A sus 68 años, Tatxo Benet mantiene el ritmo sin mirar atrás: fundó Mediapro al lado de Jaume Roures y sigue liderando la que es una de las empresas españolas de comunicación más potentes del sector. Y es que, sin duda, Benet es una de esas figuras que se mueven con la misma naturalidad entre el periodismo, la empresa y el arte: produce cine, gestiona derechos cinematográficos y deportivos, ofrece transmisiones y crea programas de televisión. Pero en los últimos años, su nombre ha trascendido el ámbito mediático gracias a otro proyecto: la Colección Censored, un recorrido único por el arte vetado, censurado o incómodo, que ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en un alegato en favor de la libertad de expresión (pese a que el Museu Prohibit, su proyecto en Barcelona, cerró indefinidamente el pasado mes de junio).
Una vida laboral intensa y apasionante que, sin embargo, no le ha permitido estar todo lo que hubiese querido con la familia, pero la edad, dice, le ha brindado “una concepción epicúrea de la vida”. Actualmente, y cada vez más cerca de la setentena, Benet vive el presente, se deja guiar por su conciencia y cree firmemente que la vida todavía puede depararle grandes momentos. “Está demostrado que, cuando llegas a cierta edad, tu cuerpo va perdiendo capacidades; lo que no tienes que hacer es ayudar a perderlas, sino intentar que el cuerpo se mantenga”.
Pregunta inevitable. ¿De dónde viene el nombre de Tatxo?
Yo soy de Lleida y de joven, con los amigos, un día me confundí y en vez de decir la palabra ‘xato’ dije ‘tatxo’. Ellos empezaron a decirme ‘tatxo’ y así me quedó. Primero te lo dicen todos los amigos, porque cuando eres adolescente buscas motes, pero cuando empecé a trabajar de periodista, a mi padre, que se llamaba como yo, no le gustaba que lo confundieran conmigo y me dijo que me buscara un pseudónimo. ‘Puesto que la gente me llama Tatxo’, pensé, ‘pues firmo Tatxo Benet’. Y desde entonces todas las nuevas amistades que he hecho ya no me han conocido nunca como Josep Maria Benet, sino como Tatxo Benet.
Usted dirige la empresa Mediapro, es coleccionista de arte y, además, mecenas. Es fácil imaginar que tiene una vida acomodada, despreocupada y tranquila…
Que vivo acomodado es evidente. Vivo infinitamente más acomodado que como vivía con mis padres o como viví en mi etapa joven. Pero también has dicho tranquila y… ¡Mi vida no lo es, en absoluto! Vivo mucho el momento, me empapo de él y no intento pensar ni en el pasado ni en el futuro. El pasado ya ha pasado y el futuro en realidad no existe. Solo existe el presente y, como lo vivo mucho, lo siento igual que cuando tenía 20 años, con la misma intensidad, las mismas ganas y el mismo impulso.
Solo existe el presente y, como lo vivo mucho, lo siento igual que cuando tenía 20 años, con la misma intensidad
¿No le preocupa el futuro? Siempre nos han dicho que hay que asegurarnos un buen mañana por lo que pueda pasar…
Tengo que reconocer que no soy muy bueno o nada bueno mirando al futuro. Creo que las sociedades son muy economicistas y, cuando hablamos del futuro, siempre hablamos desde un punto de vista económico. También es verdad que es un poco feo que una persona como yo diga esto, porque mucha gente dirá que, como tengo la vida solucionada, no pienso en términos económicos, pero es lo que creo. Soy muy malo pensando en mí mismo hacia el futuro. Vivo cada instante, soy muy feliz haciendo lo que hago y el día de mañana estoy convencido de que seré feliz con lo que haga porque estaré haciendo aquello que he querido hacer.
¡Esto es un éxito en la vida!
¡Quizá también es un mecanismo de defensa que me he montado sin saberlo!
Pero el hecho de que ahora viva de manera cómoda no significa que siempre lo haya tenido fácil. ¿Es cierto que su abuelo fue a Cuba, como dice la famosa habanera?
Yo no vengo de una familia demasiada acomodada. Efectivamente, mi abuelo materno fue emigrante a Cuba. ¡La canción le va clavada! Y con lo que ganó trabajando por los Bacardi de mecánico y de chófer, volvió a Lleida, compró un taxi y trabajó toda su vida de taxista. La familia de mi padre ya era más de clase media, y el ejemplo que tengo de mis padres es de personas muy trabajadoras. ¡Mi padre era la persona más trabajadora que he visto en mi vida! Solo hacía fiesta el sábado por la mañana y vacaciones seis días al año por Semana Santa. Siempre lo he tenido como un ejemplo y, además, yo he sido siempre muy independiente y he querido ir a la mía y ganarme la vida. Todo ello crea una manera de ser.
Con los años, usted también ha sido padre. Pero en alguna ocasión ha reconocido que no se ha sentido un padre perfecto, sino más bien un padre ausente. ¿Cree que realmente existe el padre perfecto?
Yo creo que a lo largo de la vida estas definiciones son muy variables. Empecé en el mundo de los deportes en una época en que era joven y mis hijos empezaban a nacer. Viajaba mucho, tenía que pasar muchos días fuera y me duele porque no podía estar con ellos. Cuando lo explicaba la gente pensaba que no era tan grave, pero en el entorno en el que yo vivía y con la forma de pensar que mi mujer y yo teníamos, no era positivo. He hecho todo lo que he podido, pero seguramente no ha sido suficiente. Y no cuesta reconocerlo. Muchas veces a lo largo de tu vida tienes la sensación de que te has convertido en la persona que odiabas cuando eras joven, y quizá diez años después ves que eres justamente como tú pensabas que no tenías que ser. Y esto no te pasa una vez. Con esta contradicción uno tiene que ir viviendo.
Me duele porque no pude estar con mis hijos; he hecho todo lo que he podido, pero seguramente no ha sido suficiente
Benet sigue liderando Mediapro.
Veo que ha aprendido a aceptarlo, pues…
Esto también forma parte de la idea de vivir el momento. Hay una virtud que está muy valorada, quizás sobrevalorada, que es la coherencia. En la vida es importante ser coherente, pero cuando te pasas de coherente acabas siendo soberbio. Hay una serie de cosas en que tienes que ser coherente, pero si hay un momento en que la vida te demuestra que lo que pensabas no es correcto, tienes que ser humilde y cambiar tu punto de vista. Esto es vivir el presente: luchar incluso contra lo que pensabas años atrás.
¿Cómo lleva el hecho de hacerse mayor?
Tenemos una visión de la vejez como algo incapacitante, pero yo todavía no he encontrado nada que me apetezca hacer y que la vejez me haya impedido. Además, pensamos que la vejez nos acerca a la muerte y esto nos da miedo. Como yo considero que la muerte no existe porque lo único que existe es la vida, no me tiene que preocupar: después de la muerte me pasará exactamente lo que me pasaba antes de nacer, es decir, nada, no existiré.
Centrémonos, pues, en este periodo de tiempo en que sí existimos. ¿Ha cambiado hábitos o costumbres a lo largo de la vida? ¿Hace cosas ahora que antes no hacía?
Ahora me coges en una época en que efectivamente estoy cuidando bastante la alimentación. Alguien podría decir que ahora que me he hecho mayor, me cuido más, pero siempre he hecho mucho deporte, mucha natación, he intentado cuidarme… A veces no lo consigo, pero ahora estoy en una época en que sí lo estoy logrando. Empíricamente, está demostrado que, cuando llegas a cierta edad, tu cuerpo va perdiendo capacidades. Lo que no tienes que hacer es ayudar a perderlas, sino intentar que el cuerpo se mantenga. Yo hago gimnasia, procuro comer bien y visito mucho el médico. Creo mucho en la ciencia y en la medicina, y no entiendo como la gente que se encuentra mal, no va inmediatamente al médico. Es una pura medicina preventiva.
Quiero preguntarle si le gustaría vivir más de cien años, pero ya deduzco que me dirá que sí, ¿verdad?
Me gustaría vivir todo lo que me dé la vida. Y si son 200 años, pues 200 años. Y además creo que está bien utilizar los medios que la ciencia tiene para alargárnosla. Hay cierta gente, influenciada por la moral católica, cristiana o religiosa, que tiene miedo a lo que pasará más allá y tiende a mitificar un mañana maravilloso.
Creo que está bien utilizar los medios que la ciencia tiene para alargarnos la vida, incluso me gustaría vivir 200 años
¿Cómo es un día en su vida, Tatxo? A los 68 años, ¿sigue todavía plenamente activo en su trabajo de dirección en Mediapro?
Aquí somos un equipo extraordinario de 7.000 personas, y sin este equipo no sería absolutamente nada. Tengo una agenda que me hace viajar mucho e ir de aquí a allá. Además, procuro hacer cosas para esparcirme y los fines de semana para mí son sagrados: procuro salir de la ciudad, nadar mucho, andar… De hecho, bajo a mi despacho andando, que es una hora, y ahora, con el móvil y los auriculares, puedo ir trabajando tranquilamente porque me pueden ir pasando llamadas y hablando con gente. Dentro del coche parece que estás aislado de la ciudad, que no participas de la ciudad real. En cambio, en bicicleta, andando o cogiendo el transporte público parece que formas parte de este grupo humano tan maravilloso de mi ciudad.
Si ahora tuviera delante al Tatxo Benet de 30 o 40 años, ¿qué le diría?
Le diría que hiciera lo que su conciencia le marque en cada momento. No le daría consejos, porque me parece ridículo. Quizá el consejo que le doy ahora con la experiencia de lo que he vivido no le sirva cuando él llegue aquí, porque su vida no habrá tenido nada que ver con la que yo he vivido. Lo que tiene que hacer es lo que en cada momento le dicten su conciencia, su moral y su inteligencia.
No le deje un consejo al Tatxo del pasado, pues, pero déjele una frase al Tatxo del futuro. ¿Ha pensado alguna vez cuál sería su epitafio?
Epitafio no, porque creo que te lo tienen que poner los demás. Cuando muera, me pueden hacer lo que quieran porque ya no estaré y me dará exactamente igual. Yo lo único que dije una vez, y ha quedado porque la gente a quien amo lo sabe, es que si muero me pongan una canción: Shelter from the storm de Bob Dylan. Soy un fanático, lo he ido a ver a muchos conciertos y de pequeño siempre traducía sus letras. Creo que es un poeta extraordinario que con esta canción hace que una persona le diga a otra ‘ven conmigo, que yo te daré refugio en la tormenta’. Que haya alguien que, en momentos de desaliento, venga y te diga ‘ven conmigo, que yo te daré refugio en la tormenta’ es bonito.






