Chelsea Conaboy: “El instinto maternal no es real, proviene de ideas morales y religiosas”
Crianza
¿Las madres “nacen sabiendo”? ¿Por qué la maternidad transforma? Estos cambios: ¿sólo los experimentan ellas? Chelsea Conaboy analiza la metamorfosis que se produce en nuestro cerebro cuando tenemos hijos
Chelsea Conaboy desmonta en el ensayo ‘Cerebro de Madre’ alguna ideas arraigadas sobre la crianza
Periodista especializada en salud, Chelsea Conaboy formó parte del equipo del diario Boston Globe galardonado con el Pulitzer en 2014. Poco después nació su primer hijo y, aunque estaba preparada para las noches sin dormir, no anticipó sentirse tan distinta: la metamorfosis “tan profunda y desconcertante” que experimentó al ser madre. Al investigar, descubrió qué había detrás de ese cambio: su cerebro estaba en transformación.
Así surgió Cerebro de Madre (VR Europa). Es un ensayo en el que, de la mano de una extensa bibliografía, desmonta ideas arraigadas (como el instinto maternal), explica que el cerebro de los hombres también cambia y expone realidades complejas sobre una experiencia, la crianza, fundamental pero poco analizada.
La ansiedad es parte del proceso de la crianza: Cometes errores, los solucionas y vuelves a empezar
Cerebro de Madre (VR Europa).
Escribió este libro para rebajar su ansiedad al convertirse en madre. ¿Le sirvió?
Muchísimo. Cuando tuve a mi primer hijo pasé por el turbulento proceso de ser madre primeriza: me sentía desorientada y ansiosa y pensaba que algo iba mal. Así que cuando empecé a investigar sobre la ciencia del embarazo y, en particular, sobre el cerebro materno y entender para qué sirve ese estado de alerta extrema hacia el bebé que es la hipervigilancia, empecé a tranquilizarme.
Dice que la ansiedad no sólo es normal, sino clave para preservar la seguridad de los hijos. Pero: ¿cuándo sabemos que está dañando nuestra experiencia como padres?
Lo que dicen los expertos es que cuando sientes que la ansiedad te impide cuidar de ti y de tu hijo o realizar tus actividades diarias, has de buscar ayuda. Sin embargo, la ansiedad es parte del proceso de la crianza. La hipervigilancia es necesaria para mantener al bebé con vida pero, también, para sumergirnos en este periodo de aprendizaje, realmente intenso, que es como si estuvieras “atrapado” en el bebé: ves cómo cambia e intentas interpretar sus necesidades y responder a ellas. Cometes errores, los solucionas y vuelves a empezar.
En su libro dice que no es la maternidad per se lo que cambia el cerebro: es la práctica de la misma lo que lo modifica. ¿Cómo ha demostrado esto la ciencia?
El cerebro empieza a cambiar durante el embarazo: se producen cambios hormonales que transforman nuestro cuerpo de manera que podamos gestar, dar a luz y amamantar. Estas hormonas son sustancias neuroquímicas, por lo que también modifican nuestro cerebro: lo preparan para que sea más plástico. Y con este cerebro más moldeable nos encontramos con un estímulo increíblemente poderoso, que es el bebé. Sus olores y sus sonidos captan nuestra atención: así que nos centramos en estas criaturas, que necesitan que las cuidemos. Con el tiempo, esta experiencia nos cambia a nivel cerebral, tal y como se representa en la ciencia.
¿Estos cambios sólo los experimentan las madres gestantes?
Aunque el embarazo es una experiencia fisiológica muy intensa, cualquier persona que tenga un hijo, aunque no sea gestante —los padres adoptivos, de acogida, los padres…—, también experimenta esos cambios drásticos en sus hormonas que los prepara para cambios en su cerebro.
La política conservadora en EE.UU hace hincapié en la idea esencialista de género de la mujer, la familia nuclear: por eso el fenómeno de las ‘tradwifes’
En Cerebro de madre cuestiona la idea del instinto maternal como algo innato, automático e inequívocamente femenino. ¿El “se nace sabiendo ser madre” es una construcción social, entonces?
Hay una larga historia de académicas feministas que han explicado que el instinto maternal no es real. Yo sólo soy una de las personas que empezamos a relacionarlo con la ciencia, para decir que no hay pruebas de ello. Si nos fijamos en el origen del “instinto maternal”, vemos que proviene de ideas morales y religiosas sobre lo que era una mujer. Cuando se analiza el material científico existente queda claro que el instinto maternal no es automático ni está predeterminado: es algo que se desarrolla, algo que aprendemos.
Pero algo innato habrá, ¿no? Si no, ¿cómo sobrevivimos como especie?
El amor y el cuidado de los padres y los fundamentos que los permiten son muy reales y biológicos pero, simplemente, yo discrepo con esta fantasía de lo que es “la madre”. Hoy en EE.UU. Hay una política conservadora, que hace hincapié en esta idea esencialista de género de la mujer, de la familia nuclear… Fíjese en el fenómenos de las tradwifes.
Esta idea de la madre “natural”, única responsable del cuidado del hijo: ¿es una manera muy eficiente de mandarnos a casa?
En EE.UU. Tenemos un apoyo muy limitado para los nuevos padres: no tenemos permisos remunerados obligatorios, no tenemos servicios de guardería asequibles.… Pero si se considera que, por naturaleza, una madre ya tiene todo lo que necesita para desempeñar su labor, entonces no es necesario para el Estado proporcionar ningún tipo de apoyo. ¡Es más barato dejarlo todo en manos de la madre! Esa es la clave de todo.
¿La maternidad sigue estando más impregnada de ideas morales que científicas?
Creo que sí, pero mi ensayo forma parte de una oleada de libros publicados en los últimos años por académicas, periodistas y mujeres que dicen: «Ya basta». Creo que toda esta narrativa moral nos perjudica y silencia lo que realmente es el proceso de convertirse en madre.
¿Ha cambiado usted como madre, al escribir este libro?
Aunque he investigado mucho, a veces me resulta muy agobiante resolver las dificultades y dudas que se presentan en la crianza. Pero entonces, me acuerdo que la ciencia dice que lo que tengo que hacer es observar a mis hijos: mi cerebro se ha adaptado para poder ‘leerlos’ y averiguar cuáles son sus necesidades. Y sí, cometeré errores, pero eso es parte del proceso, así es como aprendemos. Cometer errores en la crianza no es un defecto, es algo por lo que tenemos que pasar.