Rosa María Calaf, periodista, 79 años: “Mi marido estuvo a punto de morir en la pandemia, pero siempre he afrontado todo con calma, sin exagerar, no puedes creerte el ombligo del mundo, hay que relativizar”

Vips Séniors

El 8 de mayo compartirá con Joan Manuel Serrat en el Auditorio de La Farga un Diálogo sobre la vejez, en FiraGran 2025, el mayor foro europeo dedicado a personas mayores, para hablar de estereotipos, invisibilización y paternalismo 

Cruz de San Jordi y Premio Nacional de Periodismo, las crónicas de Rosa María Calaf forman parte de la historia de la televisión, Calaf siempre ha luchado por los Derechos Humanos y ahora ha añadido el edadismo al combate porque “supone aceptar una serie de violaciones de derechos que no aceptaríamos en otras edades”

La periodista Rosa María Calaf.

La periodista Rosa María Calaf. 

Curso de Periodismo Especializado de Alcañiz / Europa Press

De niña, Rosa María Calaf (Barcelona, 1945) se recuerda “tremendamente curiosa, no paraba quieta”. Una infancia muy feliz, en la que veraneaba en la Costa Brava. Aprendió a hablar y a leer muy pronto y, después de almorzar, con dos añosí, se subía a la trona a contar qué había hecho. “Como era la primera hija y la primera nieta, estaban todos pendientes de mí”, rememora. Un día dijo que había visto a una señora con flores en la cabeza. Resultaba que en el paseo de la mañana había coincidido con Eva Perón, que llegaba a Barcelona y lucía un voluminoso tocado: “Aquella fue mi primera crónica, me recordaba siempre mi padre”.

Desde entonces, no ha parado. Tampoco tras jubilarse en 2009. Esta entrevista se realiza mientras está en Japón desde donde confiesa que ya sólo le quedan 11 países por conocer. “Acabo de estar en las Islas Salomón, y en julio iré a Kirguistán, otro de los que me falta”, cuenta. En breve regresa a Barcelona para protagonizar con Joan Manuel Serrat el día 8 (17h, Auditorio de La Farga) un Diálogo sobre la vejez, en FiraGran 2025. “Hablaremos de la invisibilización, los estereotipos, el paternalismo, la subestimación de las opiniones… Siempre teniendo en cuenta que es el colectivo no es homogéneo”, precisa. Luchar contra el edadismo es una de sus batallas, que se inscribe, como toda su carrera, en el marco de los Derechos Humanos, que jamás olvida.

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Para mantenerte bien tienes que tener salud pero, sobre todo, curiosidad 

Rosa María Calaf

Nos tiene impresionadas. ¿Cómo se mantiene así de estupenda y vital a los 79 años?

Por una parte es importante tener salud. Yo no he fumado en mi vida, ni he bebido, no tomo ni vino, y en los últimos años intento comer sano, cuidarme. Obviamente, tienes que tener una base genética, energía y salud que te permita hacer todo esto. Pero, sobre todo, creo que sigo teniendo la misma curiosidad que de pequeña. Como me interesa todo, estoy todo el día dando vueltas, hablando con la gente y yéndome de viaje siempre que puedo. Se aprende de lo diferente y mientras pueda, pienso seguir así. Lo que me quede lo pienso aprovechar.

Decían que usted era coqueta hasta en las guerras. ¿Sigue igual?

Totalmente. Creo que el cuidado tiene que ser interior, físico y mental. Y exterior, también. Ahora estoy en Japón de paso en este hotel, he dejado las maletas en consigna del aeropuerto, pero me he traído mi fundita y me acabo de poner mis cremas, mis lociones y mi todo. Mi madre fue coqueta hasta el último momento. Así que supongo que tuve un ejemplo en casa.

Mi marido estuvo a punto de morir en la pandemia (...). Pero siempre he afrontado todo con calma porque  aprendí en mi casa la templanza, el no exagerar y plantearte qué puedes hacer ante la situación que sea

Rosa María Calaf

Hablaba de cuidados físicos y mentales. ¿Ha tenido momentos bajos?

Claro, sobre todo cuando te enfrentas a situaciones de tremenda tragedia y dolor. No personales afortunadamente, pero sí ajenas. La sensación de injusticia y de frustración por poder hacer poco son momentos en los que lo pasas muy mal. Personalmente, he tenido suerte, excepto en la pandemia, cuando mi marido estuvo a puntísimo de morir. Estuvo ingresado muchas semanas y ya tenía una edad, 83 años. Todos los días me llamaban del hospital y me decían, sigue igual, pero no está mejor. Hasta que al fin empezó a mejorar. Pero siempre he afrontado todo con calma porque aprendí en mi casa la templanza, el no exagerar y el plantearse qué puedes hacer ante la situación que sea. No tener esa tendencia que se suele tener muchas veces, a creerse uno el ombligo del mundo, que solo te pasa a ti. No ser capaz de darte cuenta que muchas veces cosas que para ti son muy graves, si lo comparas con lo que le pasa a otra gente, es una nimiedad. Hay que enfrentar la realidad como es y relativizarla.

Usted suele decir siempre que está en continuo aprendizaje. ¿Cuál destacaría como el mayor de su vida?

La importancia de entender lo diferente, y acercarse sin rechazo a lo distinto, siempre pensando que sabes muy poco. Cualquier cosa que te suceda, o persona que tienes delante, posiblemente te puede enseñar algo. Esa actitud de ojos y oídos y mente abierta, creo que ha sido lo más importante en mi vida. Y luego el hecho de que verdaderamente las personas tienen que ser siempre lo principal y lo primero. Los derechos de las personas es lo que hay que tener en mente ante cualquier decisión.

La sociedad tiene que modificar su percepción del envejecimiento, reconocer el valor de las personas de más edad y no desaprovecharlo, porque es muy poco inteligente hacerlo

Rosa María Calaf

Usted investigó el racismo, los colonialismos, los denunció y nos los dio a conocer con sus crónicas. Ahora estamos ante el edadismo, ¿qué supone para las personas mayores?

Supone aceptar una serie de violaciones de sus derechos que no aceptaríamos en otras edades y en otros momentos. La sociedad tiene que modificar su percepción del envejecimiento, reconocer el valor de las personas de más edad y no desaprovecharlo, porque es muy poco inteligente hacerlo. Me parece que ese es uno de los retos del siglo XXI, el saber envejecer es la obra maestra de la vida y es, posiblemente, algo para lo que no te enseñan.

¿Cómo hay que transformar esa visión de la vejez?

Hay que poner el envejecimiento como lo que es, una etapa más de la vida y una realidad innegable que, sin embargo, no se percibe cómo realmente es. Los mayores de ahora no tienen nada que ver con los de hace 20 o 40 años. La discriminación permanece, nuestros gustos, necesidades y preocupaciones muy frecuentemente son ignoradas. No se te reconoce en absoluto como transmisor de valores y una parte esencial de la construcción de la convivencia y de la creación de riqueza. En la sociedad actual, en la que todo lo mide por el valor económico y a todo le pone un precio, somos un gran activo económico. Me parece esencial que se cambie esa imagen negativa por una positiva. La manera con que la comunidad mira a los mayores determina claramente cómo somos tratados y que se nos permita, o no, participar en la construcción social. También hay que cambiar cómo nos vemos nosotros mismos, porque muchísimas veces es el propio mayor el que se considera incapaz o inútil, porque está reflejando cómo le miran los demás. Y en el caso de las mujeres, todavía es peor.

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¿Hay doble discriminación, por ser mujer y mayor a las mujeres?

Absolutamente, por ejemplo, en la medicina donde se trata de forma diferente a las mujeres mayores que a los hombres mayores. Se ve reflejado también en el lenguaje, se edulcoran las palabras, pero la realidad es que existe una clara discriminación.

¿Se ha sentido tratada con condescendencia?

Sí, muchísimas veces. Primero, cuando empecé, porque como mujer en un mundo masculino, en el trabajo, había una parte de rechazo frontal, y otra de condescendencia. Con la edad ocurre lo mismo. Es aquello de, ‘vamos a dejarle que pregunte esto porque pobrecita’. Me ocurre muchas veces viajando que en un aeropuerto, o estación de tren, te cuentan las cosas como si fuera la primera vez en tu vida que viajas. Me hace mucha gracia, porque pienso, si tú supieras… Pero nunca digo nada porque normalmente no es con mala intención, la mayor parte de las veces es por ignorancia.

Debemos ser nosotros y nosotras quienes decidimos qué queremos hacer en cada momento y defender que tenemos unos derechos que no pueden ser vulnerados

Rosa María Calaf

¿Qué le diría a estas personas que caen en el edadismo, incluso con buena voluntad, para que fueran conscientes?

Que tienen que redefinir el concepto y sacudir la negatividad que todavía cargan. En el caso de las mujeres, están todavía más penalizadas y las connotaciones son más negativas. Que se paren a pensar, por ejemplo, en por qué hay que quitarse años. O que se te diga, como si fuera un mérito, que pareces más joven. Fundamentalmente, pensar en cómo somos realmente los mayores de hoy. El valor social de las mujeres, por ejemplo, va ligado a la juventud, a la belleza física, al papel de esposa y madre. Por tanto, de mayor, el único papel que se te asigna de mayor es el de abuela. Eso hay que cambiarlo porque es obviamente incierto en el siglo XXI.

¿Cómo se cambia esto?

Hay que visibilizar los distintos modelos de hombre y mujer mayor que coexisten y reformar el calendario de nuestra vida social. Debemos ser nosotros y nosotras quienes decidimos qué queremos hacer en cada momento y defender que tenemos unos derechos que no pueden ser vulnerados, como ocurre, o debería de ocurrir, con los de la Carta de Derechos Humanos. Se lleva mucho tiempo luchando por una Carta de los Mayores igual que hay una de la Infancia.

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¿Hasta qué punto su jubilación fue forzada por Televisión Española?

Absolutamente. Entré en un ERE voluntario, pero mandé una carta a la Directora General, que era Carmen Caffarel, preguntando si la empresa tenía algún tipo de plan con respecto a mí, y ni siquiera me contestó. Entonces mandé otro correo diciendo que lo consideraba silencio administrativo, y que por tanto me jubilaba. Pero cambió la dirección general y el nuevo director general, Luis Fernández, me llamó y dijo que no querían que me fuera el año preolímpico. Cuando terminaron los Juegos, en 2009, me ofrecieron quedarme. Pero ahí fui yo la que dijo que no, porque si todos mis compañeros se habían tenido que ir, no me parecía bien quedarme.

¿Fue usted consciente de la oleada de indignación que había entre los espectadores?

Sí, recibí muchísimas comunicaciones. Pero nunca quise entrar en eso, aunque lo agradecí mucho, claro. Dices, oye, pues será que se valora tu trabajo.

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Rosa María Calaf trabajando para TVE desde Tailandia en 2006. 

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Rosa María Calaf

Mirando con perspectiva, ¿fue la primera muestra de edadismo que vivimos en sentido público?

Sí, porque efectivamente había una clara discriminación por edad. También ocurre en la medicina, en la pandemia fue bastante evidente. Para la mujer es peor, porque los estudios clínicos, en porcentajes elevadísimos, han solido estar probados solo en hombres. O el trato, cuando vas al médico, si dices que estás mal, te contestan que son nervios o ansiedad. Yo, que viajo mucho, percibo discriminación, por ejemplo, a la hora de alquilar coches. Hay compañías que, a partir de los 72 o 75 años, no te los alquilan, y los que sí te ponen unos seguros tremendos. El escándalo más absoluto es la expulsión de las aseguradoras privadas, por subida de precio. No te pueden echar, porque sería una violación de tus derechos perseguible judicialmente, así que lo que hacen es subirte la cuota.

¿Le ha ocurrido personalmente?

Le ha pasado a mi marido, que tiene 87 años y desde los 80 hasta ahora, ASISA le ha ido subiendo todos los años, de tal manera que ahora ya estaba pagando casi 5.000 euros al año. Imagínate, 400 y pico euros al mes. ¿Cuánta gente puede pagar eso? Se hizo una demanda contra las aseguradoras por esto, y se perdió, porque dijeron que como son privadas, pueden poner la cuota que quieran. Pero por ser privadas no deberías de poder saltarte la ley contra la discriminación.

A mí cuando me dicen lo del ‘pareces mucho más joven’, digo, es que me da igual parecer o no más joven, el punto es que soy perfectamente capaz de hacer lo mismo que hacía hace diez años

Rosa María Calaf

En el envejecimiento, ¿hacen falta más referentes de envejecimiento saludable, feliz y disfrutón?

Por supuesto. Si no tenemos espejos en que mirarnos, parece que no existe. En este momento histórico en el que lo que no está en una pantalla, sea a través de la televisión, o fundamentalmente a través de las redes sociales, no existe. Si los mayores que aparecen siempre con ese halo de negatividad, de inutilidad, de carga, de problema, es obvio que la percepción general será esa. Los referentes son absolutamente fundamentales, y además hay que poner el tema en el debate público, y en los programas electorales, que el edadismo es una discriminación más a luchar contra ella. Hay que mostrar la nueva realidad de las personas mayores, que no es la que había antes, en medios de comunicación, en publicidad, en cine, etc.

¿Se inoculan miedos diversos a las personas según cumplimos años, como ese no compres casa con escalera que tenemos una edad?

Pues sí, ocurre porque cada vez que se habla de mayores inmediatamente se indica que son frágiles, dependientes, costosos… Ocurre mucho en la publicidad, pero también en las películas. Por ejemplo, cuando hay un cruce en una escuela se pone un cartel con niños. Si es de una residencia, ¿qué se pone? Una persona con un bastón, con un andador. Y tú dices, ¿perdón? Hay que cambiar la percepción de las personas mayores como débiles, frágiles, indefensas, etc. Para que ellas mismas, en muchos casos, también cambien esa percepción sobre sí mismas. Porque me encuentro muchas veces que me dicen, ‘nadie diría la edad que tiene, cómo hace’. Y yo les digo, 'pues usted también lo podría hacer, porque está igual de sana que yo'. Pero me responden ‘ya no me atrevo’. Y esa es la clave, que te inculcan los miedos y te socializan como persona mayor. A mí cuando me dicen lo del ‘pareces mucho más joven’, digo, es que me da igual parecer o no más joven, el punto es que soy perfectamente capaz de hacer lo mismo que hacía hace diez años, con unas limitaciones lógicas.

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En cuanto al periodismo, cito mucho una frase suya: “Damos lo que impacta, no lo que importa”. En estos tiempos de fake news y algoritmos, ¿cómo ve el reporterismo?

Lo veo muy seriamente amenazado. Francamente, estoy preocupada porque hay reporterismo muy bueno, pero hay que buscarlo. Se está derivando, convirtiendo en otra cosa. Y es terrible que pueda llegar un momento en que tengamos que decir que, hablando del periodismo, que informar era el oficio. Ahora, parece que es, efectivamente, el de llamar la atención y el de pasar por encima de las cosas y contar los hechos a medida.

¿Se está vulnerando el derecho a la información?

Por supuesto, es una clarísima vulneración del derecho a la información. Cuando se dice esto, se te acusa de estar vulnerando la libertad de expresión, pero resulta que eni la libertad de expresión, ni la de prensa, ni el derecho a la información amparan la mentira. Al mentir, o decir medias verdades, que muchas veces todavía es más peligroso, estás vulnerando el objetivo de la información y el derecho del ciudadano a estar informado. Me parece que la situación es muy grave. Por otra parte, hay mucha gente haciendo cosas fantásticas. Pero es importantísimo que la ciudadanía tome conciencia de que tiene que ser muy exigente con la calidad de la información, igual que con la calidad de la alimentación. Para una vida informativa sana, hay que exigir productos informativos saludables. Y eso significa controlar, por su parte, qué es lo que come, informativamente hablando.

En la memoria como en la salud, el tema consiste en ejercitarla y en moverse. La movilidad tiene mucho que ver con la salud física y mental

Rosa María Calaf

Y para la memoria, ¿toma suplementos, cómo la cuida?

Sinceramente no, tomo las medicaciones normales de la tensión y todas estas cosas, nada más. Yo también noto muchísimo que, desde el covid, que lo tuve tres veces, me costaba horrores  concentrarme para leer. Pero ya no me ocurre. Con la edad, obviamente, vas habiendo una serie de problemas. Lo importante es saberlo y ver cómo lo compensas. Ahora con la tecnología es muy fácil. Si noto que he perdido memoria y concentración, sobre todo. Pero fundamentalmente en la memoria como en la salud, el tema consiste en ejercitarla y en moverse. La movilidad tiene mucho que ver con la salud física y mental. Estar leyendo mucho, muy al tanto de las cosas y disfrutándolo, básicamente.

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