“¡Que no! [Un bebé] No se malacostumbra por estar en brazos”, afirma tajante la pediatra Mar López, quien trata de zanjar la controversia relacionada con el contacto piel con piel con los bebés. Así es como se conoce a la práctica en la que el recién nacido se coloca sobre el pecho de la madre o el padre para establecer un vínculo íntimo entre ambos, muy recomendada por los pediatras debido a los numerosos beneficios físicos y emocionales que esto conlleva. A pesar de todo ello, existe una polémica tendencia actual que se basa en criticar el contacto piel con piel. Sin embargo, Mar López asegura la evidencia científica, en base a diversas investigaciones relacionadas con este aspecto, que demuestra lo positivo que resulta tener a los niños en brazos.
Tanto es así que la pediatra pone como ejemplo el rotundo éxito que supondría la hipotética existencia de una pastilla o suplemento que aportase todos los beneficios de hacer piel con piel: “La farmacéutica sería multimillonaria”. Por otra parte, Mar López recuerda que los seres humanos son animales mamíferos y, como tales, los bebés necesitan la cercanía y la seguridad que les proporcionan sus padres. “Aunque nuestro mundo ha evolucionado mucho, nuestra genética no”. Por todo ello, tomar a los niños en brazos y favorecer esta práctica está ampliamente recomendado y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), debería iniciarse justo después del nacimiento, en el caso de que las circunstancias médicas así lo permitan.
Los beneficios del contacto piel con piel
El contacto piel con piel supone una necesidad biológica para los bebés, sobre todo durante sus primeros días de vida, en los que deben hacer frente a un proceso de transición entre la seguridad del útero y su paso al mundo exterior. Además de fortalecer el vínculo entre el recién nacido y sus padres, esta práctica cuenta con un papel esencial a la hora de regular el bienestar y la salud del niño, debido a sus múltiples beneficios.
Uno de ellos se percibe en el momento inmediatamente posterior al nacimiento, ya que, según un estudio de la publicación especializada “Pediatrics”, los bebés que experimentaron el contacto piel con piel con sus madres manifestaron una serie de beneficios que no se dieron en el caso de aquellos que fueron separados. Concretamente se percibió una estabilización más rápida y efectiva de la frecuencia cardiaca, así como de otros parámetros tales como la respiración y la temperatura. También cabe destacar su importancia a la hora de reducir la mortalidad neonatal en bebés prematuros y favorecer su desarrollo.
Este tipo de contacto estimula el vínculo entre los bebés y sus padres, lo que se traduce en un mayor bienestar emocional, reduciendo los niveles de ansiedad y estrés.