Diez pasos para acompañar a los niños ante la experiencia de la muerte desde la escuela

Gestión del duelo

Pensamos que es nuestro deber “ahorrarles” a los niños esos malos tragos, con la idea equivocada de que pueden vivir al margen de esta realidad, pero ellos también necesitan herramientas para afrontar la pérdida

Los niños deben aprender a gestionar la pérdida

Los niños también deben aprender a gestionar la pérdida, del mismo modo que los adultos

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Que la muerte forma parte de la vida es una realidad sabida y, a la vez, difícil de compartir con los niños y adolescentes. A menudo, sólo en los momentos en que se hace irremediablemente presente los profesionales de la educación se plantean cómo lo deben gestionar con los alumnos. Esto también les pasa a muchas familias.

Socialmente, hablar de la muerte resulta todavía un tema tabú. Las últimas despedidas son dolorosas, y a menudo preferimos evitar pensar en ellas. Y aunque hasta no hace tanto tiempo los ritos y la naturalización de la muerte formaban parte de nuestra sociedad occidental, el abandono progresivo de dichos ritos nos deja con una vivencia de la muerte muy poco compartida con los más pequeños.

¿Cómo lo gestionamos cuando ocurre?

Foto de archivo

Los niños necesitan ayuda para comprender el concepto complejo de la muerte

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También influye nuestra tendencia a la sobreprotección: pensamos que es nuestro deber “ahorrarles” a los niños esos malos tragos, con la idea equivocada de que pueden vivir al margen de esta realidad. Pero lo cierto es que los niños, tanto como los adultos, necesitan tener herramientas para afrontar la muerte, y los sentimientos de pérdida y duelo que supone. Al margen de cómo cada familia gestiona este asunto, desde los centros escolares hay cosas que podemos hacer para ayudar.

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La mayoría de las veces la necesidad de hablar de la muerte aparece cuando ya ha tenido lugar en el centro escolar. Puede tratarse de uno de los progenitores de un estudiante o un familiar cercano, un maestro o personal del centro educativo, o uno de los alumnos.

La principal clave es entender bien qué relación había entre la persona fallecida y el alumnado. Teniendo esto en cuenta, estos son los pasos a seguir:

La muerte forma parte de la vida de las personas

La muerte forma parte de la vida de las personas

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Sugerencias para educar en la muerte

Sin embargo, no deberíamos esperar a tratar el tema de la muerte hasta el momento en que alguien cercano ha fallecido. Este trance es inherente a nuestra existencia y conviene educar teniéndolo en cuenta. Siempre desde una postura de respeto hacia las creencias religiosas familiares que condicionan la manera de afrontar la muerte.

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No se trata de escoger unilateralmente este tema para tratarlo en el aula, especialmente si los alumnos son de primaria o si no es escogido por ellos. Teniendo en cuenta que los aprendizajes significativos se realizan cuando vinculamos lo enseñado a la realidad cercana al alumno, tenemos que aprovechar la realidad del entorno que nos rodea para trabajar la muerte:

  1. La naturaleza. Desde educación infantil, pero sobre todo en educación primaria, el trabajo con el medio natural es un elemento clave del currículum que nos permite crear situaciones de aprendizaje ricas en referencia al entorno real del alumnado. Las plantas, los huertos, los insectos, son elementos presentes que invitan a hablar del ciclo de la vida y por tanto la muerte. Ayudan a poder introducir el concepto de la muerte desde una perspectiva biológica.
  2. La narración. Leer cuentos en voz alta por parte de un adulto en primaria, así como la lectura y la narración en secundaria, permiten construir y elaborar el concepto desde una perspectiva más simbólica, e introducen conceptos asociados a la muerte importantes como la pérdida y el duelo. Algunas sugerencias para educación primaria pueden ser El hilo invisible de Miriam Tirado, En todas partes y en cualquier lugar de Pimm van Hest, La gota de agua de Inês Castel-Branco o No es fácil, pequeña ardilla de Elisa Ramón, entre muchos otros. Para adolescentes y jóvenes puede recuperarse un clásico como Jorge Bucay y El camino de lágrimas, pero también los cuentos de Nunca es tarde de Graciela Bialet, Mejillas rojas de Heinz Janisch o la maravillosa Un monstruo viene a verme de Patrick Ness, llevada al cine por Juan Antonio Bayona.
  3. Situaciones reales del día a día. A veces los alumnos y alumnas explican que ha muerto una mascota. Es seguramente una de sus primeras sensaciones dolorosas de pérdida e implican también un duelo. No deben en ningún caso minimizarse, ya que está demostrado que el duelo es real y por tanto debe ser acompañado. Es un momento para poder compartir y socializar el dolor por la pérdida, pues acompaña a quien la siente y prepara al que algún día la sentirá. Las efemérides de personas famosas o bien el fallecimiento reciente de un personaje conocido nos ofrecen también la posibilidad de trabajar el tema de la muerte de manera transversal y no forzada.

En cualquier caso, la evitación en el tratamiento del tema tan sólo retrasa un momento que llegará. Naturalizar su conversación entre el mundo adulto seguramente hará más sencillo el poder compartirlo con los niños y jóvenes en general.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Sylvie Pérez Lima es Psicopedagoga. Psicóloga COPC 29739, Profesora tutora de los Estudios de Psicología y Educación, UOC - Universitat Oberta de Catalunya.

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