Adultos mayores sedentarios: caminar puede frenar la progresión del alzheimer, pero no se necesitan 10.000 pasos, hay “una meta más fácil”

Longevity

Un nuevo estudio suma evidencia respecto del rol protector de la actividad física, incluso moderada

Andar es un buen ejercicio para prevenir las demencias

Andar es un buen ejercicio para prevenir las demencias. 

Getty Images

La evidencia respecto de la importancia de la actividad física para prevenir enfermedades crece. De hecho, es sabido que el sedentarismo es uno de los factores de riesgo más relevantes para la mayoría de las enfermedades crónicas no transmisibles. Si hablamos específicamente de la enfermedad de Alzheimer (EA) -cuya incidencia crece a la par de la expectativa de vida, que también se incrementa-, casi la mitad de los casos podrían prevenirse si se atacan los factores de riesgo.

Un nuevo estudio relaciona estas dos cuestiones, ya no hablando de prevención, sino directamente de un freno a la progresión del alzheimer (preclínico, es decir, antes de que haya síntomas). Y señala que un modesto aumento de la actividad física puede retrasar el deterioro cognitivo: dar 5.000 pasos por día, tendría este poder. Incluso, menos pasos por día ya tiene efectos beneficiosos.

Lee también

Hogeweyk, el sorprendente pueblo holandés para personas con demencia: “Los pacientes viven en sus casas, van al súper y al bar”

Rosanna Carceller
Hogeweyk es un ejemplo de otros modelos de cuidados para personas con demencia

Alzheimer, Tau y Beta Amiloide

La EA es la causa más común de demencia. Si bien su incidencia aumenta con el paso de los años, y la edad es un factor de riesgo, el deterioro cognitivo no se asocia necesariamente a ella.

Ahora bien, ¿qué es la EA? El proceso biológico comienza con la aparición en el cerebro de una acumulación de proteínas de Beta Amiloide, que se agrupan para formar placas que interfieren con la función celular.

Ampliar Cómo se desarrolla la enfermedad

Cómo se desarrolla la enfermedad

Clarín

También se producen ovillos neurofibrilares, que son acumulaciones anormales de una proteína llamada Tau, que se juntan dentro de las neuronas. Estos ovillos bloquean el sistema de transporte de la neurona, lo que daña la comunicación sináptica entre ellas.

Todo esto hace que, con el paso del tiempo, las neuronas cerebrales mueran y el cerebro se “encoja”.

Alzheimer sin síntomas y la importancia del estilo de vida

Sin embargo, como se señala en la página de INECO (Instituto de Neurología Cognitiva), “existe evidencia de personas con estudios postmortem de su cerebro, en los que se encontraron placas y ovillos, los marcadores biológicos del alzheimer y sin embargo estos individuos no habían desarrollado las manifestaciones clínicas de la enfermedad. Estos son casos de una mente intacta dentro de un cerebro con alzheimer”.

Estudios epidemiológicos, dicen desde INECO, sugieren que a mayor educación, mayor actividad mental, mayores actividades sociales y actividades recreativas; menor riesgo de padecer alzheimer.

“Datos como estos dieron lugar al concepto de reserva cognitiva que sería la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de la patología asociada a la demencia. Hay un gran interés científico, y también una cantidad cada vez mayor de literatura especializada, sobre cómo factores del estilo de vida como la actividad física, la educación y las relaciones con otras personas, pueden ayudar a construir una “reserva cognitiva” que será útil en los últimos años de la vida”, indican. Y amplían: “Por reserva cognitiva se entiende una plasticidad neural ampliada, el uso compensatorio de regiones cerebrales alternativas, y una red enriquecida de vasos sanguíneos cerebrales, todo lo cual se cree que proporciona una protección general contra el surgimiento de los primeros síntomas de demencia senil”.

El estudio

Volviendo al estudio, que fue realizado por investigadores que dirigen el Harvard Aging Brain Study (HABS) y fue publicado en la revista científica Nature Medicine, el foco está puesto en la proteína Tau. Llevaron a cabo un seguimiento de hasta 14 años de casi 300 adultos mayores que, al inicio, no tenían deterioro cognitivo. Se trata de un estudio observacional, es decir, estudia asociaciones y no relaciones de causalidad.

“Examinamos si la actividad física se asocia con un deterioro cognitivo y funcional más lento a través de diferentes tasas de acumulación de Tau”, precisan.

Para llevarlo a cabo, realizaron estudios como tomografías por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) para medir las proteínas Amiloide y Tau, cuya acumulación como se mencionó se relaciona con la EA; pruebas cognitivas periódicas, con el fin de detectar cambios en la memoria y funciones ejecutivas; así como el monitoreo de pasos diarios.

En cuanto a este último punto, los participantes fueron divididos en cuatro grupos según el número de pasos:

  • inactivos (menos de 3.000 pasos al día)

  • actividad baja (de 3.000 a 5.000)

  • actividad moderada (entre 5.000 y 7.500) 

  • activos (más de 7.500)
Acumulaciones de la proteína beta-amiloide (color rosado), características del alzheimer, entre neuronas

Acumulaciones de la proteína beta-amiloide (color rosado), características del alzheimer, entre neuronas. 

Getty Images/iStockphoto

Resultados

Incluso los niveles de actividad moderados marcaron una diferencia apreciable con el tiempo. En comparación con las personas inactivas, el deterioro cognitivo fue 40 %, 54 % y 51 % menor a medida que aumentaban los niveles de actividad física.

En cuanto al deterioro funcional, ocurrió algo parecido: en comparación con la inactividad, se produjo un deterioro funcional 34 %, 45 % y 51 % más lento a medida que aumentaban los niveles de actividad física.

A diferencia del extendido consejo que habla de 10 mil pasos diarios, el estudio halló que los beneficios se estabilizaron en torno a los 7.500, lo que sugiere que una actividad que puede concebirse como moderada puede llegar ser suficiente para obtener un beneficio significativo.

“Nuestros resultados sugieren que incluso un modesto aumento de la actividad física puede asociarse con una menor acumulación de Tau y un menor deterioro cognitivo en personas sedentarias con una trayectoria preclínica de la enfermedad de Alzheimer”, dice el trabajo.

Lee también

Jesús Ávila, bioquímico: “El estrés crónico, la tristeza o el aislamiento pueden afectar al envejecimiento del cerebro, por eso insisto en el valor de mantener una vida social activa”

Paka Díaz
El neurocientífico Jesús Ávila.

Una actividad con múltiples beneficios

Si bien los autores sostienen que “se necesitan estudios futuros para comprender los mecanismos subyacentes a los efectos protectores de la actividad física sobre la patología tau relacionada con beta amiloide y el deterioro cognitivo”, aseguran que “una mejor condición vascular sigue siendo un mecanismo potencial probable”

“Una mayor actividad física se ha vinculado con una mejor condición cardiorrespiratoria, lo que, a su vez, ha demostrado atenuar la asociación negativa entre Beta Amiloide y la cognición”, dicen.

Además, refieren que una mayor actividad física (medida con acelerómetro) en adultos mayores con deterioro cognitivo leve se asoció con un mayor flujo sanguíneo cerebral, el cual se ha demostrado que se ve afectado en las primeras etapas de la cascada de la EA.

“Por último, también se ha demostrado en modelos animales y humanos que una mayor actividad física y/o ejercicio disminuye la inflamación” y cumple la función de regular positivamente vías que tienen el potencial de modular los efectos de beta amiloide sobre tau y la cognición.

Más actividad física se ha vinculado con una mejor condición cardiorrespiratoria, lo que, a su vez, ha demostrado atenuar la asociación negativa entre Beta Amiloide y la cognición

Personas sedentarias

Una de las cuestiones importantes de este hallazgo, es que esto beneficiaría a personas que no se mueven. “Nuestros análisis de dosis-respuesta sugieren además que las mayores diferencias incrementales entre el aumento de los niveles de actividad física se observaron en las personas más sedentarias, con asociaciones que se estabilizaron tanto con la proteína Tau como con la cognición a un nivel moderado de actividad (5001-7500 pasos al día), lo que podría ofrecer un objetivo de actividad física más alcanzable para las personas mayores sedentarias”, dice el estudio.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...