¿‘Burnout’, ‘burnon’ o ‘boreout’? Tres modos de sentir ansiedad por la vuelta al trabajo

Estrés laboral

La sobrecarga de trabajo no es el único motivo de estrés laboral tras el verano: la falta de motivación, el aburrimiento y no encontrar un sentido a nuestra laboral también generan dolor emocional y físico

Oficina, ordenadores, trabajo, trabajando, empleo, desempleo, paro, trabajador EUROPA PRESS (Foto de ARCHIVO) 24/04/2015

El 'burnout' es un síndrome que provoca trastornos en la salud física y mental derivados del entorno laboral

 EP

Volver de vacaciones debería ser sinónimo de pilas cargadas. Sin embargo, no son pocos los que, tras deshacer la maleta, sienten que siguen igual de estresados que antes de irse. Este síndrome que coloquialmente conocemos como ‘estar quemados’ se da porque, según los psicólogos, el problema no son las vacaciones, es lo que nos espera al volver.

“La reincorporación suele venir acompañada de sobrecarga, tareas acumuladas y demandas urgentes”, explica Cristina Marinela Goilean, profesora de Psicología en la UOC. Cuando los estresores laborales siguen intactos, los beneficios del descanso se desvanecen en cuestión de días. Y no solo importa la duración del período vacacional, advierte, también influye la calidad de la recuperación: “Desconexión real, relajación, actividades gratificantes y tiempo de calidad con personas cercanas son lo que marca la diferencia”.

Los beneficios de las vacaciones duran poco si el contexto laboral es negativo al volver

profesor pizarra aula

Los profesores son uno de los colectivos más afectados por la ansiedad laboral

CC0

Este síndrome conocido como burnout  se traduce en agotamiento emocional, el cinismo, el insomnio o la baja realización personal. Además, la OMS lo reconoce como un problema de salud ligado al trabajo que impacta en la motivación, las relaciones y hasta en la salud física.

Otro síndrome similar a este pero algo más silencioso es el denominado burnon. El término fue descrito por los psicólogos alemanes Timo Schiele y Bert Te Wildt en 2021. En este caso, el trabajo se vive con rechazo, el cansancio se cronifica y aparecen síntomas físicos como dolores musculares o insomnio. La pérdida de esperanza no surge porque falten cosas por hacer, sino porque todo es demasiado y nunca basta. Sus creadores lo definen como una “depresión enmascarada” porque hacia fuera parece que todo funciona, pero por dentro el desgaste es continuo.

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En el extremo contrario está el boreout, que no nace del exceso sino de la falta de estímulo. Aquí no hay sobrecarga, sino la sensación de estar infrautilizado o infravalorado. Hay tareas repetitivas, rutina y sensación de que lo que se hace carece de valor. Ese aburrimiento prolongado genera apatía, desinterés y vacío vital. Un fenómeno en alza que, como recuerda el psicólogo Adam Grant, puede minar tanto como la sobrecarga, porque el cerebro necesita también retos y motivación para mantenerse sano.

Superar el burnout no depende solo de la persona, sino de transformar los factores que lo provocan

Marinela GoileanProfesora de Psicología en la UOC

Estudios recientes confirman que los beneficios de las vacaciones duran poco si al volver se mantiene el mismo contexto laboral: exceso de carga, conflictos, falta de recursos o incertidumbre. A esto se suma el error común de no desconectar del todo. Revisar correos o atender llamadas durante las vacaciones reduce el efecto restaurador. Tampoco ayuda llenar la agenda de actividades hasta convertir el descanso en otro foco de estrés. El equilibrio, dice Goilean, está en combinar reposo con experiencias elegidas libremente que aporten bienestar o sensación de logro: desde aprender algo nuevo hasta retomar un hobby.

Pero quemarse también tiene que ver con la personalidad. Las personas con un locus de control externo (esto es, que atribuyen lo que les ocurre a factores ajenos) o con alto neuroticismo son más propensas al agotamiento. Lo mismo ocurre con los perfiles competitivos y obsesionados con el control.

Además, los jóvenes tienden a sufrir más burnout que quienes ya han superado la treintena, y los solteros muestran más vulnerabilidad que casados o divorciados. Incluso, quienes ocupan puestos más exigentes, a menudo vinculados a estudios superiores, también cargan con mayor riesgo.

No obstante, siempre hay estos que podemos realizar para prevenir estos síndromes. Reforzar la desconexión, entrenar estrategias para manejar el estrés, mejorar el sueño y fijar límites claros pueden aliviar en el entorno personal. Por otro lado,  ajustar cargas, ofrecer mayor autonomía, reconocer logros, fomentar un clima sano y garantizar equidad ayudan a establecer dinámicas más saludables en el entorno laboral.

“Superar el burnout no depende solo de la persona —recuerda Goilean—, sino de transformar los factores que lo provocan”. De ahí la importancia de políticas de desconexión digital, liderazgo empático y participación en las decisiones. Porque, en definitiva, no se trata de pedir al trabajador que aguante más, sino de construir entornos que no enfermen.

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