Svend Brinkmann, filósofo: “La sociedad se ha vuelto demasiado obediente y poco crítica”

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Los miles de estímulos que nos rodean han atrofiado uno de nuestros mayores dones, el hecho de pensar por nosotros mismos: “Prestamos muy poca atención a la reflexión”, advierte el psicólogo

El filósofo y psicólogo danés Svend Brinkmann considera que tenemos que reducir el número de opciones para no caer en el miedo de perderse cosas

El filósofo y psicólogo danés Svend Brinkmann acaba de publicar el ensayo 'Pensar' 

Anna Belil / Disseny LV

Somos lo que pensamos, lo decía Buda. Hacemos lo que pensamos y estas acciones condicionan nuestro carácter e incluso nuestro destino. Podemos tener diversas formas de pensamiento, uno más rápido e intuitivo y otro lento y reflexivo. El primero puede ser efectivo, pero comete errores. Por el contrario, pensar reflexivamente, contemplando con parsimonia puede ser un gran recurso para guiar nuestra vida. Así lo plantea el psicólogo y filósofo danés Svend Brinkmann en su libro Pensar (Koan, 24).

El ensayo plantea la importancia de introducir momentos contemplativos en nuestro día a día en los que poder divagar con nuestros pensamientos. No tratando de resolver nada de una forma funcional, sino activando el ejercicio de reflexionar y el espíritu crítico. Cuestionar o filosofar son condiciones que tenemos un poco dormidas. Acaso porque, como advierte Brinkmann, “la reflexión es potencialmente peligrosa porque puede conducir a la gente a cuestionar lo que, de otra forma, parece obvio”. En ocasiones, la educación sirve para anestesiar esta capacidad al llenarnos de creencias preestablecidas. Según nuestro carácter y edad, llegamos a cuestionar ciertas ideas, pero últimamente “nuestra sociedad se ha vuelto demasiado obediente y poco crítica”, opina. 

Defensa del pensamiento contemplativo

Así es como pensamos de una forma genérica y global. Importa contemplar varios escenarios y, como defiende Brinkmann,  pensar por pensar sin tener que estar resolviendo problemas continuamente. Es bueno dar espacio a los pensamientos que uno tiene al salir a pasear o que aparecen de una forma libre y no forzada. Ensimismarse pensando.

El pragmatismo resuelve. La contemplación plantea preguntas existenciales que no tienen una única respuesta. ¿Cómo sería una sociedad ideal? ¿Hay vida después de la muerte?

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El pensar implica poner atención en algo. Acotar la mirada para poner el foco sobre algo. No hace falta decir que hoy en día esto es un reto porque vivimos en la mente dispersa y el consumo rápido audiovisual o cultural. Nos cuesta prestar atención y llegar a pensar en una sola cosa. Incluso hacemos varias cosas a la vez sin saber finalmente, qué hacíamos. No hay que estar en todo al mismo tiempo, más bien como plantea Svend Brinkmann “deberíamos sumergirnos, concentrarnos en algo específico y clausurar todo lo demás.”

Pensar como forma de enfocarse

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Leer a los clásicos o filosofar con ejercicios que pueden estimular nuestro pensamiento de una forma saludable

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El mindfulness es una de las prácticas meditativas para desarrollar esta atención plena en el aquí y el ahora. Para clausurar las distracciones que nos envuelven hay que tener la disciplina de centrarse en lo específico, ser selectivo y no dejarse arrastrar por la cantidad de cosas que nos suceden a una velocidad endemoniada.

Pasamos mucho tiempo hablando sobre pensar, pero no pensamos lo suficiente. El pensamiento crítico es necesario en la era de la inmediatez y la superficialidad. Leer a los clásicos o filosofar con ejercicios que pueden estimular nuestro pensamiento de una forma saludable. La reflexión pausada es necesaria más allá de la productividad acelerada y la evasión inconsciente.

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Cuestionar y dudar nos dan fortaleza mental, además de despertar una condición necesaria en todos nosotros como seres humanos. Hay que pensar más sin atender a un neurótico monólogo interior. Entrar en lo que el autor de Pensar llama “pensatividad”. Hay que despertar el escepticismo constructivo y olvidar cosas como que a Sócrates lo condenaron por incitar al pensamiento a todos los jóvenes y no creer en los dioses del Olimpo.

Escuchar nuestros pensamientos, al salir a caminar o al conversar con alguien, es crucial para desarrollar la capacidad de pensamiento crítico

Svend BrinkmannFilósofo y psicólogo

En Pensar dibuja una sociedad acelerada y poco reflexiva. Pero lejos de desacelerarse, las cosas solo parecen acelerarse más.

Correcto. Los sociólogos nos dicen que casi todo se está acelerando. Comemos comida rápida, tomamos siestas exprés, conocemos gente en citas rápidas y vivimos nuestras vidas en redes sociales frenéticas. Entonces, ¿cuándo tenemos tiempo para pensar?

¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentamos al intentar llevar una vida más reflexiva o consciente?

Uno de ellos es la velocidad misma, que es enemiga de la reflexión. Pero otro obstáculo es el pensamiento instrumental. Cuando pensamos, a menudo lo hacemos al servicio de algún objetivo externo. Por ejemplo, para resolver un problema en el trabajo. Esto está bien, pero los seres humanos tenemos la capacidad de pensar por el simple hecho de pensar —pensar por pensar y pensar más—, y eso es cada vez más difícil cuando todo debe tener un propósito.

¿Podrías compartir un ejemplo de cómo el pensar —sin el objetivo de ser más productivos— puede transformarnos, aunque sea un poco?

Pensar por pensar puede enseñarnos que las cosas importantes de la vida no se encuentran solo en las actividades instrumentales o funcionales, sino simplemente en el disfrute de la reflexión. Si alguien aprende esto, puede volverse más libre e independiente, porque entonces ya no vive la vida según las normas de los demás.

En el libro mencionas tres actitudes esenciales: reflexión, ensoñación y atención plena. ¿Cómo resumirías cada una de ellas y qué impacto pueden tener en nuestra vida diaria?

La atención plena es una forma de meditación cuyo objetivo es estar presente en el aquí y ahora. La reflexión, que yo llamo “pensatividad” en lugar de “atención plena”, consiste en existir en el tiempo y escuchar los pensamientos que uno tiene, por ejemplo, al salir a caminar o al conversar con alguien. Esto es crucial si se quiere desarrollar la capacidad de pensamiento crítico. La ensoñación está relacionada con esto, pero de una manera más imaginativa.

Una de las frases más llamativas del libro es: “Nuestros pensamientos también están moldeados por la larga historia evolutiva de la humanidad.” ¿Podrías ampliar esta idea?

Nuestras capacidades de pensar no cayeron del cielo, sino que han sido moldeadas por la educación —lo cual es evidente—, pero también por el pasado evolutivo. Tenemos cuerpos y sentidos que juegan un papel importante en nuestro pensamiento, y simplemente reflexionar sobre el misterio de cómo surgieron nuestras capacidades de pensar puede ser una fuente de profundo disfrute.

Si tuvieras que resumir el mensaje central de Pensar en una sola frase para futuros lectores, ¿cuál sería?

Una buena vida para el ser humano es encontrar un equilibrio entre la vida activa del trabajo y el amor, y la vida contemplativa del pensamiento y la reflexión. Hemos prestado muy poca atención a esta última.

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