Ni Marta Ventura (31), Begoña Ojinaga (29) ni Alejandra Sojo (23) imaginaron, de niñas, que un cuerpo “como el suyo” pudiera encajar en el mundo de la moda. Crecieron creyendo que ese era un terreno reservado exclusivamente a las personas delgadas. Y no les faltaba razón. El bombardeo constante de imágenes les dejaba claro que sus tallas no coincidían con las que veían en la televisión o en las revistas.
Hoy, estas tres mujeres son modelos curvy —la etiqueta que, les guste o no, todavía les asigna la industria— y sus rostros aparecen en catálogos, campañas de publicidad y pasarelas. Su presencia abre camino y lanza un mensaje poderoso: que todos los cuerpos son válidos.
Las grandes pasarelas han reducido más de un 50% la presencia de modelos 'curvy'
Por eso, la menor presencia en las pasarelas de cuerpos diversos les preocupa, y mucho. La modelo y activista Felicity Hayward, quien lleva monitoreando el número de modelos que desfilan en Londres, París, Milán y Nueva York, señaló recientemente esta nueva dirección. “En la Semana de la Moda de Londres de 2023 hubo 85 modelos de talla grande. Este año, 26 y en Milán solo 10. Nueva York, que solía estar a la vanguardia, ha tenido una disminución del 50%”, expresó recientemente en un artículo de Glamour Reino Unido.
Parecía que el body positive había llegado para quedarse. Las pasarelas comenzaban a mostrar mujeres con tallas más allá de la 34, mientras que las campañas de publicidad y las marcas de fast fashion introducían progresivamente opciones más inclusivas, ampliando su oferta de tallas. El movimiento empezaba a calar en la industria, aunque muchas modelos sienten que todo aquello fue puro marketing.

La modelo Marta Ventura, de 31 años, lleva desde los 18 trabajando en el sector.
“En todas las campañas cuentan con tener a una pelirroja, una negra, una curvy, una alta y una baja, porque es lo que vende”, ejemplifica Begoña Ojinaga. Las modelos sienten que todavía hay que cumplir con esa “cuota” en la que nunca son las “protagonistas”. “Muy pocas marcas nos utilizan como imagen de campaña, si no que somos un extra”, expresa Alejandra Sojo, quien, a su vez, asegura que hay algunas excepciones que genuinamente apuestan por ellas.
Para la modelo Marta Ventura, también docente de publicidad y marketing, cree todavía hoy que las marcas seleccionan estas modelos en épocas puntuales y en campañas específicas y, cuando lo hacen, contratan a profesionales con las tallas más bajas dentro de ese amplio abanico que se agrupa bajo la etiqueta curvy.
“Básicamente, es una mujer con curvas, tanto si usa una talla 40 como una 52. Es un gran avance, teniendo en cuenta que el sector consideraba, no hace tanto, que la talla 40 era para gordas”, matiza Marisol Ochoa, headbooker de Miah Management, agencia pionera en apostar por modelos de todo tipo de tallas. Dentro de esta categoría, algunas marcas han continuado apostando por modelos mid-size o in-between, es decir, mujeres que se encuentran entre la talla 38 y la 42 y que, anteriormente, “se quedaban en el limbo de la moda”.
La extrema delgadez que tanto le había costado abandonar a la industria parece que nunca quedó atrás. “Están resurgiendo otras estéticas como las que se vivieron en los años 90 con el estilo heroin-chic”, dice Ventura, haciendo alusión a esos cuerpos extremadamente delgados de piel pálida y ojeras que proliferaron en las pasarelas. De hecho, “tengo hipotiroidismo y, a veces, cambio de talla. Cuando he estado un poco más delgada, me ha sido más fácil trabajar”. Alejandra Sojo, por su parte, asegura que muchas compañeras han adelgazado por “presión social” y por volver a adaptarse a esos cánones.
Conozco compañeras e influencers 'body positive' que se han inyectado Ozempic
En este sentido, los métodos para aspirar a una talla “aceptable” para la industria pasan por someterse no solo a dietas estrictas, sino a medicamentos como Ozempic. El fármaco, indicado para tratar la diabetes tipo 2, ganó rápidamente popularidad por su capacidad para la rápida pérdida de peso y conquistó a celebridades y modelos que sucumbieron a la presión estética. A pesar de las consecuencias nocivas para la salud.
“Conozco compañeras e influencers body positive que se han inyectado Ozempic o han seguido dietas estrictas para que las contrataran”, asegura Sojo, natural de Venezuela. Las modelos entrevistadas muestran su preocupación por estos cánones de belleza que parecían superados, pero que resurgen y “pueden venir de la mano de trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia”.

Begoña Ojinaga: “La moda no va a dejar de existir, pero las tendencias no deberían cambiar cuando lo que está en juego es la aceptación de uno mismo”
Aunque el número de modelos con tallas diversas ha disminuido en las pasarelas, las entrevistadas aseguran que “no es el fin” del movimiento, pero sigue “sin estar normalizado”. “El volumen de trabajo se mantiene como hace unos años, pero persiste la sensación de que te contratan por cumplir con un tipo de cuerpo. ‘Ya tengo a la curvy en campaña’”, lamenta Ojinaga.
En las pasarelas, no todo está perdido. Grandes diseñadores siguen apostando por la diversidad corporal a la hora de elegir sus modelos, como es el caso de Johanna Calderón. Esta diseñadora madrileña hizo recientemente un desfile para Madrid es Moda en el marco de la Fashion Week. “Muchos compañeros me dijeron que era arriesgado hacer un desfile 100% curvy. Para mí no lo es, es una realidad. Arriesgado, quizás sería un desfile con todo de tallas 32”.
Desfiles como estos, aunque son minoritarios, recuerdan la diversidad corporal existente. Savage X Fenty, la marca de la cantante Rihanna, ha llevado a cabo colecciones con tallas diversas, calando en el público y logrando repercusión. Marcas de lencería como Victoria's Secret han cambiado todo su concepto y han introducido también estas modelos en pasarela.
Para Marisol Ochoa, de Miah, agencia a la que pertenecían todas las modelos del desfile de Johanna Calderón: “He escuchado historias horrorosas en castings: niñas a las que han llamado gordas toda su vida. Desde Miah, les decimos: 'Este es tu momento'. Estos desfiles van dirigidos a quienes las han machacado durante años”. Y añade: “Creemos que la diversidad ha venido para quedarse. Seguimos trabajando con grandes marcas y no nos vamos a rendir”.
El impacto de la pasarela en la ciudadanía
Aunque las pasarelas puedan parecer lejanas al ciudadano de a pie, lo cierto es que tienen más impacto del que podría parecer. Introducen las nuevas tendencias, marcan los cánones de belleza e influyen en los tallajes de la industria. El principal problema todavía hoy es encontrar determinadas tallas. “Muchas tallas grandes no están disponibles en tiendas físicas, solo online. Esto impide que las personas puedan probarse la ropa antes de comprarla”, cuenta Ventura. Además, la modelo señala que la representación en la moda sigue siendo limitada y, a menudo, se presenta con tallas más pequeñas, “teniendo en cuenta que la media española está en la 42-44”.
Los catálogos online de las marcas también presentan grandes diferencias. “Las campañas están protagonizadas por modelos de talla estándar. Si quieres opciones de tallas más grandes o plus (a partir de la 48), muestran a la modelo sobre un fondo blanco o, directamente, solo la prenda, sin haberle dedicado una sesión fotográfica del mismo nivel. Para la estándar te hacen la campaña; para la curvy, el e-commerce”, resume Ojinaga.

Un escaparate en el centro de Barcelona.
Por si fuera poco, la modelo denuncia que, al seleccionar una talla más grande, algunas prendas presentan modificaciones en el patrón. “En vez de un escote en pico, ponen uno redondo y, en lugar de un tirante fino, le colocan uno ancho”, ejemplifica.
Aunque las profesionales reconocen que les cuesta menos encontrar en tienda pantalones de su talla respecto a años atrás, todavía hoy presentan algunas dificultades. Alejandra Sojo tiene una 42-44, el equivalente a una L, pero ha llegado a probarse vestidos de talla XXL que no le cabían. “A mí no me afecta, pero imagina una niña que quiera comprarse una prenda y vea que una XXL no le va”, expresa indignada. Por eso, la diseñadora Johanna Calderón se pregunta: “¿De qué sirve mostrar cuerpos diversos en las pasarelas si luego una mujer no encuentra su talla en tienda o la prenda no le entra? Muchas marcas se aprovechan del marketing porque lo curvy está de moda, pero la realidad es que no todo el mundo la trabaja”.
La industria de la moda es un factor de riesgo para la insatisfacción corporal y el desarrollo de un TCA
La psicóloga Sara Bujalance, directora de la Associació Contra l'Anorèxia i la Bulímia (ACAB), asegura que el mundo de la moda es “un factor de riesgo para la insatisfacción corporal y el desarrollo de un posible TCA, especialmente entre las jóvenes”. Los cuerpos en “infrapeso” que predominan en las pasarelas parecen ser “los únicos cuerpos válidos”, en detrimento de la diversidad y aceptación corporal. “Aunque no busca intencionadamente provocar un TCA, echamos de menos mayor responsabilidad por el impacto que tienen en la salud mental y física”, matiza la experta.
En este sentido, Rosa Maria Raich, psicóloga y catedrática de psicología de la Universitat Autònoma de Barcelona: “Por la calle ves cuerpos diversos, pero los audiovisuales, la industria de la moda y las redes sociales muestran figuras retocadas presentadas como si fueran reales, lo que lleva a comparaciones dañinas y a sentir que no se cumple con esos estándares”.
Bujalance matiza que, aunque muchas personas no llegan a desarrollar estos trastornos, “viven con una relación disfuncional con su cuerpo toda su vida (haciendo dietas constantemente, escondiendo su cuerpo, sintiendo vergüenza o malestar corporal de forma crónica)”. Además, recuerda que los problemas de autoestima o conflictos psicológicos profundos no se resuelven simplemente con cambios físicos, como la pérdida de peso o intervenciones estéticas.