Antonella Sudasassi (San José, Costa Rica, 1986) estudió Comunicación —en su país no había carrera de cine—, y montó con sus compañeros un colectivo para aprender a filmar. “Íbamos alternándonos. En un cortometraje hacías dirección, en otro montaje, guion, y así”, cuenta. Su amor surgió al presentar las películas a “personas que nunca habían visto cine nacional. Sus emociones me enamoraron”, confiesa. Desde entonces, no ha parado. Considera que vivimos en “un sistema que nos hace sentirnos solos”. La solución es “vivir en comunidad”.
Por eso, su cine busca respuestas en las personas. Tratando de comprender la vida de sus abuelas, entrevistó a 15 mujeres que le hablaron sin tapujos de la sexualidad en la edad tardía. Eso sí, le pidieron anonimato total por el pudor y los tabúes. Con sus testimonios creó Memorias de un cuerpo que arde, donde explora la sexualidad en las mujeres séniors. Premio del público en los festivales de Berlín y de Busán (Corea del Sur), y mejor dirección en Huelva, se ha estrenado este viernes 21 de febrero en cines. “Retrata lo fuerte y lo duro que significa ser mujer, entender a tu cuerpo. Y he descubierto que la vivencia de las mujeres es muy similar en diferentes latitudes. También en Europa”, afirma.
Imaginaba que hablar de sexualidad a partir de cierta edad era tabú, pero no hasta qué punto
¿Por qué nace la película Memorias de un cuerpo que arde?
De una conversación con mi abuela paterna tratando de ahondar en su relación con mi abuelo, que la abandonó con siete hijos. Pero le fallaba la memoria y no podíamos profundizar, así que hablé con otras mujeres para tratar de entender cómo pudo haber sido. Sentía curiosidad por saber cómo se vive la sexualidad en la vida adulta. Me parecía que tiene una fecha de caducidad, especialmente para las mujeres, cuando dejan de ser reproductivamente productivas. Para entender cómo la vivían a sus 70, 80, 90 años, sentí la necesidad de repasar sus diferentes etapas vitales. Se convirtió en un diálogo con mujeres de diferentes contextos y edades.
¿Qué te sorprendió?
Imaginaba que hablar de sexualidad a partir de cierta edad era tabú, especialmente en un país como el mío, superreligioso y conservador, pero no hasta qué punto. Me sorprendió que pidieran el total anonimato. Alguna me pidió, incluso, cambiar el timbre de la voz para que no la reconocieran. Hablé con más de quince, pero en la película salen ocho testimonios.
Las mujeres mayores me han enseñado que nunca es tarde para seguir cumpliendo tus sueños
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de ellas?
La necesidad urgente de hablar. Muchos de los diálogos que sostuvimos nunca los habían tenido con nadie, nunca se habían atrevido. Y la cantidad de violencia. Alguna me contaba sobre su primer periodo y, de repente, seguido, que la habían abusado. En cada etapa casi todas habían sufrido algún tipo de abuso. Y estaba normalizado, tus propios padres te decían tras recibir una paliza brutal, “pues esa es tu cruz, es lo que te tocó”. Estas historias de terror, las contaban como si fueran un cuento, con ternura incluso. Es muy loco porque no están en el lugar de víctimas, lo narraban con distancia.
Impresiona la resiliencia de las mujeres…
Sí, y sus ganas de vivir, de seguir explorando. Verlas tan empoderadas a sus 80 años. Una de las actrices de la película, a sus 80 años se graduó de Derecho, y era su tercera carrera. Otra quería ir a vivir en una comunidad muy hippie. Yo me decía, ‘qué hermoso’. Porque a veces, de joven, piensas que el tiempo se te está acabando. Pero las mujeres mayores me han enseñado que nunca es tarde para seguir cumpliendo tus sueños.

El rodaje de 'Memoras de un cuerpo que arde'.
Estas mujeres por suerte se han dado la oportunidad de seguir viviendo a pesar de los problemas, se permiten hoy en día conocer gente, explorar su cuerpo
¿Qué has aprendido con ellas?
Dejar de sentir obsesión con la juventud, con hacerlo todo ya y tener logros. Si no lo hiciste antes de los 30, parece ya te agarró tarde para la vida. Es una presión muy fuerte, cuando realmente la vida sigue. Cada etapa puede seguir siendo igual de intensa cuando eres joven. Y he aprendido que nunca es tarde, una de las frases que retoma Valeria Castro en la canción del final, El borde del mundo, que me parece hermosísima.
¿Cómo es el sexo en la edad madura, el de estas generaciones?
Qué pregunta tan compleja. Primero, hay que señalar que era complicado con el desconocimiento que tenían de su cuerpo, con tantas restricciones y tabú. Pero estas mujeres por suerte se han dado la oportunidad de seguir viviendo a pesar de los problemas que pudieron haber tenido los jóvenes, se permiten hoy en día conocer gente, explorar su cuerpo. Eso su sexualidad es tan rica, tan sana y reivindicativa. Da gusto escucharlas disfrutar del sexo a sus 80 o 90 años.
Se sexualiza muy poco el cuerpo del adulto mayor, un cuerpo que siente placer, que desea… Por eso me resultaba necesario mostrarlo
La actriz española Petra Martínez, de 80 años, se hizo viral porque contó que casi rechazó un papel porque tenía que interpretar una masturbación. ¿Qué decían tus actrices?
Yo tuve dificultad en encontrar actrices, precisamente, porque la película incluía desnudos, y la mayoría decían, ¿cómo voy a enseñar mi cuerpo a estas edades? ¿Cómo voy a enseñar estas arrugas? Esto es verdad, es todo un tema el pudor del cuerpo que envejece.
¿Esconden las mujeres, sobre todo, aunque los hombres también, su cuerpo al cumplir años?
No es que nos escondamos, es que hay una expectativa de la belleza imposible de cumplir. En las películas ves lo poco que se muestra el envejecimiento, eso genera pudor sobre todo en las mujeres. Los hombres, por lo contrario, cuando envejecen se dice que son como el buen vino, que se ponen mejores, más guapos. Pero en nosotras ve mal estar arrugada. Te dicen que si llevas canas, te ves descuidada…
Hay que romper una lanza por eso. El cuerpo de la protagonista de tu película, Sol Carballo, se ve tan bello desnudo…
Exacto, esa es la idea. Decidí trabajar con actrices porque quería mostrar historias reales. Tenía la necesidad de sentir en la piel lo que sintieron ellas, su corporalidad, su sexualidad, y era difícil mostrarla sin visibilizarlas. Se sexualiza muy poco el cuerpo del adulto mayor, un cuerpo que siente placer, que desea… Por eso me resultaba necesario mostrarlo.
Las mujeres aprendían desde pequeñas la prohibición de sentir y desear, a no tocarse jamás
¿Qué te decía Sol Carballo, la protagonista?
Ella viene de danza, es su primer trabajo como actriz. Además, tuvo una mastectomía hace un par de años. Lo primero que me dijo es que sus tetas no eran vendibles. Pero le respondí que la idea era precisamente mostrar esas cicatrices de la vida, tanto en los recuerdos como en el cuerpo. Fue un proceso muy lindo también para ella, dice que fue un exorcismo que le sacó todos sus demonios, porque tiene 71 años, vivió esta época y mucho de lo que estas mujeres contaban.
Muchas cuentan en la película que se masturban, algo que se solía esconder…
Claro, el gran tabú en la religión y en la sociedad era la masturbación femenina. Las mujeres aprendían desde pequeñas la prohibición de sentir y desear, a no tocarse jamás. Eso no quiere decir que no lo hicieran, y en la edad adulta, al fin se atreven a contarlo. La masturbación es el gran pecado silenciado. Hay que reivindicar el derecho a que deje de serlo.
Una mujer se masturbaba cuando su esposo que quedaba dormido, porque jamás había tenido un orgasmo con él
¿Cómo se consigue que deje de ser tabú esto?
Hablando de ello. Y el arte es una buena plataforma para generar diálogos. Al estrenar la película en Costa Rica muchas personas jóvenes, las que normalmente van al cine en nuestro país, veían la película e inmediatamente se traían a su familia a verla. He recibido cartas contándome que su abuela llevaba 25 años sin ir al cine, la llevó y luego tuvieron una larga conversación súper sanadora. Esperamos que se replique ahora que estrenamos en España.
La mayoría de las mujeres con las que hablaste no habían tenido un orgasmo…
Sí, varias lo descubrieron ya de adultas. Hay un pudor alrededor, sigue estando muy mal vista, pero ellas buscaban su forma de sentir. Como cuenta la película, una mujer se masturbaba cuando su esposo que quedaba dormido, porque jamás había tenido un orgasmo con él. Su frustración era tal, que necesitaba darse placer. Me parece muy reivindicativo en ese sentido.

Antonella Sudassi, directora de 'Memorias de un cuerpo que arde'
¿Usan las mujeres mayores aplicaciones de citas para conocer pareja?
Sí. Una nos contó que conoció a su pareja actual a través de Facebook, y fue ella la que le escribió, la que dijo, ‘bueno, ¿qué, cuándo vamos a salir?’ Es lindo que se permitan eso. No encontré ninguna que usara Tinder, o alguna de esas, pero sí Facebook, mucho.
¿Cees que la edad te hace ser más libre de esos tabúes?
Ahora se sienten muchísimo más libres, porque después de todo lo que han vivido, se dicen, ya fue, ¿no? O sea, yo ya hago lo que quiera, cuando quiera y donde quiera. Encontrarme con las historias de estas mujeres ha sido muy liberador también para mí. El pensar que la vida son ciclos, que van y vienen, y que uno tiene que permitirse vivir y disfrutar en todas las etapas.
Muchas veces se llama a las mujeres mayores abuelas, cuando no todas lo somos ni vamos a serlo. ¿Te parece una manera de estereotipar a la mujer mayor?
Sí, se suele pensar que la mujer tiene que ser madre para ser completa, y claro, esto está cambiando. Por suerte, cada vez más el tema de la maternidad es una decisión. Dicho esto, en mi película todas son abuelas. Lo que pasa es que es cierto que esa palabra, como que las desexualiza, y ‘ancianas’, suele verse casi como despectivo… Hay que renovar el lenguaje. La edad ahora es más relativa. Mi abuela a los 68 era superviejita, pero hoy una mujer a los 65 es totalmente distinta… La expectativa de vida ha cambiado, y la forma en la que vemos la adultez debería cambiar.
Al fondo hay un Corazón de Jesús. Está ahí porque una de ellas me contaba que cuando tenía sexo con su marido, tenía esa figurita en la mesita de noche, pero la tapaba
¿Cuáles te parecen los mayores estereotipos que hay sobre el sexo en las mujeres mayores?
Que se pierde la libido, cuando la verdad es que es todo lo contrario. Se sigue sintiendo igual que antes, solo que desde el conocimiento. Me parecía muy interesante que una de las mujeres decía: ‘siento como antes, pero no tengo la obsesión por sentir aquello que se me prohibió’. Habla de la libertad que siente ahora de grande, de darse su espacio para sentir placer y deseo, pero que ya sin verlo algo prohibido… Ese es otro tema, las prohibiciones religiosas.
¿Hablabas de ello con las mujeres que entrevistaste?
Sí, era recurrente. Hay un plano en la película que cuando se masturba la actriz, al fondo hay un Corazón de Jesús. Está ahí porque una de ellas me contaba que cuando tenía sexo con su marido, tenía esa figurita en la mesita de noche, pero la tapaba, porque sentía que estaba haciendo algo malo. Ahora le prende una velita, para darle las gracias por permitirle sentir placer. Qué lindo cómo cambia esa relación con la sexualidad. Se sigue pensando que las mujeres a partir de cierta edad no son sexuales, que ya no tienen necesidad de placer. Hay que romper ese mito y reclamar espacio para sentir a cualquier edad.
Me pareció fortísimo el testimonio de una mujer violada por su marido después de una operación
En las aplicaciones de citas hay hombres jóvenes que buscan a mujeres mayores. ¿Qué te parece?
Es interesante, porque siempre ha habido esta concepción de que la persona mayor debería ser el hombre. Eso ha cambiado, la mujer de más edad se asocia a mayor libertad sexual, porque se ha permitido descubrirse, ha tenido experiencias que le han permitido conocer su cuerpo, saber lo que quiere, qué le gusta… Siempre y cuando no haya una diferencia de edad muy grande que pueda generar relaciones de poder, pues, enhorabuena, ¡que disfruten!
En la película, impresiona ver que tenían absolutamente normalizada la violencia machista…
Para mí esa fue una de las grandes sorpresas, ellas no se consideraban víctimas porque a la mayoría les ocurría igual, así que era ‘lo normal’. Tampoco esperaba tal nivel de violencia y tan frecuente. Sabes que ocurre, pero cuando te enfrentas a los detalles, asusta. Me sorprende también que la película resuene tanto en públicos como el europeo, porque eso quiere decir que no solo pasaba en Latinoamérica, sino que también ocurría aquí. La sexualidad femenina se construía desde esas imposiciones, esa violencia física y sexual.
Me pareció fortísimo, ser violada por tu marido después de una operación, es demasiado fuerte
¿Hay algún caso en concreto que te impresionara?
El que está en la película me pareció fortísimo, ser violada por tu marido después de una operación, es demasiado fuerte. ¿Sabes qué me inquieta? No haber podido hablar con mis abuelas. Nunca sabré qué les ocurrió. Ojalá que fuera diferente para ellas, pero el no saber, me pesa.
¿Animas entonces a que aumente el diálogo intergeneracional, a hablar de sexo abiertamente, con las personas mayores para conocer sus experiencias vitales y comprenderles?
Definitivamente. El logro más lindo que puedo tener con esta película es que la gente salga del cine queriendo entablar ese diálogo con sus personas mayores.