparece un vínculo de amistad con los compañeros, no se disfrute”, concluye.
No obstante, el uso generalizado de la tecnología y la comunicación digital no contribuye a que surjan. Hoy, en lugar de pasar por el escritorio de un compañero para charlar se envían mensajes por Slack, wasaps o correos electrónicos incluso estando en el mismo edificio. Y los horarios flexibles o en remoto reducen, cuando no eliminan, las experiencias cotidianas que antes fomentaban las relaciones, como las pausas para el café o el almuerzo, o las charlas antes y después de reuniones importantes.
Lo que antes ocurría de forma natural en los pasillos de la oficina, ahora necesita ser intencionado
“Lo que antes ocurría de forma natural en los pasillos, ahora necesita ser intencionado”, y por eso la pérdida de vínculos laborales no se da por igual en todas las empresas, “sino que depende de cómo está de preparada a nivel tecnológico y cultural para sostener la conexión humana, en especial en entornos híbridos o remotos”, explica Tiago Santos, experto en gestión de recursos humanos.
En este sentido, cree que aquellas empresas que adoptaron el trabajo en remoto como una solución táctica sin acompañarlo de una estrategia relacional se han convertido en espacios digitales donde se evapora lo emocional “y esto se traduce en más aislamiento, menos pertenencia y una cultura mucho más frágil”. Considera que “el problema no es estar en casa o en la oficina, sino estar sin conexión emocional”, con relaciones meramente funcionales.
Tampoco ayuda que en muchos lugares de trabajo se priorice el rendimiento individual sobre los logros del equipo, lo que desincentiva el cultivar relaciones significativas con los compañeros.
Menos vínculos significan menor retención y un entorno donde la innovación sufre
Pero si algo tienen claro todos los expertos en productividad y recursos humanos es que el impacto de la recesión de la amistad en el trabajo no es anecdótico. “Menos vínculos significan menos compromiso, menor retención, y un entorno donde la innovación sufre, porque la confianza deja de cultivarse”, resume Santos.
Desafío empresarial
Tener o no amistades en el trabajo es mucho más que una cuestión de interacción social, es también un desafío empresarial. Son varios los estudios que constatan que los amigos del trabajo contribuyen al rendimiento, al bienestar mental y a un menor absentismo. Por el contrario, los empleados sin amistades sólidas a menudo se sienten menos realizados, colaboran con menos eficacia y son mucho más propensos a abandonar la empresa, lo que provoca una mayor rotación de plantillas.
Por estas y otras razones, el informe The Business Case for Friends at Work de la consultora Gallup concluye que las empresas en las que los empleados tienen amigos en el trabajo muestran un aumento del 50% en la productividad. Desde el punto de vista individual, estas relaciones también facilitan un sistema de apoyo esencial a la hora de desahogarse después de experiencias difíciles.