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Pádel: el nuevo Tinder para solteros, casados y divorciados

Amor en el deporte

La dinámica del juego, que fomenta un ambiente distendido entre parejas a menudo mixtas, y los tentempiés post-partido han convertido a los clubes de pádel en escenarios ideales para que surjan conexiones de pareja

En la foto, Pau y Deli, nombres ficticios de una pareja que se formó en las pistas de padel

Àlex Garcia / Propias

“Si me ganas este punto, te invito a una mariscada”, fue la tirada de caña que, tras unos días de flirteo, le lanzó el profesor de pádel Daniel Lombart a una de sus alumnas, divorciada y varios años mayor que él, y que en ese momento tenía pareja. “Nunca me he dejado ganar una bola con tantas ganas”, sonríe Lombart, de 29 años, mientras recuerda cómo inició su romance con Rosa, con quien comparte su vida desde hace cinco años. “En el pádel se liga mucho: es el Tinder del deporte”, asegura, “especialmente cuando se juega a nivel social”.

Con una cifra estimada que ronda los cuatro millones de practicantes más o menos regulares en nuestro país, donde cuenta con uno de los índices de popularidad más altos del mundo, no es de extrañar que muchos solteros, divorciados -e incluso casados- a partir de la treintena, encuentren en alguno de sus más de 3.800 clubes una oportunidad perfecta para ampliar su círculo y conocer a alguien con quien iniciar una relación, escapando de las ya manidas aplicaciones de citas. La dinámica del juego, que fomenta la interacción constante entre compañeros y rivales, junto con el ambiente distendido y el hecho de que pueda jugarse en parejas mixtas, lo convierte en un escenario ideal para que surjan nuevas conexiones, tanto dentro como fuera de la pista.

Nos hemos sumado a bares y discotecas como lugares de interacción social (...) muchas personas vienen a buscar pareja o rollos esporádicos

MatíasRecepcionista de un club de pádel en Barcelona

Los outfits a la última moda y las palas más premium están a la orden del día

Àlex Garcia / Propias

“Las instalaciones de pádel nos hemos sumado a bares y discotecas como lugares de interacción social, en los que muchas personas vienen a buscar pareja o rollos esporádicos”, admite Matías -nombre ficticio-, que lleva más de dos décadas al frente de la recepción de un reconocido club del área metropolitana de Barcelona. Para el recepcionista, más allá de la evidente práctica deportiva, entre una creciente parte de la clientela existe un nada disimulado trasfondo de coqueteo. 

“Ellos y ellas cada vez se arreglan más, tanto para saltar a la pista, como para salir a cenar o a tomar algo después del partido”, asegura. “Los outfits a la última moda y las palas más premium están a la orden del día”. Un tonteo padelero que tampoco pasa desapercibido para Lombart, quien reconoce haber tenido que llamar la atención a algunos alumnos incapaces de contener la tensión. “Buscaos un hotel después de la clase”, les ha soltado entre risas en más de una ocasión.

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Para Nataxa Ruzafa, psicóloga especializada en relaciones de pareja, este contexto distendido de ocio deportivo resulta propicio para que surjan todo tipo de atracciones románticas y afectivo-sexuales. “La complicidad en el juego, la lucha por un objetivo común y la liberación de endorfinas, que nos hacen sentir más seguros y optimistas, juegan un papel clave”, explica. Según la experta, el ambiente relajado y “la posibilidad de conectar cara a cara de manera más gradual y genuina”, hacen que muchas personas, especialmente a partir de ciertas edades, prefieran este tipo de interacciones al desgaste y dedicación que suponen las aplicaciones para conocer gente. Además, “se comparte una pasión común, como puede ser la práctica deportiva”. No en vano, estudios recientes demuestran que más de un 60% de quienes buscan pareja creen que el deporte es la manera perfecta para construir relaciones sanas.

Lo que me atrae de conocer a alguien en la cancha es que uno se muestra más natural, en un ambiente menos forzado que en una cita

Susana(33)

“Lo que me atrae de conocer a alguien en la cancha es que uno se muestra más natural, en un ambiente menos forzado que en una cita”, explica Susana, de 33 años, que se apuntó con el único objetivo de hacer un poco de deporte, conocer gente nueva y pasar un buen rato. “Si congenias en el campo, a lo mejor quedas después del partido para tomar algo y, si no hay feeling, pues cada uno para su casa y listos”, añade. 

Aunque no lo buscaba, la joven confiesa que, en una ocasión, terminó viviendo una noche de pasión con su compañero en la pista, con quien compartía amigos comunes. “Jamás habíamos sentido atracción mutua, pero la buena sintonía en la cancha, las risas y nuestro espíritu competitivo hicieron que ambos nos dejáramos llevar”, admite. Los dos estaban solteros y, más allá de la 'incomodidad y los nervios' de reencontrarse en el terreno de juego tras aquella noche loca, todo quedó en una anécdota con la que bromear de vez en cuando.

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Sin embargo, en este deporte, en el que además de la complicidad deportiva es común que exista una interacción social más allá de las pistas, que se traduce en quedadas post-partido, cenas, torneos y eventos grupales de diversa índole, no es extraño que se generen nuevas parejas, se rompan otras, e incluso, lleguen a producirse infidelidades. “He visto de todo”, asegura el recepcionista, mientras señala a una pareja de enamorados que abandona las instalaciones -ella unos años visiblemente mayor que él-. “Ella estaba casada, con un hijo, y se fue con este chico, que es bastante más joven”, detalla. Por otro lado, “tampoco es raro encontrarse con parejas que se apuntan a jugar juntas y terminan cada uno por su lado”, añade. Para el jefe de recepción, una de las historias más insólitas que recuerda es la de “un padre de familia que, poco después de iniciarse en el pádel, lo dejó todo atrás por una jugadora semiprofesional, 20 años menor que él, de la que se enamoró locamente”.

Buscan refugiarse en nuevos contextos de socialización sin que exista una idea premeditada de ser infieles, solo para no confrontar el malestar con la pareja

Nataxa RuzafaPsicóloga especializada en relaciones de pareja

La terraza de un club de pádel de Sant Just, un día entre semana cualquiera

SJPC

“No creo que los casados se apunten a jugar para tener una aventura”, asegura Lombart. “Simplemente hay personas que buscan evadirse de la rutina, y en este deporte se dan las condiciones y las dinámicas para que se produzcan infidelidades”, añade. Una visión que Ruzafa también comparte. “La infidelidad no deja de ser una estrategia para evitar un malestar que puede estar presente en la relación”, explica la psicóloga. “Algunas personas buscan refugiarse en nuevos contextos de socialización, más relacionados con el ocio, sin que exista una idea premeditada de ser infieles, simplemente para no confrontar ese malestar con la pareja o el propio miedo al compromiso”, añade. La experta asegura que en este caso es importante “ser muy honesto” con uno mismo, con la pareja, y con las nuevas personas que se conocen. Además, también “resulta fundamental cuidar el vínculo y encontrar el equilibrio entre el tiempo que se destina al ocio y a la relación”.

“En los clubes, muchas personas vienen a jugar casi todas las tardes y luego se toman una cerveza juntos, salen a cenar en grupo de vez en cuando o se apuntan a torneos sociales los fines de semana”, explica el recepcionista. “Al final, el roce hace el cariño”, ríe. Para Lombart, que compagina las lecciones de pala con un conjunto de rumba catalana, encargado de amenizar los tardeos en clubes de pádel, locales y terrazas de la ciudad, resulta especialmente divertido sorprender in fraganti a algunas de estas parejitas incipientes de solteros o casados. “Por la mañana los ves en las pistas y, por la tarde, te los encuentras de copas o bailando juntos en algún local”, explica. “No hay que ser Einstein para atar cabos: es de cajón”, bromea, usando una de sus expresiones favoritas en clase cuando alguien falla una bola. “En un guiño a esas pilladas, que no son pocas, decidí bautizar así a mi banda”, sonríe.

Sea como sea, el pádel está de moda y cada vez atrae a más personas. “Es una manera estupenda de hacer deporte y a la vez conocer gente”, recomienda Susana. Las dinámicas sociales que genera, tanto dentro como fuera de la pista, favorecen las conexiones entre los jugadores, lo que convierte esta actividad en una opción popular no sólo para ampliar el círculo de amigos, sino también para encontrar pareja. Ruzafa advierte, sin embargo, que es importante no dejarse llevar únicamente por la euforia del momento y aconseja conocer a la otra persona también fuera del contexto de ocio y deporte. “Es fundamental descubrir si realmente hay compatibilidad más allá del juego, para evitar que se trate de una relación impulsiva o que pueda derivar en un vínculo poco saludable”, concluye. Y no sólo eso. Si se busca pareja, tal vez haya que estar dispuesto también a dejarse ganar algún punto.

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