Brigitte Marie-Claude Trogneux (Amiens, 1953) es una mujer que vive el presente. Está convencida de que “la muerte está al acecho en todo momento” - a los ocho años perdió a una hermana, y unos meses después, a una sobrina - y de que la vida exige prisa. “Lo que no haces ahora, tal vez no lo hagas nunca. Es el carpe diem de El club de los poetas muertos”, explicaba hace un tiempo a la revista Madame Figaro. Quizá por eso, pese a estar casada y ser madre de tres hijos, no dudó cuando el joven Emmanuel Macron irrumpió en su vida. “El amor lo arrasó todo. La decisión era difícil, pero si no lo hacía, hubiera perdido una parte importante en mi vida”.
Hoy, a los 72 años y después de 30 de relación, sigue al lado de Emmanuel convertido él en presidente de la República Francesa y ella en una primera dama a quien muchos no veían tampoco con buenos ojos: “No me querían, lo sé perfectamente. Probablemente habrían preferido una primera dama más joven”. Pero Brigitte es un símbolo de la resistencia - como los personajes de los cómics de Asterix que tanto admira - y desafía todo tipo de críticas, mientras ejerce de abuela de siete nietos y afronta con su marido unos de los momentos más delicados del país.
Los secretos (de pareja) en el Elíseo
Un país, Francia, donde la vida sentimental de los presidentes ha despertado siempre tanta curiosidad como sus decisiones políticas, y en el que la llegada al poder de un matrimonio estable como el de los Macron no debería levantar controversia.
Los franceses vivieron la relación secreta entre François Mitterrand y la historiadora del arte Anne Pingeot, hija incluida, y los permanentes rumores de infidelidad en el matrimonio de Jacques Chirac. También las escapadas nocturnas de François Hollande para visitar a escondidas la actriz Julie Gayet - mientras Valérie Trienweiler seguía instalada en el Elíseo-, o el flechazo entre Nicolas Sarkozy y Carla Bruni en el que pocos confiaban y que está a punto de cumplir dos décadas. Hasta que un día de 2017 llegaron los Macron. Con una historia de pareja que podría parecer de lo más convencional - 30 años juntos y sin apenas rumores de crisis (salvo el sonado rifirrafe en un avión)-, si no fuera por un dato que lo cambia todo. Ella es 24 años mayor que él.
Emmanuel Macron hace un selfie con su mujer Brigitte Macron, el primer ministro británico Keir Starmer y un veterano, Eugenius Nead.
La historia la sabemos todos: él alumno, ella profesora de literatura en el Lycéé La Providence de Amiens. Y unas clases de teatro para reescribir El arte de la Comedia, del italiano Eduardo de Filippo, donde se fragua su amor. Él tenía 15 años, ella 39, casada y con tres hijos. Él iba a clase con una de sus hijas, y le llevaba flores siempre que iba a su casa. Los padres de él le mandaron a estudiar a París para alejarse de la relación. Ella confiaba en que conocería a una chica de su edad y terminaría su historia. Pero antes de partir, él le hizo una promesa: “Me casaré contigo”. Pasó el tiempo y la cumplió.
Brigitte explicaba en la revista S de Sophie Davant, como nunca había contemplado una relación así. “Existe, pero no se puede explicar. Obviamente, es más fácil estar en la misma franja de edad. Pero Emmanuel llegó a mi vida. Y dio un giro que nunca hubiera imaginado”. Siempre explica que si esperó fue por sus hijos, admite que lo pasaron mal y se culpa por ello. Pero insiste en que no podía dejar de hacerlo. Ahora tienen una muy buena relación con el presidente francés.
10 frutas y verduras al día y una rutina de ejercicio
Su figura, a medio camino entre la profesora de literatura y la aliada política, encarna una Francia que envejece, pero no renuncia a la vitalidad. En un país obsesionado con la juventud, Brigitte Macron reivindica el valor de la madurez como forma de autoridad. Y es que Brigitte – o Bibi como la llaman en su círculo más cercano – no solo rompe estereotipos de pareja, sino también los relacionados con la edad y la manera de vestir. Le gustan los diseños de Nicolas Ghesquière, Karl Lagerfeld, Olivier Rousteing y Alexandre Vauthier. Pero una de sus imágenes más famosas fue saliendo de casa con una minifalda vaquera y en bicicleta a los 64 años, durante una campaña presidencial.
Explica que “envejecer bien significa aceptar que algunos días no son buenos”, pero se cuida para estar lo mejor posible: “Hago media hora de deporte al día, sola, sin entrenador, y sigo una dieta equilibrada”. A la hora de comer, no pueden faltar 10 raciones diarias de fruta y verdura, y siempre con productos provenientes de menos de 100 kilómetros de París y hierbas cultivadas en los jardines de palacio, según explicaba el ex chef del Elíseo, Guillaume Gómez. También le gusta el té y las infusiones con limón. Dicen que uno de sus dulces favoritos son “les macarons d’Amiens”, nada de extrañar, teniendo en cuenta que su familia, los Trogneux, regentan allí una chocolatería fundada en 1872, que este año ha abierto tienda también en París.
Envejecer bien significa aceptar que algunos días no son buenos
Ella y Emmanuel desayunan juntos cada día en su apartamento privado del Elíseo. Luego cada uno tiene su agenda, la de ella recogida en una ‘carta de transparencia’ para que los franceses sepan lo que está haciendo. “Es importante que las cosas estén claras —explicaba hace unos años a la revista Elle—. Asumiré un papel público como lo hicieron mis predecesoras, pero el pueblo francés podrá saber qué recursos se están dedicando a ese papel”. Y terminan la jornada dando un paseo, siempre que coinciden. A veces con su perro Nemo, de quien cuentan se ha colado en más de una reunión oficial. Los fines de semana se escapan a La Lanterne, un palacete del siglo XVIII a 25 kilómetros de París, pero lo hacen cargados de trabajo.
Sigue dedicando tiempo a sus aficiones literarias como Flaubert, Baudelaire o Rimbaud, aunque también se declara seguidora de Astérix, un galo que según ella define muy bien su cultura como “luchadores de la resistencia”. Su personaje favorito es Asurancetúrix porque “nunca se rinde” y dice, medio en broma, que se entendería bien con Karabella, la primera dama de la aldea.
Brigitte Macron y Emmanuel Macron, celebran la victoria en la reelección en París, en 2022.
Un último giro (inesperado)
Ahora, en un giro más a esta vida llena de situaciones inesperadas, esta primera dama se enfrenta a una influencer estadounidense que asegura que Brigitte es un hombre, en realidad, su propio hermano. Los Macron ya han anunciado que presentarán pruebas científicas para demostrar que ella es una mujer y acabar con estos rumores, mientras Emmanuel se centra en salvar ahora un gobierno frágil e inestable, pese a haber superado dos mociones de censura.
Pero nada de esto parece alterarla. “Mi vida ha sido impredecible. Vivo el presente. Sé que es todo lo que tenemos. Cada día es una oportunidad”, dijo una vez. Quizá ahí resida su fuerza: en vivir sin miedo al paso del tiempo, en aceptar la mirada ajena sin pedir permiso. Como su querido Asurancetúrix, Brigitte Macron nunca se rinde.



